El uso de fármacos y productos
de cuidado personal deja una pista minúscula y nociva. Cuando una persona
toma un medicamento, se asea o se maquilla, deja en su interior y en su piel un
pequeño rastro. Las substancias que no son asimiladas por el organismo pasan a
través de las cañerías de los hogares a las plantas de tratamiento e
inevitablemente algunos compuestos terminan en los ríos. Poco a poco, su
acumulación puede suponer un problema para los seres humanos o para el medio
ambiente. Un grupo de investigación de la Universidad de Valladolid trabaja
actualmente en un sistema de depuración para reducir el impacto de estos
residuos y ha obtenido resultados significativos en el laboratorio.
El uso extendido de fármacos y
de productos de higiene personal supone un impacto hasta ahora poco estudiado
en el aire, el suelo y el agua. Las personas que necesitan un medicamento
no asimilan todo el compuesto administrado, algunas partes son excretadas por
el organismo y terminan en el agua de los retretes. De un modo similar, en la
ducha terminan restos de los productos de cuidado personal que usamos
habitualmente. Estos hábitos son convencionales e incluso necesarios, pero otros
no. Existen todavía personas que se deshacen de las medicinas que ya no usan
tirando de la cadena.
Estos microcontaminantes
pueden causar a la larga un daño a los seres humanos y al medio ambiente cuando
se acumulan en ríos y otros sistemas de aguas corrientes. Un equipo del
Departamento de Ingeniería Química y Tecnología del Medio Ambiente de la UVa,
en colaboración con la Universidad de Carabobo (Venezuela), ha
tratado de mitigar su impacto. Para ello, ha realizado primero una estimación
de las cantidades de productos farmacéuticos y de higiene que terminan en el
medio ambiente.
Estos microcontaminantes
pueden causar a la larga un daño a los seres humanos y al medio ambiente cuando
se acumulan en ríos y otros sistemas de aguas corrientes
En un análisis macro, el equipo
estimó el impacto de hasta un centenar de compuestos en aguas superficiales
de España. Se
recopilaron datos analíticos y se observaron correlaciones entre consumo de
fármacos y de productos de cuidado personal de uso habitual con la presencia de
sus restos en los cauces fluviales. El trabajo forma parte de la tesis doctoral
de Sheyla Ortiz.
Posteriormente, se estimó la peligrosidad
de una treintena de los compuestos más frecuentes (compuestos activos
farmacéuticos como la atorvastatina, el omeprazol o el valsartán, entre otros o
algún almizcle sintético de desodorantes o perfumes como el tonalide. El
equipo científico analizó la persistencia, bioacumulación, toxicidad y
presencia de estas substancias en el medio ambiente, y estableció una
clasificación de prioridades de los compuestos investigados.
Toxicidad y una sorpresa
Para medir la toxicidad de
cada uno de los compuestos más usuales, se realizó un ensayo con bacterias
bioluminiscentes, concretamente de la especie Vibrio fischeri. “Estos
tests biológicos nos ayudan a conocer la peligrosidad de cada compuesto
estudiado, ya que si tienen efecto, las bacterias dejan de emitir luz o lo
hacen con menos intensidad”, explican los corresponsables del trabajo de
investigación, Rubén Irusta y Pedro García Encina. Paradójicamente, los
científicos observaron que, en pequeñas dosis, algunos de los compuestos no
producían un efecto negativo para la bacteria, sino positivo. Esta
circunstancia se denomina ‘hormesis’.
En un artículo recientemente
publicado en la revista Science of the Total Environment, el equipo de
Ingeniería Química y Tecnología del Medio Ambiente de la UVa ha descrito la
metodología USEtoxTM que han empleado para realizar este estudio, con el fin de
que se puedan aplicar las estimaciones de ecotoxicidad y toxicidad de estos
fármacos y productos de higiene personal en los estudios de evaluación de
impacto de ciclo de vida. La inclusión de estos efectos toxicológicos
en el análisis de ciclo de vida ofrece una visión más realista de los
potenciales impactos de estas substancias, explican los investigadores.
Búsqueda de soluciones
Con el fin de buscar soluciones
para eliminar estos restos de fármacos y productos de higiene personal que, a
la larga, pueden resultar dañinos, los investigadores proponen dos soluciones:
la separación de las aguas negras y grises (esto es, las del váter, más
contaminantes, de las de lavabos o lavadoras), y tratar específicamente
estos compuestos en las plantas depuradoras.
Con este fin, han iniciado una
línea de investigación que trata, de forma experimental, los restos de fármacos
y productos de cuidado personal. En fotorreactores, han reducido de forma
significativa la presencia de estos elementos nocivos mediante sistemas
fotocatalíticos.
Los profesores pertenecen a la
UIC 071 de la Junta de Castilla y León y el trabajo
se ha realizado en el marco del proyecto VA067.