lunes, 3 de marzo de 2014

Los pescadores de río

Los pescadores de red en el  río
La pesca en el Manzanares empezó a regularse el año 1202, cuando fue sancionado el Fuero de Madrid. Esta norma establecía un periodo de veda en el río, "desde el día de Pascua del Espíritu Santo o Cincuesma hasta San Martín", al tiempo que marcaba los precios de los distintos pescados.
Pescadores en el Manzanares

El oficio de pescador perduró en la ciudad hasta bien entrado el siglo XX. Así queda patente en la fotografía que adjuntamos, realizada por Ragel en 1917, y también en esta crónica que el diario La libertad publicó tres años después:

"Por haber, hay pescadores de red y de caña y hasta de mano, que persiguen a la anguila o al pez travieso o a la suculenta rana. La hora de la pesca, que se inicia al amanecer y termina a la mitad del día, es algo muy curioso y pintoresco, que da honra y relieve al río".



Directamente relacionados con el río estaban los pescadores de red y maneo que vivían de la pesca extraída del Jerte todo el año. En sus minúsculas balsas utilizaban un largo varal para moverse por el río. El cesto y al trasmayo eran sus armas. Y cuando hacía buen tiempo pescaban a maneo, los peces en las cuevas.

En los 70 aún era habitual ver a la puerta del mercado de abastos a mujeres con las banastas bien provistas de barbos, bordallo, bogas, anguilas y otros peces según la época del año. La primera arca del pescado, que garantizaba el suministro urbano, estaba junto a la aceña de La Casca.

La ciudad siempre tuvo algunas familias dedicadas por generaciones a la pesca. Conocían el río como la palma de la mano y se les llamaba cuando había que rescatar alguna víctima del Jerte. Los censos de 1719, 1732, 1763, 1797 y 1802 ya confirman su existencia.

Para ellos los temidos charcos de la bomba y el calizo, frente ala Isla, o el del estudiante, bajo el molino de Paz, no tenían secreto y sabían burlar sus peligros. Da idea de la dureza del trabajo la fotografía de 1965 en la que un pescador, con chaqueta y ropa de abrigo pesca descalzo con la patera remangada frente a la Isla.

Además la pesca es la ciudad una de las actividades reguladas desde antiguo por los fueros y las ordenanzas urbanas. Los primeros penan el robo de redes o de pescado de red.

Las segundas, en su título XVIII prohíben acotar, entorviscar o embarbascar las aguas o echar cáñamo y lino al Jerte aguas arriba de San Lázaro, bajo pena de sustanciosas multas. Estas llegan a regular incluso las características de las redes. Por cada punta debe entrar el dedo de un hombre bajo pena de perder la red y pagar multa.

También estuvo prohibida, en numerosas ocasiones y por ordenanzas específicas, la pesca utilizando el veneno de determinadas raíces ya que podía haber municipios aguas abajo que se abastecían de esos caudales de agua contaminados.


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