Nevero de Soto en Cameros |
Este antiguo oficio, del que la primera referencia escrita dejó un cronista
italiano llamado Andrea Navarejo en 1526, consistía en ascender con
caballerizas a las cumbres de Sierra Nevada, durante el verano y por la noche,
para así evitar el riguroso calor del día, y una vez allí, cargar los serones
de nieve para distribuirla por la ciudad. Existen referentes escritos de este
oficio en otros puntos de la península como Pamplona, Murcia, Jaén, Córdoba,
Málaga o Almería. En esta última, concretamente en la Sierra de Gador, existió
una próspera industria alrededor de la distribución de nieve, que acabó tras la
tala indiscriminada de los bosques de encinas por el auge de la explotación
minera de principios del siglo XIX.
Nevero protege con ramas una carga para transporte |
Carreta de neveros en Sierra Nevada |
¿Pero qué relación existe entre los bosques de encinas y la industria
nevera? La nieve una vez recolectada, era almacenada en unos pozos de gran
diámetro o bien se hacían grandes montículos que se cubrían con hojarasca; pero
esto no era suficiente ya que necesitaban de sombra y frescor para que no se
derritiese, función que cumplían los bosques “frondosos”. En Granada, la nieve
se usó de forma terapéutica y también como refresco, existiendo todo un
comercio alrededor de ella. Un documento de 1728 refleja la comercialización de
la nieve mediante concursos periódicos, lo que generaba un derecho de venta. De
este año en adelante, serán importantes personajes los que dejen testimonio
escrito sobre el oficio de nevero: Washington Irving o Carlos Edmond Bossier
(importante botánico) son algunos de ellos. De todo este trozo de historia nos
ha quedado “El Camino de los Neveros”, el cual hoy en dia esta conservado y
balizado pudiendo visitarse y “andarse” desde la Avenida de Cervantes a los
Rebites y de aquí al Purche, y del Purche al Dornajo y del Dornajo... al
Veleta.
Pozo para guardar las nieves en Sierra de las Nieves |
Los Pous de Glaçe en el Vallés Oriental (Barcelona): Hasta 1932, el transporte de hielo desde los pozos de l’Avancó, de Tagament a Manlleu y la Garriga para disponer de bebidas frescas, era una última muestra de lo que había sido una actividad continuada en el Vallés durante cuatrocientos años.
En la época medieval
y hasta y hasta el s.XVI el uso de la nieve para refrescar bebidas y conservar
alimentos había sido un lujo en Occidente, aunque los romanos y árabes ya la
utilizaban esta técnicas. Incluso en medicina. A partir del siglo XVI se
publican en algunas ciudades hispánicas estudios médicos que defienden el uso
del y las virtudes de la nieve, fundamentalmente el del vigatá Francesc Micó,
“Alivio de los Sedientos” (Barcelona 1576). Aplicar para bajar la fiebre,
cortar hemorragias, antiinflamatorio, etc. Lo que había sido un uso de
privilegiados se populariza. Es por eso que, a principios del XVII, la
industria de la nieve y del hielo aparece como un importante componente económico
en algunos agricultores catalanes.
Pous de Glaç en el Solsonés
Neu, glaç, pou , poua
o congesta son términos diferentes que se utilizaban indistintamente por la
inercia del pasado o por la popularización del toponimio en una zona
determinada. Inicialmente el producto utilizado era la nieve de la alta
montaña, pero el aumento de la demanda hizo que se recurriera al hielo. Había
algunas diferencias entre las
dimensiones de los pozos, el de Avencó hacía 10,3 metros de diámetro por 10 de
profundidad, el de San Quirze Safaja 11
por 10 m. mientras que el de San Fost de
Capcentellas llegaba a ser de 14 metros por 21 de altura.. También se
diferenciaba la forma de la cubierta, mientras que algunos se cubrían con
hierbas y paja otros se construían con piedra y tejas.
Para el mantenimiento
de la nieve y el hielo, era indispensable que hubiera un correcto desagüe, de
un cierto deshielo, que inevitablemente se producía, pero a su vez era
igualmente importante tomar medidas para que no entrara agua por lo que se
hacían unas zanjas antes y después del pozo.
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