Los
bañeros.-
La costumbre de bañarse en el Manzanares es muy antigua, aunque fue en el Siglo de Oro cuando
quedó inmortalizada con la visión irónica y despiadada de los grandes literatos
de la época. Luis Vélez de Guevara llegó a decir que "el río Manzanares se
llama río porque se ríe de los que van a bañarse”.
No obstante, el
oficio de los bañeros surgió con posterioridad, probablemente en el siglo XIX.
Estaban al frente de unas curiosas instalaciones de baño, consistentes en unos
pozos excavados en las márgenes del río, que se cubrían con una barraca de esteras
para preservar la intimidad de los bañistas.
Ni que decir tiene que tales establecimientos fueron objeto de mofas y burlas. La viñeta satírica del dibujante Ortego, publicada en 1863 por El Museo Universal, ha pasado a la historia por su mordacidad.
Ni que decir tiene que tales establecimientos fueron objeto de mofas y burlas. La viñeta satírica del dibujante Ortego, publicada en 1863 por El Museo Universal, ha pasado a la historia por su mordacidad.
“Estos seres
marchan siempre a la cola de las pequeñas necesidades de una gran población, y
suelen desempeñar diferentes cargos, según el año, la estación, la hora del
día. Esos mismos que en noviembre venden ruedos o zapatillas de orillo, en
julio venden horchata, en verano son bañeros del Manzanares, en invierno
cafeteros ambulantes; los que venden agua en agosto, vendían en carnaval cartas
y garbanzos de pega y en navidades motes nuevos para damas y galanes.”
Modos de vivir que no
dan de vivir. Oficios menudos.
Mariano José de Larra
Mariano José de Larra
“Si damos un paso atrás, los de la Huerta de la Toma, la Aceña o los
Bañeros de San Giraldo: hombre sagaz el padrino de mi madre, Antonio Alonso
“El Bañero”. A principio de la década de los 70, una fuerte riada se llevó
por delante los baños de San Giraldo, un modesto estanque que servía a la gente
de Ciudad Rodrigo de piscinas municipales; el Ayuntamiento impulsó el proyecto
de unos baños modernos y los encargados de la ingeniería de tal obra diseñaron
una piscina junto al puente de la vía. El tío Antonio, con su
sombrero y sus pantalones de pana, discutía diciendo que aquella piscina no se
enterraba, que si quedaba en el aire, se agrietaría; los técnicos defendían con
mil argumentos muy cualificados la viabilidad de los nuevos baños de San
Giraldo; El tío Antonio se cuajaba el sombrero y marchándose
les decía “Habrán estudiado mucho, pero bien poco saben”. Las
nuevas obras de la Autovía esconden en cierto modo las ruinas de aquella obra,
que por agrietarse, no se llegó a estrenar”.
http://ciudadrodrigoaldia.es/
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