Un tercio de los ríos
españoles tiene un exceso de sales
La salinidad supone un problema con graves impactos
medioambientales, económicos y de salud global
Uno de cada tres ríos
peninsulares está salinizado por el impacto, en especial, de la actividad
agrícola y la urbanización del territorio. Este grave problema medioambiental
afectará cada vez a más ecosistemas hídricos en todo el mundo debido al
calentamiento global, el consumo creciente de agua y la explotación de los
recursos naturales del suelo.
Estas son algunas
líneas rojas que revela el volumen especial sobre la salinización de los
ecosistemas acuáticos, publicado en diciembre en la revista Philosophical
Transactions of the Royal Society B, y editado por los expertos Miguel
Cañedo-Argüelles, miembro del Grupo de Investigación Freshwater Ecology,
Hydrology and Management (FEHM-UB) y del Instituto del Agua de la Universidad
de Barcelona (IdRA); Ben Kefford (Universidad de Canberra, Australia), y Ralf
B. Schäfer (Universidad de Koblenz-Landau, Alemania).
También participan en
el trabajo los investigadores del FEHM-UB Núria Bonada (UB-IRBio), Cayetano
Gutiérrez Cánovas, Raúl Acosta y Pau Fortuño; Neus Otero y Albert Soler, del
Grupo de Investigación de Mineralogía Aplicada y Medio Ambiente (MaiMa) de la
Facultad de Ciencias de la Tierra de la UB; David Saurí y Santiago Gorostiza
(UAB), así como expertos del Instituto de Hidráulica Ambiental de la Universidad
de Cantabria, la Universidad de Murcia, la Universidad de Castilla-La Mancha y
el Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (IPNA-CSIC) de Canarias,
entre otros.
Ríos con exceso de sal: el componente humano
La salinización es una
grave amenaza medioambiental en todo el planeta, y algunos de los ejemplos más
extremos de ello se encuentran en ríos de Australia.
De igual modo, en
algunas cuencas fluviales de la Península —el torrente de Soldevila en Sallent
(Barcelona), la llanura del río Ebro o la región de Murcia—, algunos ríos
tienen salinidades tres o cuatro veces superiores a las del medio marino.
En el conjunto del
continente europeo, la salinización relacionada con la actividad humana es cada
vez más preocupante, pero faltan aún directivas de regulación.
El exceso de sal en
los sistemas fluviales genera un grave impacto ecológico, económico y de salud
global, en algunos casos relacionado con la concentración de carcinógenos en el
medio acuático o bien de metales liberados por la corrosión de tuberías. Además
de empobrecer los valores sistémicos de los ecosistemas naturales, la
salinización también encarece el proceso de potabilización del agua de consumo.
Uno de cada tres ríos en todo el Estado
La salinización afecta de forma directa a la biodiversidad y
el funcionamiento de los ecosistemas acuáticos, «pero todavía nos falta mucha
información básica a escala de organismos, comunidades y ecosistemas para poder
predecir sus efectos», explica Miguel Cañedo-Argüelles, investigador posdoctoral
del Departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales de la
UB y miembro del Centro Tecnológico BETA–TECNIO de la Universidad de Vic -
Universidad Central de Cataluña (UVic-UCC). «Solo cuando podamos disponer de
esa información de base, podremos elaborar modelos eficaces que nos permitan
anticipar y mitigar los efectos de la salinización en los ecosistemas
acuáticos», añade.
El mapa de los ríos
afectados por la salinización en la Península —un tercio de todos los sistemas
fluviales en la actualidad— será cada vez más extenso, según revela el nuevo
trabajo, que analiza las causas principales de la salinización y elabora
predicciones futuras en los escenarios del cambio climático y los distintos
usos del suelo.
Las actividades de minería,
agricultura y ganadería y los cambios en el régimen de precipitaciones —que
limitan la capacidad de dilución de sales en los ríos— se perfilan como las
principales amenazas sobre la salud medioambiental de los ríos en materia de
salinización.
Cuando la fauna
acuática se colapsa por el exceso de sales
Algunos organismos
mueren por la exposición a un medio acuático con exceso de concentración
salina. Los expertos investigan cómo la fisiología de los insectos acuáticos se
altera en ríos salinizados, ya que deben modificar el metabolismo para regular
la presión osmótica interna y adaptarse a las condiciones ambientales. Ese
proceso de adaptación tiene un elevado coste energético y puede afectar a las
funciones vitales y causar el colapso de los organismos (incluso en aguas con
concentraciones salinas tolerables).
Los autores también
analizan si otras especies de insectos acuáticos —más habituados a la salinidad
alta— suelen habitar los ríos salinizados porque no toleran las aguas con menos
sales o por otros motivos. Todo indica que estas especies «salinas» toleran
perfectamente las aguas poco salinizadas, pero parece que colonizan los
hábitats más extremos para evitar competidores y depredadores. Según las
conclusiones, la respuesta de los insectos acuáticos a las condiciones del
medio varía según avanza el gradiente de salinidad: en ríos con altas
concentraciones de sales, la población se empobrece y disminuye el número de
especies, mientras que en ríos con menor salinidad los organismos salinos son
sustituidos por especies de agua dulce.
Cambios en el paisaje del bosque de ribera
El paisaje típico del
bosque de ribera también se altera por efecto de la salinización. A mayor
concentración de sales en el medio acuático, menor actividad de descomposición
de la hojarasca que proviene del bosque como resultado de la reducción de la población
de insectos que se alimentan de ella.
También cambian las condiciones de palatabilidad de las hojas
de la vegetación de ribera —los árboles absorben las sales disueltas—, lo que
también podría afectar a la fauna acuática. En paralelo, hongos y bacterias
parecen mostrar mecanismos para mantener su eficacia fisiológica en ríos con
altos niveles de sales.
¿Cómo podemos modificar
la respuesta de los ríos salinizados?
El nuevo trabajo
también revisa cuáles son los efectos que pueden modificar la respuesta de los
sistemas acuáticos a la salinización. «Hay tres factores fundamentales que
deben tenerse en consideración», recuerda Miguel Cañedo-Argüelles. «En
concreto, la sinergia con otros factores que pueden interactuar con la
salinización (aumento de temperatura, contaminación por metales, etc.); la
composición iónica del agua —diferentes iones tienen distinta toxicidad—, y los
factores biogeográficos (ríos no salinizados en las proximidades que pueden
servir de fuente de organismos colonizadores) y evolutivos (la generación de
poblaciones de organismos resistentes a las concentraciones elevadas de
sales)».
Es urgente limitar las concentraciones límite de iones en los ríos
La expansión de las
minas de sal en Alemania durante los años 50 tuvo un impacto dramático sobre la
ecología de los ríos (en especial, en el Werra y el Wupper).
El nuevo trabajo
revela que estos episodios de salinización extrema en ecosistemas acuáticos en
Alemania —revisados en la bibliografía científica por Schulz y Cañedo-Argüelles—
causaron la mortalidad masiva de poblaciones de peces y el afloramiento de
algas tóxicas, entre otros impactos medioambientales. En la actualidad, algunos
países como Australia y Estados Unidos han hecho algunos avances para regular
el nivel de salinización en los ríos, pero el nivel de protección es aún
insuficiente.
«Se hace evidente que la legislación actual sobre la
salinización de los ecosistemas acuáticos es demasiado laxa e incompleta y aún
faltan medidas de gestión efectivas», subraya Cañedo-Argüelles. «La medida de
gestión más importante y urgente es establecer concentraciones límite de iones
en el agua para proteger la biodiversidad y la salud de los ecosistemas
acuáticos».
Será necesario potenciar la colaboración de todos los agentes
implicados para activar acciones preventivas y de gestión adecuadas y preservar
así la salud medioambiental de los sistemas fluviales amenazados por el grave
problema de la salinización, alertan los expertos.
Fuente www.dicyt.com
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