Los piscicultores.
El piscicultor en aguas continentales realiza las operaciones propias del
proceso de cría y engorde de las especies cultivadas de peces de agua dulce, la
preparación, manejo y mantenimiento de los equipos e instalaciones de los
diferentes sistemas de cultivo para obtener huevos, alevines y ejemplares de
talla comercial de la calidad requerida, y en condiciones adecuadas de
seguridad e higiene
La Piscicultura es la agricultura de peces, término bajo el que se agrupan una gran diversidad de
cultivos muy diferentes entre sí, en general denominados en función de la
especie o la familia. A nivel industrial, las instalaciones de piscicultura se
conocen como piscifactorías, aunque es un término en desuso, debido a la
diversificación que ha sufrido el cultivo, en tanques, estanques, jaulas
flotantes, etc.
El concepto
de piscicultura es casi tan antiguo como el de la ganadería. La idea de recoger
peces del medio natural y conservarlos durante un periodo de tiempo en remansos
de ríos o cercados en bahías o lagunas, es un hecho constatado en muchas
civilizaciones, desde los antiguos egipcios y las civilizaciones de Asia, 3000
años a.C., hasta los griegos y romanos del principio de nuestra era.
Mosaico
romano de Sagunto. En la España romana existen referencias al cultivo de los
peces en las ”vivae piscinum o piscinae”, ya que los romanos eran muy amantes
de comer peces de río.
Fue en China,
3500 años a. C., donde se desarrolló un sistema de engorde de distintas
especies de carpas en un mismo estanque, para aprovechar al
máximo todos los recursos nutricionales. Griegos y romanos también practicaron
la piscicultura en Europa.
En la Edad
Media, muchas abadías y monasterios Europeos poseían algún tipo de cercado en
remansos de ríos para abastecerse de peces. Existen textos de Jovellanos
referidos a los monjes bernardos de Villanueva de Oscos (Asturias) que, hacia
el año 1100, guardaban salmones, truchas y reos en un remanso del río Navia.
Hasta muchos años después, las constataciones de la incipiente piscicultura
sólo consistían en capturar peces en el medio natural y mantenerlos para su
posterior consumo.
Es a partir
del siglo XIV cuando se empiezan a tener datos sobre algunas actuaciones de
cría de peces, que habrían de ser los inicios de la reproducción artificial.
Así, en 1419, en la abadía de Réome (Francia), el monje medieval Dom Pichon
comenzó las experiencias de fecundación artificial, que fueron redescubiertas
por otros experimentadores franceses y alemanes a mediados del siglo XVIII.
Hacia 1850,
en Francia, unos pescadores consiguieron fecundar, truchas y obtener alevines
para repoblar el río Mosela (Thibault, 1989). Esto alentó al gobierno Francés
para construir la primera piscifactoría en Huninge (Alsacia), en 1851. A partir
de entonces, empezaron a proliferar establecimientos de piscicultura de
salmónidos por toda Europa.
A finales del
siglo XIX, el descubrimiento por el ruso Wrasskij de la fecundación en seco
(método por el que se fertilizan los ovocitos con el semen sin agua para
incubarlos posteriormente) dio un nuevo impulso a la piscicultura moderna.
En el año 1758 se produjo
un importante descubrimiento, la fecundación artificial de huevos de
salmones y truchas por Stephen Ludvig Jacobi, un investigador austriaco, aunque
su investigación no salió del laboratorio y quedó en el olvido.
La piscifactoría
del Monasterio de Piedra
Fue
la primera de toda España. El agua del río Piedra tiene las características
idóneas para poder cultivar y producir varias especies, de ahí que se eligiera
este entorno para construir la primera.
En 1865, los
hermanos Pablo y Federico Muntadas (Zaragoza) habían creado una piscifactoría
privada en el Monasterio de Piedra, asesorados por el naturalista alemán Rack
en técnicas de reproducción artificial. Esta piscifactoría fue cedida al
Ministerio de Fomento en 1886. Entre ese año y 1900 se consolidó y pasó a
producir alevines de trucha común y varias especies de salmónidos, incluida la
trucha arco iris (Lizasoain, 1912). En un Real Decreto de 1 de Noviembre de
1895 ya figuraban 14 piscifactorías en España.
En el siglo
XX, al principio de la década de los 70, existían en España, en aguas
continentales, dos tipos de piscifactorías: las estatales y las privadas. Las
primeras dependían del Ministerio de Agricultura, a través del Instituto
Nacional para la Conservación de la Naturaleza (ICONA). La mayoría de ellas se
dedicaban a la cría de salmónidos para la repoblación, contabilizándose 18
piscifactorías de este tipo. En cuanto a las piscifactorías privadas, conviene
señalar que comenzaron su andadura en la década de los años 60. Este es el
momento en que se puede considerar que comenzó la verdadera piscicultura
industrial en España.
En
consecuencia, esta actividad se inició en España con un evidente retraso con
respecto a la piscicultura en otros países europeos, como Francia, Dinamarca e
Italia. Las primeras piscifactorías en España de trucha arco iris con carácter
industrial fueron las de Riezu (Navarra), Manzanares el Real (Madrid), Nalón
(Asturias) y la del río Oja (La Rioja). En 1963 funcionaban en España cinco
piscifactorías industriales. Este número se elevó a 21 en 1967 y a principios
de los 70 estaban autorizados 80 establecimientos productores de trucha,
propiedad de 41 empresas; la mayoría estaban ubicadas en el sistema montañoso
cántabro-galaico (Pons, 1971).
En 1974, dada
la proliferación de establecimientos piscícolas, se promulgó una Resolución del
ICONA sobre ordenación zootécnica sanitaria de los centros de piscicultura
privados instalados en aguas continentales. En 1981, según el ICONA, estaban
censados 30 establecimientos piscícolas del Estado y 140 centros de propiedad
privada.
Historia
de la piscicultura en Asturias
Ricardo
Acebal del Cueto (1849-1940), ingeniero de montes de Gijón, muy vinculado a la
Universidad de Oviedo, propuso el establecimiento de una piscifactoría para la
cría del salmón. Esta especie estaba siendo esquilmada con máquinas salmoneras
que, a modo de grandes norias, sacaban del río cientos de salmones que trataban
de remontar los cauces.
Piscifactoría de Canero en Valdés, Asturias
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Al mismo
tiempo, el canónigo de Covadonga, D. Manuel Alea, compró 10.000 huevos de trucha
al Monasterio de Piedra y los depositó en su finca de El Cobayu, en lo que
sería el inicio de una piscifactoría. Pero fue finalmente Ricardo Acebal quien
redactó el proyecto para la creación de un establecimiento de piscicultura en
Asturias, en Infiesto (Acebal, 1892). Las obras de esta piscifactoría
finalizaron en 1907 y la primera incubación se realizó en 1908. La apertura de
esta piscifactoría fue todo un acontecimiento nacional y a lo largo de los
primeros años de funcionamiento recibió visitas de muchas personalidades
incluida la del rey Alfonso de Borbón (De la Hoz, 2004).
Entre 1922 y
1928 se obtenían anualmente en Infiesto entre 100.000 y 300.000 alevines de
salmón, cuyo destino era la repoblación de los ríos asturianos (Pardo, 1930).
En los primeros
años de la década de los 60 empezó su actividad en Asturias la primera
piscifactoría industrial de producción de trucha arco iris, en el río Nalón. A
mediados de los años 70 estaban en activo cinco y a principio de los años 80,
diecisiete. En esta década, comenzó la especialización de las instalaciones.
Los primeros
empresarios piscícolas de Asturias fueron pioneros, no sólo en el tiempo en que
iniciaron la acuicultura de tipo empresarial, si no también, en la idea de
implantar tecnología en sus instalaciones. Junto con estas piscifactorías
coexistían otras más pequeñas que eran muy rudimentarias. Se construían,
simplemente, restaurando algún antiguo azud que había servido en otro tiempo
para un molino o para otro uso; se reconstruía el canal de entrada del agua y
se establecían, muy artesanalmente, estanques de cría. Los huevos embrionados o
alevines de trucha arco iris eran adquiridos en las piscifactorías más grandes
y, así, comenzaban a criar peces.
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