Un estudio de la Universidad
de Plymouth (Reino Unido) puso en duda recientemente que las bolsas
de plástico biodegradables o compostables lo sean realmente. Estas bolsas
han aparecido como una solución alternativa para favorecer que los plásticos se
descompongan más fácil y rápidamente y evitar su impacto en naturaleza.
Pero la referida investigación concluyó que estos materiales
pueden tardar hasta tres años antes de desaparecer. ¿Es este un mazazo
para los intentos de la industria del plástico de presentar su cara
más amable o responsable?
La
industria de plástico cada vez se siente más condicionada por la repercusión
social y el impacto de los plásticos en la naturaleza. Biólogos, oceanógrafos u
ornitólogos han documentado los efectos de esta contaminación. Y en este
contexto (productores, envasadores…) está dando respuestas continuas, más o
menos coyunturales, a las demandas sociales. Un total de 150 grandes empresas
reunidas por la Fundación Ellen MacArtur se han sumado al compromiso mundial
para lograr que el 100% de los envases plásticos puedan reutilizarse,
reciclarse o convertirse en compost en el 2025. La cadena Lidl ya no vende las
denostadas bolsas de plástico de un solo uso (son de papel); acaba de
presentarse un envase para alimentos frescos que reduce el 90% el plástico (el
resto es cartón...).
Un estudio de la Universidad de Plymouth (Reino Unido) puso en
duda recientemente que las bolsas de plástico biodegradables o
compostables lo sean realmente. Estas bolsas han aparecido como una
solución alternativa para favorecer que los plásticos se descompongan más fácil
y rápidamente y evitar su impacto en naturaleza.
Pero la referida investigación concluyó que estos materiales pueden tardar
hasta tres años antes de desaparecer. ¿Es este un mazazo para los intentos
de la industria del plástico de presentar su cara más amable o
responsable?
La industria de plástico cada vez se siente más condicionada por la
repercusión social y el impacto de los plásticos en la naturaleza. Biólogos,
oceanógrafos u ornitólogos han documentado los efectos de esta contaminación. Y
en este contexto (productores, envasadores…) está dando respuestas continuas,
más o menos coyunturales, a las demandas sociales. Un total de 150 grandes
empresas reunidas por la Fundación Ellen MacArtur se han sumado al compromiso
mundial para lograr que el 100% de los envases plásticos puedan reutilizarse,
reciclarse o convertirse en compost en el 2025. La cadena Lidl ya no vende las
denostadas bolsas de plástico de un solo uso (son de papel); acaba de
presentarse un envase para alimentos frescos que reduce el 90% el plástico (el
resto es cartón...).
“Las empresas ven que el público no quiere tanto plástico”, explica Joan
Marc Simón, portavoz de la oenegé europea Zero Waste. “Las marcas reconocidas
ven amenazada su imagen y están buscando soluciones alternativas. Pero falta
ver si superan la fase retórica y cambian las cosas realmente”, añade Simón.
Fundación Rezero
“La industria siempre
encuentra una brecha; pero debe dejar de plastificar el planeta”
El
impulso de los plásticos biodegradables y compostables es parte de la
estrategia de la industria para reducir sus impactos y reconciliarse con el
consumidor. Pero conviene retener algunas ideas previas: 1) Abandonar estos
plásticos no es nunca una opción; se deben recoger en contenedores apropiados y
gestionarlos adecuadamente. 2) La industria ya ha creado plástico biodegradable
en suelos (filmes-acolchados que reducen la contaminación en campos agrícolas)
o en el agua (bolsitas para detergentes para lavadora o lavavajillas), sujetas
a normas particulares. 3) Los plásticos biodegradables deben ir al contenedor
amarillo.
“Un producto con etiqueta
biodegradable no aporta nada si no especifica en qué condiciones se da su
biodegradabilidad y en base a qué norma”, precisa Susana Aucejo, directora de
I+D
del Instituto Tecnológico del Embalaje, Transporte y Logística (Itene).
del Instituto Tecnológico del Embalaje, Transporte y Logística (Itene).
La norma de referencia para garantizar la plena descomposición del
plástico es la reglamentación europea sobre compostabilidad en plantas
industriales.
Pero para conseguir este objetivo se requieren condiciones muy
estrictas de temperatura, humedad y actividad biológica en estas plantas. Para
que un plástico sea compostable, el proceso que se aplique debe degradarlo el
90% en seis meses, descomponerlo en fragmentos de menos de 2 mm y ser aprovechable
como compost para la agricultura, recuerda Aucejo.
Racionalizar su uso
Los expertos no ven
censurable ningún material salvo el plástico de un solo uso
Ya existen en el mercado
aplicaciones de plásticos compostables (bolsas para basura orgánica, cápsulas
de café, envases flexibles para verduras, o vajillas de un solo uso para
eventos). Todos ellos se pueden descomponer siempre y cuando se recojan y se
traten en plantas adecuadas. En Catalunya, se deben tratar junto a los residuos
orgánicos y ser llevados a plantas para hacer compost.
“Es obvio y previsible que si un plástico se tira a la calle no se
biodegrada de forma rápida, como tampoco pasa con la madera”, dice Ángela Osma,
secretaria general de la Asociación Española de Plásticos Biodegradables
(Asobiocom). Osma defiende que los plásticos biodegradables y los compostables,
con el argumento de que ayudan a reducir la generación de residuos y facilitar
su gestión; esgrime que pueden ser una buena solución para ciertas
aplicaciones, aunque admite que no son una solución generalizable.
“La industria parece actuar
bajo esta premisa: ‘ya que el plástico parece un problema, vamos a fabricar
plásticos biodegradables y plásticos compostables’. Pero perdemos la
oportunidad de ir a la raíz del problema. Y ésta es la reducción de residuos”,
señala Rosa García, director de la fundación Rezero, dedicada a la prevención
de desechos.
La industria del plástico se reencarna continuamente. Se
reinventa. Cuando en Catalunya se puso en marcha la campaña contra las bolsas
de un solo uso, aparecieron las bolsas oxodegradables (en las que se añade un
aditivo que disgrega el plástico en partículas), pero se demostró que no se
desintegran.
Y cuando en Catalunya se prohibió la gratuidad de las bolsas de un
solo uso, los supermercados generalizaron las pequeñas bolsas de sección para
frutas y verduras. “La industria del plástico siempre encuentra una brecha para
introducir nuevos plásticos en el mercado. Y es lo que continúa haciendo ahora.
Pero deben dejar de plastificar el planeta”, añade Rosa García. “La industria del
petróleo tiene más beneficios con el plástico que con el refino. Por eso, va
seguir invirtiendo en el plástico. Su nuevo gran mercado de envases es África y
el sudeste de Asia”, sostiene Joan Marc Simón.
Rosa García denuncia que se
“están poniendo en el mercado productos que se autodenominan biodegradables o
compostables sin que esté garantizado su descomposición. Alerta de que se
produzca una situación como la registrada hace unos años cuando aparecieron los
falsos yogures bio. “Hay empresas que aseguran que sus bolsas son compostables
y no lo pueden demostrar de manera objetiva, mientras que otras han hecho los
ensayos correspondientes según la norma, y pueden demostrarlo”, dice ecléctica
Susana Aucejo (Itene).
“Ningún residuo debe tirarse a la acera, todos hay que
depositarlos en un lugar para ser tratado adecuadamente”, insiste Angela Osma.
(Asobiocom). Las bolsas compostables que se reparten en algunos grandes
comercio pueden servir para diversos usos, pero –una vez convertidas en
residuo– deben ir al cubo de la fracción orgánica de la
basura (para ir a una planta y producir compost), según recuerda la Agència Catalunya de Residus. Si estas bolsas se acaban abandonando en el mar o el suelo, no se degradarán. Deben tratarse con la fracción orgánica.
basura (para ir a una planta y producir compost), según recuerda la Agència Catalunya de Residus. Si estas bolsas se acaban abandonando en el mar o el suelo, no se degradarán. Deben tratarse con la fracción orgánica.
“Los plásticos provocan una distorsión continua. El problema lo
originan los plásticos de un solo uso”, resume Anna Peña, técnica de Rezero.
Los expertos resaltan que no hay que criminalizar ningún material, sino
racionalizar el uso del plásticos y aplicar políticas de reutilización. “Es
preferible un plástico reutilizable que cientos de vasos biodegradables o
compostables. Este vaso PET –nos señala Rosa García– tiene un mejor ciclo de
vida que los 5.000 vasos compostables que se pueden repartir en unas fiestas
populares, porque de lo que se trata es de frenar el derroche de recursos y
prevenir la contaminación”.
Las empresas “son cada vez más conscientes” de todos estos impactos,
dice Susana Aucejo (Itene), convencida del impulso de cambio que vendrá con la
nueva legislación europea. “El sector se está viendo obligado a cambiar las
estructuras de los materiales de envase con el objetivo último que sean envases
reciclables o biodegradable/compostables”, dice Aucejo. ¿Estamos ante en la
antesala de un nuevo renacer del plástico?
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