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Aunque la guardes en
la nevera, hay peligro de que desarrolle bacterias nocivas para tu salud.
Parece algo totalmente
inofensivo, pones agua del grifo en una botella, la guardas en la nevera (o
encima del banco de la cocina, sin refrigerar), y tienes la sensación de que
nunca se pondrá mala. Te marchas de vacaciones y ni se te ocurre vaciar las
jarras de agua. Dejas un vaso en la mesilla de noche o el escritorio de la
oficina y te la bebes al día siguiente. Pero cuidado, porque aunque es
simplemente agua, no es eterna.
“El agua del grifo no
es estéril, por supuesto .Su conservación depende de varias condiciones. Como
datos orientativos, fuera de la nevera no deberíamos tenerla más de un día en
verano, y una semana aproximadamente en invierno”, nos explica José Miguel
Mulet, doctor en Bioquímica y Biología Molecular por la Universidad de
Valencia.
No deberíamos dejar el agua del grifo más de un día fuera de la nevera
en verano ni más de una semana en invierno
El agua del grifo
lleva cloro para potabilizarla, un desinfectante que evita el crecimiento
microbiológico. “Pero ese cloro se evapora y, cuando se pierde, vuelve a haber
riesgo de contaminación con microorganismos”, comenta Lluís Riera, director de
la consultora de seguridad alimentaria SAIA.
Uno de los factores de
los que depende la conservación del agua del grifo es la calidad del agua de
cada zona, y la calidad de la potabilizadora de cada área. “Los análisis de
agua se publican, y los consumidores pueden tener acceso a esta información”,
apunta Mulet.
El cloro se evapora y vuelve a haber riesgo de
contaminación”
LLUÍS RIERA Director
de SAIA
Un elemento
determinante es la temperatura. El frigorífico hace que la pérdida de cloro
(desinfectante) del agua sea lenta y que la reproducción de microorganismos se
ralentice también, por eso en la nevera el agua del grifo siempre aguanta más.
Según Riera, si va del grifo directamente a la nevera, la puedes mantener hasta
10 o 15 días sin problemas. Pasa lo mismo con el agua mineral, una vez abierta,
tiene el mismo plazo de conservación que la de la red pública.
El factor temperatura
hace que en verano haya muchas más probabilidades de contaminación del agua
-aunque no es habitual-. “Las fuentes de donde se recoge el agua están con un
nivel más bajo y se concentran más los microbios. Claro que cuando el agua sale
de la potabilizadora no tiene que comportar ningún riesgo, pero las tuberías
pueden contaminarse, y en verano es más fácil que esto suceda, aunque no es
frecuente”, según Mulet.
Las botellas de
plástico en las que compramos el agua en el supermercado no están pensadas
para su reutilización, “ya que los químicos del plástico pueden pasar al
alimento. Por eso es mejor que guardes el agua del grifo en botellas o jarras
de plástico duro o bien de cristal”, dice este experto. Mulet, en cambio,
apuesta por el cristal “porque es más fácil de lavar”.
El lavado de
jarras, botellas y aireadores de los grifos (donde se acumula la cal,
impurezas y microbios), en la salida del agua, es también clave. Los
recipientes, según los especialistas en seguridad alimentaria deben lavarse a
fondo cada semana, con agua caliente o jabón o incluso para ser más eficientes,
en el lavaplatos.
Lo
más peligroso son los filtros que se incorporan a recipientes tipo jarras:
están pensados para una temperatura ambiente y duran un mes, con humedad
constante”
JOSÉ MIGUEL MULET doctor en
Bioquímica y Biología Molecular por la Universidad de Valencia
“Lo más peligroso son los
filtros que se incorporan a recipientes tipo jarras: están pensados para una
temperatura ambiente y duran un mes, con humedad constante. En verano, las
posibilidades de que se cree un biofilm -bacterias que forman una película- son
altas”, alerta Mulet. Por eso siempre es aconsejable seguir las recomendaciones
de los fabricantes. “Lo mismo pasa con los filtros de ósmosis instalados en los
grifos. Si nos pasamos de tiempo de uso, habrá más posibilidades de
contaminación en el agua que cuando no se usan estos filtros, porque se
acumulan bacterias”.
Otro consejo de conservación
del agua en la nevera es taparla, para evitar la evaporación del cloro y la
entrada de olores -ya que como líquido neutro, el agua los absorbe-. Aunque si
la vas a consumir rápidamente, dejarla destapada hará que tenga menos sabor a
cloro. Eso sí, aunque a veces te asalte la pereza de ir a por un vaso, no bebas
de la botella, en ningún caso.
Como curiosidad, ese vaso de
la mesilla de noche o del escritorio, mejor bebértelo en un plazo máximo de 12
horas, ya que en el vaso el cloro se evapora y los microorganismos de la
habitación o despacho tienen vía libre para entrar en el agua. “Además, como el
agua absorbe el CO2 del ambiente, puedes notar un sabor metálico desagradable”,
apunta el director de SAIA.
¿Qué te puede pasar si bebes
agua contaminada con alguna bacteria? “Podríamos sufrir una gastroenteritis o
algún problema intestinal. Aunque es cierto que el agua no es lo más peligroso
porque los microbios no crecen fácilmente en ella, ya que no tiene nutrientes.
Los alimentos son susceptibles de tener mucha más contaminación”, según Mulet.
La
Vanguardia
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