Teresa Ribera: "El agua es uno
de los elementos críticos en escenarios de cambio climático"
No es
habitual encontrar en España expertos en cambio climático al nivel de Teresa
Ribera (Madrid, 1969). Su conocimiento de los mecanismos de actuación frente al
fenómeno la ha convertido en una voz indiscutible en los foros internacionales;
es de hecho la actual directora del Instituto de Desarrollo Sostenible y
Relaciones Internacionales (IDDRI) con sede en París desde junio de 2014.
Por otro
lado, su trayectoria política le ha dotado de una visión trasversal de los
entresijos de la política climática española, en la que ejerció durante los
años más críticos del Gobierno del PSOE (2008-2011).
En esta
entrevista nos desvela las claves que contribuirán a una lucha efectiva contra
el calentamiento global, además de analizar la situación actual de España en
esta materia.
Pregunta:
Sra. Ribera, a lo largo de su vida laboral ha ocupado diversos cargos
relacionados con el cambio climático. ¿Cómo se ha desarrollado su trayectoria
profesional en este sentido?
Respuesta:
Llegué al cambio climático por casualidad y aquí me quedé. Soy funcionaria por
vocación, convencida de que desde las administraciones se puede mejorar la vida
de las personas. Me pidieron que participara en el grupo de trabajo europeo
sobre el régimen de cumplimiento del Protocolo de Kioto, y a partir de ahí fui
descubriendo la trascendencia que el cambio climático tiene en nuestras vidas y
los enormes desafíos que tenemos por delante. Después trabajé en muchos
aspectos técnicos en la Oficina de Cambio Climático, tuve el privilegio de ser
su primera Directora General y posteriormente Secretaria de Estado de Cambio
Climático. Todos esos años me permitieron entender bien la dinámica
internacional y doméstica, las conexiones entre actores y con otras agendas
como la energética, la científica, la biodiversidad, la económica y
empresarial, la social... Ahora hace cuatro años que trabajo como directora de
un think tank francés especializado en desarrollo sostenible, dedicado a
reflexionar y proponer cómo seguir avanzando en asuntos tan importantes como
clima y cambio de modelo energético, protección de la biodiversidad y promoción
de sistemas agrícolas sostenibles, océanos y gobernanza de la sostenibilidad.
Mi función es acompañar a los equipos en la selección y análisis de los temas y
perspectivas más relevantes y contribuir a la divulgación de las propuestas.
P.- Sus años
como Secretaria de Estado de Cambio Climático en el Gobierno socialista
coincidieron con una grave sequía en España, similar a la que atraviesa el país
hoy en día. ¿Qué lecciones aprendidas destacaría de aquella época? ¿Cuáles
diría que fueron las mayores dificultades a las que se enfrentó el Gobierno de
entonces?
R.- Hay dos
lecciones clave: la primera es que no se puede hacer demagogia con el agua; y
la segunda es anticipar, anticipar y anticipar.
Creo que
fueron los años en los que se hizo patente el inmenso error que supone hacer
demagogia política con el agua. Es un bien escaso y precioso y considerar que
la oferta de agua ha de ser gestionada para satisfacer una demanda sin límite
es irreal. Los problemas del agua son muchos y variados, algunos asociados a
los impactos del cambio climático, los más a malas prácticas, a abusos, a
deficiencias y pérdidas en las infraestructuras de transporte. Mis colegas
intentaron cumplir con los requerimientos de la Directiva Marco del Agua,
pensar en términos ecológicos y de gestión de la demanda, asegurar la
posibilidad de tener aportaciones adicionales vía desaladoras e impulsar los
planes de saneamiento, depuración y eficiencia en el regadío. No siempre todos
veíamos las cosas del mismo modo y no siempre era fácil llegar a una conclusión
compartida.
Nada es
perfecto todavía y algunas cosas han empeorado. Las presiones para lograr
mayores volúmenes de trasvases, el atractivo de obras con poco sentido o la
poca racionalidad con la que se abordan muchos de estos debates siguen siendo
dificultades importantes por resolver. Confío en que el mensaje principal haya
llegado a todas partes y no cometamos el error de volver a creer ingenuamente
en el crecimiento ilimitado del consumo.
España debe
contar con escenarios hidroclimáticos; debemos esforzarnos por evaluar y
planificar correctamente, por mantener su valor ecológico, reducir
drásticamente las aportaciones de contaminantes, hacer un uso eficiente,
depurar y reciclar adecuadamente, mejorar su política de precios y recuperación
de costes y asegurar, a través de técnicas como la desalación, la posibilidad
de disponer aportaciones extraordinarias para supuestos de necesidad.
P.- La
ministra Tejerina ha afirmado que la sequía va a complicar el decrecimiento de
emisiones de CO2 en España. ¿Cree que es incompatible la reducción de emisiones
con la falta de agua?
R.- Por
supuesto que no. El nexo agua, energía y alimentos es capital. No sé qué quiere
decir la ministra Tejerina, pero me parece que esta frase refleja más el pasado
que el futuro. Supongo que traslada la visión que tiene de este asunto su
colega el ministro Nadal, para quien la energía se resume en térmicas, nuclear
e hidráulica y defiende un sistema eléctrico como coto reservado para grandes
empresas tradicionales.
Hay quien
todavía piensa que si no hay agua, no queda más remedio que quemar carbón. Se
olvida que, si no hay agua, no es posible refrigerar centrales térmicas y que,
a la inversa, necesitamos energía para obtener agua cuando no la hay.
Afortunadamente, la realidad tecnológica y social ha cambiado mucho en poco
tiempo. España debe mirar al futuro y pensar en su progreso, no en la
consolidación y protección a ultranza de modelos obsoletos. La generación
hidroeléctrica cambiará con respecto a los patrones tradicionales, pero también
cambiará el resto de los aspectos que perfilan nuestra relación con la energía:
apostaremos por aumentar al máximo nuestra inversión en eficiencia, en las
alternativas energéticas descentralizadas que coexistirán con las grandes
plantas de generación y la generalización de otras opciones renovables de muy
diferente escala. La revolución digital ayudará a ello. La ministra Tejerina
tiene en sus manos ser ambiciosa y coherente en las medidas estructurales que
el cambio climático obliga a adoptar en sectores incluidos en su cartera:
observación del clima, agua, biodiversidad, agricultura y ganadería, calidad del
aire e impacto ambiental, costas y recursos marinos... Y podría erigirse en el
referente político capaz de orientar las decisiones de sus colegas en materia
de infraestructuras, movilidad, fiscalidad, agenda urbana o energía, todas
ellas fundamentales y enormemente afectadas por el Acuerdo de París. Yo confío
en que ésta sea su apuesta.
P.-
Actualmente, el Gobierno se encuentra en pleno proceso de elaboración de una
Ley de Cambio Climático. ¿Por qué es necesaria esta ley y, en su opinión, qué
fundamentos debería recoger este texto?
R.- Porque
necesitamos dotarnos de un marco que multiplique y acelere nuestro potencial de
acción, que facilite las sinergias entre todos los actores y la mayor
coherencia entre políticas fiscales, de infraestructuras, energéticas,
financieras... Porque necesitamos entender qué nos jugamos y sentar las bases
de un proyecto en común para las próximas décadas, y porque necesitamos un
marco público que facilite opciones a quienes pueden sufrir como consecuencia
del cambio climático o de la revolución industrial, financiera y energética que
lo acompaña. Necesitamos una ley que favorezca la reducción de emisiones, la
construcción de resiliencia y la capacidad de adaptación. Una ley que ofrezca
soluciones solidarias a los colectivos más vulnerables; que muestre el riesgo
al que se enfrentan nuestros actores económicos y nuestra economía, que integre
en cada decisión sectorial la variable climática... Una ley que ofrezca de
forma transparente y clara marcos de participación y evaluación de políticas,
una ley comprometida que permita alcanzar el objetivo de contar con emisiones
próximas a cero en el entorno de 2050 y dé señales a la industria y a los
inversores sobre dónde destinar recursos y por qué debemos abandonar otros.
El
"mercado" puede resolver muchas cosas pero no garantiza ni que llegue
a tiempo ni que lo haga de manera justa. Un marco normativo que facilite el
cambio y ofrezca medidas de apoyo a los más vulnerables facilita las cosas.
P.- Con la
vista puesta en el futuro, ¿cuáles cree que deberían ser las prioridades
políticas, económicas y sociales de nuestro país para poder afrontar con
garantías un futuro climático incierto?
R.- El
cambio de modelo energético, la buena gestión del agua -en términos
cualitativos y cuantitativos, prestando máxima atención a la depuración y
reutilización, a la eficiencia y a la calidad de los ecosistemas hídricos, a la
prevención de inundaciones y sequías...-, la fiscalidad ecológica, la
transparencia y el reporte de riesgos ambientales de las empresas cotizadas, la
coherencia en la contratación pública y en el sistema de financiación de CCAA y
EELL, el reconocimiento de la contribución ambiental y social de las
comunidades rurales y la solidaridad con los colectivos vulnerables al cambio
climático y la regulación que las políticas para afrontarlo.
P.- Agua,
energía, ciudades, movilidad, marco fiscal... Prepararnos para entender
realidades complejas e interdependientes, para trabajar juntos y desarrollar
capacidad de anticipación.
R.- ¡Claro!
De eso se trata... de entender y anticipar, sabiendo que el mundo es complejo e
interdependiente y que la relación entre los distintos actores es mucho más
estrecha de lo que solía ser.
P.- Uno de
los problemas más acusados a los que se enfrenta la adaptación y la lucha
contra el cambio climático es la búsqueda de financiación. ¿Cuáles son las
alternativas para asegurar la inversión en este sentido?
R.-
Financiar el incremento del coste inicial que supone hacer las cosas bien es
relativamente sencillo y sale a cuenta. En nuestro entorno es un problema de
ordenación correcta de prioridades y marcos regulatorios coherentes y bien
aplicados.
Es algo
distinto en países en desarrollo, en los que la premisa anterior sigue siendo
válida pero la necesidad de recursos es mayor y la vulnerabilidad aumenta como
consecuencia de la fragilidad económica y social (mayor dependencia del sector
primario, infraestructuras vulnerables, menor implantación de sistemas de
cobertura de riesgos...), acompañada, en determinadas zonas, de los mayores
riesgos físicos que acarrea el cambio climático.
Financiar
resiliencia y adaptación corresponde tanto al sector privado (si planea bien su
inversión) como al sector público, pero requiere una combinación mucho más
inteligente de ambas. ¿Cómo reducir el riesgo para hacer atractiva la
inversión?, ¿qué aspectos de interés general y de equidad deben ser priorizados
por el presupuesto público? Son debates que se plantean ya en los bancos de
desarrollo y en la industria del seguro, en los responsables de los
presupuestos públicos y las políticas sectoriales. No tienen una respuesta
única pero exigen atención inmediata, cada cual a su nivel.
P.- Usted
participa activamente en los foros internacionales sobre el clima. ¿Qué herramientas
son más efectivas para abordar los desafíos climáticos?
R- Las
señales más importantes que pueden facilitar las instituciones públicas son las
fiscales (incentivando y gravando correctamente beneficios y daños), las
regulatorias en torno a la energía (marcando escenarios de salida de los
hidrocarburos de la cesta energética... carbón de forma inmediata, y en la
década de los 20, petróleo en la década de los 30 y gas en la de los 40),
transparencia y entendimiento de riesgos financieros (facilitando así la
inversión responsable), vigilancia y anticipación para poder identificar los
riesgos y facilitar la adaptación temprana, y solidaridad, mucha solidaridad
con quien, siendo vulnerable, siente este proceso como una gran amenaza.
Con respecto
a las empresas y la sociedad creo que el mensaje de alerta es fundamental: se
trata de un desafío para la sociedad y para cada uno de nosotros. Es
imprescindible que cada uno analicemos con rigor e inteligencia la información
de la que disponemos para hacer una evaluación del entorno en el que se
desarrollará nuestra vida y nuestro negocio y favorezcamos la toma de decisión
coherente y constructiva para hacer frente a la nueva realidad que tenemos
delante. No hay desarrollo, ni crecimiento, ni beneficio en entornos de cambio
climático intenso. No es posible un retorno al modelo tradicional de
crecimiento; es simplemente inviable.
P.- Hablemos
del sector del agua. ¿Cuáles son los efectos del calentamiento global más
preocupantes sobre el ciclo del agua y qué medidas podrían atenuarlos?
R.- El agua
es uno de los elementos críticos en escenarios de cambio climático, tanto por
lo que afecta a la disponibilidad del recurso en sí mismo, en calidad y
cantidad; como por la incidencia indirecta que ejerce en otros muchos aspectos:
impactos en ecosistemas, en sistemas agrarios, en infraestructuras
construidas...
Genera un
efecto en cadena: físico y químico en primer lugar; en los ecosistemas a
continuación y en las estructuras económicas y sociales inmediatamente después.
Todavía no
sabemos bien cómo puede afectar el cambio climático al régimen de lluvias.
¿Lloverá menos o lloverá más? Sí sabemos que puede llover más o menos lo mismo
en promedio pero repartido de forma distinta... lluvias torrenciales seguidas
de grandes sequías, por ejemplo. Sabemos también que el incremento de la
temperatura altera las variables de evaporación y de consumo. Sabemos que puede
verse afectada la disponibilidad y la demanda y sabemos que pueden producirse
tensiones en torno al acceso al agua o grandes catástrofes consecuencia de
inundaciones o grandes tormentas. Por tanto, nos conviene entender, observar y
anticipar; preparar las infraestructuras adecuadas para un uso eficiente, para
resistir parámetros climáticos distintos, a veces extremos.
P.- Por
último, ¿cómo ve su futuro profesional, quizá ligado a temas ambientales de
nuevo en política?
R. - Me veo
trabajando por el desarrollo sostenible. Hay muchos modos y sitios para
trabajar en ello y donde estoy ahora es un espacio excelente.
Publicado
por Iagua.
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