El uso doméstico se lleva sólo el
10% del total de agua dulce a nivel mundial
La lucha por los recursos es
inherente al ser humano. El desprecio mostrado por ellos, sin embargo, es algo
bastante moderno. En un momento en el que parte de la humanidad ha apretado el
cinturón a toda la especie con escasez y cambio climático, la necesidad de un
consumo responsable y de una buena gestión de los recursos es más trascendental
que nunca. Y más aún si se habla del recurso más básico no solo para el ser
humano, sino para la vida en el planeta: el agua.
Día tras día, los humanos usamos
agua para vivir –a menudo en cantidades excesivas-. Beber, cocinar, asearse y
lavar son alguna de las actividades en las que recurrimos al agua. Pese a la
ingente cantidad de litros destinados a uso doméstico, solo representa el 10%
del total del agua usada, mientras que el sector de la industria y la
generación de energía representan un 20%.
Entonces, ¿dónde se destina el
70% restante? En la agricultura, que abarca ganadería, acuicultura y
silvicultura. Este sector necesita grandes cantidades de agua para producir
alimento, pero es indispensable que haya un uso sostenible de este recurso si
se quiere cumplir el objetivo del milenio de cara al 2030.
Hoy en día, la escasez de agua
afecta a más del 40% de la población, mientras que 2.100 millones de personas
carecen de acceso a servicios de suministro de agua potable gestionados de
forma segura, según apunta la ONU.
Se estima que, para 2050, la
población mundial habrá aumentado en unos 2.000 millones de personas y la
demanda mundial de agua podría llegar a ser un 30% superior a la actual. Cerca
de una de cada cuatro personas se verá afectada por escasez recurrente de agua
para entonces. Y el continente más afectado por dicha escasez será África.
Teniendo en cuenta que en el
mundo existe actualmente la misma cantidad de agua que hace 2.000 años y que se
ha incrementado la sobreexplotación, la contaminación y los efectos del cambio
climático, actualmente, casi el 40% de los seres humanos cuentan con problemas
de escasez de agua, circunstancia que, para el 2.025 afectará a un 66% de la
población mundial asentada en países de África y Asia Occidental, tal y como.
El problema del saneamiento es
mayúsculo. Más del 80% de las aguas residuales generadas por la sociedad vuelve
al medioambiente sin haber sido tratada ni reutilizada. Esta cifra alcanza el
90% en los países en vías de desarrollo. La falta de agua potable causa la
muerte de 4500 niños por día, en su mayoría pertenecientes a los países en
desarrollo.
Cada año mueren 3 millones y
medio de personas debido a enfermedades relacionadas con la calidad del agua.
El 98% de esas muertes se producen en los países en vías de desarrollo.
Este es un problema que afecta de
forma mucho más directa a las zonas rurales que a las urbanas, según demuestra
un estudio de la OMS y UNICEF. De los 161 millones de personas que utilizan
aguas superficiales no tratadas (de lagos, ríos o canales de riego), 150
millones viven en zonas rurales.
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