Cada año, el Día Mundial del Medio Ambiente se organiza
entorno a un tema y sirve para centrar la atención en una cuestión particular
apremiante. El tema de 2017 se centra en la conexión de las personas con la
naturaleza, y nos anima a que salgamos al aire libre y nos adentremos en la
naturaleza para apreciar su belleza y reflexionar acerca de cómo somos parte
integrante y lo mucho que de ella dependemos. Nos reta a descubrir maneras
divertidas y apasionantes de experimentar y promover esa interrelación.
Miles de millones de habitantes de zonas rurales en todo el
mundo pasan su jornada diaria «en conexión con la naturaleza» y son plenamente
conscientes de que dependen del suministro de agua natural y de que la
naturaleza les provea de su modo de subsistencia gracias a la fertilidad del
suelo. Estas personas son quienes sufren primero las amenazas que los
ecosistemas afrontan, ya se trate de la contaminación, del cambio climático o
de la sobreexplotación.
Por lo general, es difícil asignar un valor monetario a los
dones de la naturaleza. Como ocurre con el aire limpio, no solemos apreciarlos
hasta que pasan a ser un bien escaso. No obstante, los economistas están
desarrollando maneras de medir el valor multimillonario de los denominados
«servicios de los ecosistemas», que abarcan desde la actividad de los insectos
cuando polinizan los árboles frutales, hasta los beneficios espirituales, para
la salud o recreativos que aporta practicar senderismo.
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