Socioecólogo.
Presidente de ERF.
Agua desperdiciada
A pesar de la
escasez hídrica, tiramos a espuertas recursos que podríamos reaprovechar
MARTES,
30 DE MAYO DEL 2017 - 21:14 El Periódico. OPINIÓN
Toda el agua que bebemos es regenerada.
Toda o casi toda. La envasada también. El ciclo natural se ocupa de ello. Los
ríos con sus acuíferos y las fuentes se alimentan de agua de lluvia. O sea, de
agua evaporada por el Sol. Agua salada marina o agua dulce continental; en todo
caso, agua a menudo cargada de
contaminantes. Al evaporarla, el Sol deja en el mar o en los
lagos las sales y la suciedad. Las nubes son agua destilada. Agua regenerada
que precipita, que es capturada y usada por
plantas y animales. Agua finalmente residual que será de nuevo
e incansablemente regenerada por evaporación solar. Es así desde hace millones
de años. Por ello, cada gota de agua que bebemos es agua ya probablemente usada por alguien en algún momento de la
historia del planeta.
Es una cuestión relevante.
Ignoramos si el agua de la Tierra se formó en nuestro propio planeta o si
procede de cometas de hielo con los
que colisionó millones de años atrás. No importa. Es la misma desde siempre. La
más cristalina fue sucia en algún momento. Esa capacidad para recuperar la pureza es una de las características del
agua, justamente. Por eso es tan sorprendente que en el tecnificado mundo
actual no seamos capaces de emular el ciclo natural y, así, dejar de tener problemas de disponibilidad
hídrica. De hecho, sí somos capaces. Sabemos hacerlo. Lo que no
hemos sabido hasta hoy es vencer el obstáculo cultural de plantearnos la regeneración al por mayor y
superar prejuicios e intereses creados.
LA EFICIENCIA DEL
SISTEMA
Una determinada corriente de
opinión concentra ahora sus esfuerzos en la municipalización
del suministro de agua. Es un tema secundario. La titularidad
de un servicio regulado tiene una trascendencia relativa, si el regulador actúa
como es debido. Lo importante es la calidad, la equidad y la eficiencia. La
calidad y la equidad, en nuestro país, están garantizadas: el agua del grifo es
sanitariamente segura y su precio es francamente bajo. Por el contrario, la eficiencia del sistema es
escasa. Este sí es un gran tema.
No me refiero a las pérdidas
de red. Hablo de la
compleción del ciclo. El ciclo antrópico del agua es abierto:
captamos, potabilizamos, usamos, depuramos y vertemos. Cada gota captada acaba
incorporada a algún producto manufacturado o es tirada. Si la vertemos al mar
tras depurarla, evitamos la contaminación ambiental, pero no la reaprovechamos.
Dado el esfuerzo que cuesta depurar, parece absurdo el desperdicio, sobre todo
si, como ocurre a menudo, la
calidad de esa agua depurada es más alta que la del agua superficial
que captamos. Es decir, que a menudo tiramos agua más limpia que la captada
para su potabilización, un considerable contrasentido. Si trabajáramos en ciclo
cerrado, el agua depurada se reincorporaría al proceso, por lo que solo
necesitaríamos captar
una pequeña parte de agua nueva. El recurso, entonces, se
multiplicaría y su coste global se reduciría.
TRES ESTACIONES
En el Área Metropolitana de
Barcelona hay tres
estaciones de regeneración de agua: la de Sant Feliu de
Llobregat, la del Prat de Llobregat y la de Gavà-Viladecans. Juntas, tienen
capacidad para regenerar un máximo de 145 millones de metros
cúbicos anuales. El caso es que, en la actualidad, solo regeneran unos 4 millones.
Trabajan, por lo tanto, a menos del 3% de su capacidad potencial. Es irrisorio.
Además, toda esa agua
regenerada se destina a usos
agrarios y ambientales (recarga de acuíferos, restitución de
caudales fluviales, etc.). No es una mala opción, pero ni atendemos aún la
enorme demanda industrial que podríamos satisfacer, ni abordamos la
potabilización del resto de agua regenerada que podríamos procesar. Solo en la zona del delta del Llobregat hay una
demanda industrial potencial de unos 2 millones de m3 anuales. Satisfacerla y
reenviar el resto de agua tratada aguas arriba del Llobregat, antes de la
captación de la estación potabilizadora de Sant Joan Despí, sería una opción
más que sensata.
La
compleción del ciclo hidrológico vinculado a la actividad humana es la única garantía del
suministro a la par indefinido y económicamente abordable
Las depuradoras metropolitanas
barcelonesas tratan unos 10 metros cúbicos de agua cada segundo, o sea unos 300 millones de metros
cúbicos anuales, entre aguas residuales y pluviales. La
gran mayoría son vertidos al mar. En un contexto de escasez y de estrés hídrico
de las cuencas suministradoras (caso de la del Ter) ello es un inmenso
despropósito. Dejemos en paz al Ebro, al Ter en buena medida y al Ródano: bastaría regenerar o
eventualmente potabilizar el agua depurada. Se aseguraría el
suministro y de forma más barata, ecológicamente más lógica y territorialmente
más justa. De hecho, es un escándalo que aún no se haga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario