viernes, 5 de junio de 2015

Día mundial del Medio Ambiente

“Siete mil millones de sueños. Un solo planeta. Consume con moderación”


El Día Mundial del Medio Ambiente (DMMA) es el principal vehículo de las Naciones Unidas para impulsar a la acción y sensibilización por el medio ambiente. A lo largo de los años ha crecido hasta convertirse en una plataforma mundial que se celebra en más de 100 países. También sirve como “día de las personas” para hacer algo positivo por el medio ambiente, uniendo las acciones individuales en una gran fuerza colectiva que genere un impacto exponencial positivo para el planeta.

El eslogan del DMMA de este año es “Siete mil millones de sueños. Un solo planeta. Consume con moderación”. El bienestar de la humanidad, el medio ambiente y el funcionamiento de la economía depende en última instancia de la gestión responsable de los recursos naturales del planeta. Sin embargo, las personas siguen consumiendo muchos más recursos naturales de los que el planeta puede proporcionar de forma sostenible.

Muchos de los ecosistemas de la Tierra están llegando a su punto límite de agotamiento y cambio irreversible, empujado por el crecimiento de la población y desarrollo económico. Para 2050, si continúan las actuales pautas de consumo, y con una población mundial que crece y que se espera que alcance los 9,6 mil millones, necesitaríamos tres planetas para mantener nuestros actuales modos de vida y consumo.

Consumir con moderación supone vivir teniendo en cuenta el límite del planeta para asegurar un futuro saludable donde todos nuestros sueños se pueden hacer realidad. La prosperidad no tiene que suponer un coste para la Tierra. Vivir de forma sostenible significa hacer más con menos. Se trata de saber que las tasas actuales de uso de recursos naturales y los impactos medio ambientales de estos no han de ser parte indispensable del desarrollo económico.



Más información sobre el DMMA en www.unep.org

martes, 2 de junio de 2015

¿Hacia un planeta de secano?


Texto de Elianne Ros 31/05/2015. La Vanguardia

En el 2030, la población mundial se prevé que sea de unos 8.500 millones de personas y, si la humanidad mantiene el mismo tren de vida, el déficit de agua dulce del planeta alcanzará el 40%, según el informe de las Naciones Unidas sobre los recursos hídricos, hecho público el pasado marzo en Nueva Delhi. Todo nuestro sistema vital y económico gira en torno a un recurso natural limitado. Maximizarlo y gestionarlo de forma eficaz constituye el gran desafío del siglo XXI.


Cada vez que abrimos el grifo, tiene lugar un pequeño milagro. Detrás de este gesto tan cotidiano hay mucho más que un chorro de H2O (elemento compuesto de dos átomos de hidrógeno por uno de oxígeno) en estado líquido. El agua es el sistema sanguíneo de este planeta; un ciclo natural sobre el que la actividad humana ejerce una enorme presión. “La cantidad de agua dulce en la Tierra hoy es prácticamente la misma que en la época en que César conducía el imperio romano. Pero en los últimos 2.000 años, la población ha pasado de 200 millones a más de 7.200, y la economía mundial ha crecido aún más rápidamente (desde 1960, el producto interior bruto se incrementó un promedio de un 3,5% anual). La conjunción de la demanda de alimentos, energía, bienes de consumo y agua para esta gran empresa humana ha requerido un elevado control sobre el agua”, resume Sandra Postel, directora de la organización estadounidense Global Water Policy Project.
“Hay muy poca agua en el planeta azul”, constata Elías Fereres, catedrático de la Universidad de Córdoba que ha desempeñado numerosos cargos relacionados con la agricultura y la ecología. Fereres se refiere a que, pese a que el 70% de la superficie de la Tierra está cubierto de agua, apenas un 1% es dulce, al margen de la atrapada en forma de hielo en los casquetes polares y glaciares. Sobre este 1% no sólo reposa nuestra principal fuente de vida, sino el motor del mundo desarrollado. “El agua tiene tanto valor que no tiene precio, la clave de su uso está en obtener el máximo aprovechamiento de ella sin incrementar las desigualdades económicas, sociales y ambientales”, razona el catedrático.

¿Dónde radican estas desi­gualdades? “El despegue en términos de población y crecimiento económico sucedido en los años cincuenta fue propulsado, en gran parte, por la ingeniería del agua: embalses para almacenarla, canales para desplazarla, bombas para extraerla del subsuelo. Desde 1950, el número de embalses ha pasado de 5.000 a 50.000. Se construyeron una media de dos al día en medio siglo. En la mayor parte del mundo, el agua ya no circula siguiendo físicamente el proceso natural, sino de acuerdo con la voluntad del hombre”, subraya Postel.


El agua dulce en la Tierra es la misma que en la época del imperio romano, pero la población ha pasado de 200 millones a más de 7.200, y la economía mundial ha crecido aún más

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Acueducto de Gades

El vertido de residuos plásticos a los océanos se triplicará en el 2040 si no se actúa

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