Los curtidores y adobadores. Los lavaderos de lana
Me ha costado introducir este oficio,
pero teniendo en cuenta su proximidad al agua, los volúmenes de ella utilizados
y los efectos contaminantes sobre este medio, me he decidido a ello.
La palabra cuero proviene del latín curium
(Piel de los animales,
curtida), es decir se trata de la piel tratada mediante curtido.
La Península Ibérica ha estado desde
sus comienzos muy unida con la piel. Se puede ver sino la definición que hace
de Hispania ofrece Estrabón poco después de iniciarse la
era cristiana: "Hispania
es semejante a una piel extendida a lo largo de Occidente a Oriente",
y a veces mecionamos que la península es una piel de toro, indicando únicamente
la forma de la península.
Vertido de curtido a río |
La industria del
curtido de pieles ha sido siempre considerada como una actividad sucia y
contaminante, principalmente por los vertidos de aguas que conlleva y que,
históricamente, han acabado en los cauces de los ríos
En la antigüedad el curtido se consideraba una industria nociva y era relegada a las afueras de las ciudades en las zonas pobres. De hecho, los antiguos métodos de curtido eran tan malolientes que las tenerías que los emplean aún siguen estando aisladas de las ciudades. Los antiguos usaban el cuero para odres, bolsos, arneses, botes, armaduras, aljabas, vainas, botas y sandalias. Sobre 2500 a. C. los sumerios empezaron a usar el cuero, tachonado con cobre, en las ruedas de los carros.
En la antigüedad el curtido se consideraba una industria nociva y era relegada a las afueras de las ciudades en las zonas pobres. De hecho, los antiguos métodos de curtido eran tan malolientes que las tenerías que los emplean aún siguen estando aisladas de las ciudades. Los antiguos usaban el cuero para odres, bolsos, arneses, botes, armaduras, aljabas, vainas, botas y sandalias. Sobre 2500 a. C. los sumerios empezaron a usar el cuero, tachonado con cobre, en las ruedas de los carros.
Una vez conseguidas las pieles lo primero que
se tenía que hacer era remojarlas y limpiarlas para extraer el máximo de suciedad
posible y conseguir que cogieran la consistencia original. La necesidad de un
uso constante de agua es el motivo de que esta industria estés siempre situada
junto a un curso de agua.
Cuando el pelo era eliminado, los
curtidores ablandaban el material machacando estiercol sobre las pieles o mojándolas
en una solución de sesos de animales. Las heces de los perros eran las
preferidas para este fin, por lo que en las ciudades antiguas era frecuente ver
a niños recogiéndolas para ello, al igual que en las esquinas se colocaban
orinales para recoger la orina humana para luego usarlas en las curtiderías.
También se les aplicaba aceite, de cedro, alumbre o tanino y se estiraba la piel a medida que perdía humedad y absorbía el agente
curtidor.
Los adobadores en
Barcelona, organizados en cofradía desde el siglo XIII, se ubicaron dentro de
la trama urbana teniendo siempre presente la imperiosa necesidad de contar con
en las cercanías con una corriente de agua que se llevara el agua sucia
resultante del trabajo de limpieza y adobado de las pieles, y por ello buscaron
un emplazamiento junto a la antigua acequia, denominada Rec Comtal.
Un trabajo mal remunerado y penoso, y mucho más en el invierno por tener que estar en permanente contacto con el agua.
Curtido y tintado de cueros en Córdoba |
Ribera de
curtidores. Pamplona EN 1934 el
antiquísimo barrio de Curtidores era ya un conjunto de casas arruinadas y que
no desempeñaban la función para las que habían sido concebidas, es decir
albergar las tenerías o adoberías, en las que los artesanos medievales
curtían las pieles para la elaboración del cuero con el que se fabricaban
calzados de todos los tipos, odres, bolsos, correajes, arneses, armaduras, etc.
El lavado de
la lana
El valle del Jiloca (Teruel) fue un importante centro del comercio lanero
en la zona. En estas instalaciones se limpiaba la lana de impurezas, después
del esquileo, por el sistema de escaldado para el que se utilizaban grandes
pozas de sillería. Luego se aclaraba en un canal de lavado y se dejaba escurrir
y secar al sol. Este proceso permitía reducir el volumen de la lana y así
poderla enviar con más facilidad al resto de España y Europa. Acogían en un
patio central todas las tareas relacionadas con la limpieza del producto
(calderas, tinas, escurrideros, etc.). Este lavadero de lana es uno de los
pocos que quedan en Aragón. Fue construido por Juan Colás y Antonio de Alfaro
en el año 1646 por encargo del Concejo y utilizado para depurar las lanas que,
procedentes de las sierras de Albarracín y del Jiloca, se comercializaban hacia
el norte. Posteriormente, en el primer tercio del s. XVIII, se amplió
instalando una gran noria para elevar las aguas del río Jiloca. Ha estado en
funcionamiento hasta finales del siglo XIX.
Lavadero de lana en el Jiloca |
Estas
instalaciones solían ubicarse siempre fuera de los muros de las ciudades, por
dos razones fundamentales. En primer lugar, porque exigían la presencia cercana
de un curso de agua, ya que el proceso de curtido precisaba agua limpia en
abundancia. En segundo lugar, porque querían alejar del centro de las villas
los fuertes olores desprendidos por las propias pieles y por los productos
químicos que se empleaban. El fuero medieval navarro, de hecho, establecía
multas de consideración para quien ejerciera este oficio dentro de las
ciudades. Durante siglos, esta Ribera de Curtidores fue testigo del
trabajo de los peleteros que, tras raspar la grasa y el pelo adherido a las
pieles, las tensaban sobre unos bastidores donde se les aplicaba sal, alumbre y
otros productos, alternándolos con largos baños en agua limpia.
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