Índice
1. Introducción
2. Legislación
y marco legislativo
3. Productos
en el mercado potencialmente contaminantes a través de los desagües urbanos:
3.1. Fármacos, cosméticos y drogas
3.2. Pinturas y disolventes
3.3. Jabones y detergentes.
3.4. Otros productos de limpieza.
3.5. Toallitas húmedas, bastoncillos y
otros textiles.
3.6. Trituradores de basura.
3.7. Aceites vegetales usados
3.8. Grasas alimentarias y aceites de
automoción
3.9. Biocidas y plaguicidas
4. Equipos
domésticos de tratamiento de agua
5. Contaminantes
físico químicos específicos derivados de estos productos
5.1. Parámetros físico-químicos
5.2. Metales
5.3. Hidrocarburos Aromáticos Policíclicos
5.4. Orgánicos Volátiles.
5.5. Otros.
6. Recomendaciones
y conclusiones
1.
Introducción
Se ha admitido históricamente que el principal problema
en cuanto a contaminación aportada, y después detectada en nuestros
saneamientos públicos es la derivada de los vertidos industriales. Aunque esto
continúa siendo cierto, no lo es menos que cada vez se encuentran más
contaminantes (muchos de los cuáles presentan poca capacidad de ser depurados
en nuestras EDAR convencionales) y en concentraciones progresivamente más
altas, cuya procedencia está ligada al consumo y prácticas esencialmente
domésticas y domiciliarias.
Los gestores de las redes de saneamiento y EDAR estamos
detectando un problema que va a más, derivado del mal uso generalizado de
determinados productos muy utilizados por los usuarios domésticos y que son
vertidos al alcantarillado urbano a través de los diversos desagües domésticos.
Figura
1. Desagües domésticos
Por otro lado, se lanzan continuas campañas publicitarias
en las que, bajo el prisma de unas prácticas más respetuosas con el medio
ambiente, se recomienda al ciudadano el uso del saneamiento domiciliario como
elemento integrador de todos aquellos residuos tanto sólidos como líquidos de
los que necesita desprenderse (trituradores de basura). En este caso y sin
prejuzgar el objetivo ambiental propuesto, se obvian los efectos desfavorables
asociados a estas actuaciones: obstrucciones en colectores y redes de saneamiento,
sobre-cargas en EDAR, sobre-producción de lodos, mayor consumo energético y por
todo ello mayor coste del proceso de depuración. También podemos fijarnos de la
eliminación rutinaria vía desagüe de disolventes y compuestos orgánicos,
detergentes no biodegradables, pinturas, lacados, aceites de fritura y otras
grasas, higiene personal y productos empleados en jardinería como abonos y
fitosanitarios. A última hora y presionados por la CE hay que sumar los
productos orgánicos que aparecen a través de los metabolitos vía excreciones (ibuprofeno, codeína,
determinadas hormonas, etc.) y las drogas (cocaína, heroína, diseño, etc.).
Las continuas campañas
de los últimos años vinculadas al consumo del agua y las subidas
del precio de ésta, ha sensibilizado u obligado al
consumidor, tanto urbano como industrial, a reducir su consumo, lo que ha
implicado una bajada sistemática del caudal de entrada en las EDAR. No obstante
y si tenemos en cuenta que el consumo doméstico, de todo tipo, no ha bajado proporcionalmente
al caudal, el resultado ha sido un incremento de la carga contaminante.
2. Legislación y marco legislativo
El continuo y en ocasiones drástico cambio legislativo
acontecido en nuestro Estado con la integración en la actual Unión Europea, en 1.985,
que ha abarcado todos los ámbitos y especialmente el que nos ocupa, cuales son
las aguas residuales, así como la evolución tanto a nivel cualitativo como
cuantitativo del mismo, ha supuesto muy repetidas modificaciones y un
desarrollo intenso de todos los aspectos implicados en la materia.
En este sentido y con particular incidencia para los
saneamientos españoles, las aguas residuales depuradas que posteriormente son
vertidas a cauce público, están caracterizadas por los conocidos límites de
vertido los cuáles comprenden diferentes parámetros y sustancias a su vez
con distintos requerimientos en su concentraciones finales. Pues bien, estos
límites de vertido han sufrido sucesivas adaptaciones trasladando esta
situación a los vertidos residuales en general (tanto industriales como urbanos
–industriales más domésticos estos segundos-) y muy particularmente los
relativos a los sistemas de saneamiento y depuración integrados de aguas
residuales.
Lo que comenzó en los primeros Reglamentos y Ordenanzas
publicadas en España limitando unos pocos parámetros, ha acabado en la
actualidad y, fundamentalmente como consecuencia del referido más arriba gran
desarrollo legislativo europeo (dentro del marco comunitario) desde la
publicación de la Directiva Marco del Agua 2000/60/CE, en más de un centenar de
parámetros contemplados y limitados en
la diferente legislación, y que se hallan relacionados directa o indirectamente
con el agua residual.
Otro de los elementos importantes que ha dado pié a este
ingente desarrollo normativo ha sido la aparición de los denominados
contaminantes emergentes o no convencionales. Entre ellos pueden citarse a los
productos farmacéuticos, las sustancias prioritarias y preferentes (adoptamos
la denominación derivada de la normativa europea), disruptores endocrinos,
compuestos fitosanitarios y plaguicidas, etc.
Con respecto a sustancias farmacéuticas, disruptores
endocrinos, analgésicos, medicamentos, etc., se establecen desde la Unión
Europea restricciones a su presencia en nuestras aguas depuradas cuando son
sustancias habitualmente consumidas por el ciudadano en su ámbito doméstico (a
veces más consumidas de lo aconsejable) y lo van a seguir siendo, por lo cual
acabarán indefectiblemente en el agua residual urbana sin que los gestores y/o
explotares de los sistemas de saneamiento y depuración puedan hacer algo más
que recibirlas junto con el resto de los componentes de nuestras aguas
residuales urbanas.
Como conclusión, casi se podría afirmar que en España
hemos pasado en los últimos treinta años de medir la contaminación en el agua
residual en gramos/litro a partes por trillón, de no tener alcantarillado a
tratamientos como la ósmosis inversa y la ultrafiltración, de no depurar
nuestras aguas residuales a estar en condiciones de dar un agua residual
depurada de una calidad superior a la de muchos de nuestros ríos y
consiguientemente, de estar en posición de reutilizar estas aguas depuradas
para diferentes fines.
Como ya se ha comentado en el apartado anterior, es a
partir de la Directiva Marco cuando se ha publicado un rosario de normas de
diferente nivel que han sido traspuestas por los gobiernos estatales y que
tienen una incidencia total en la calidad del agua residual, desde que ésta se
vierte al alcantarillado hasta que se depura, y finalmente se vierte a nuestros
cauces públicos.
De entre las normativas, probablemente las que más
incidencia práctica tengan sean las cuatro siguientes:
– Real Decreto 508/2007 de 20 de abril E-PRTR.
–
Real Decreto 995/2000 de 2 de junio
Sustancias Prioritarias.
–
Real Decreto 60/2011 de 21 de enero sobre
criterios de Calidad Ambiental.
–
Real Decreto 1620 de 7 de diciembre de 2007 de
Reutilización.
Las consecuencias derivadas de las anteriores normas
estatales, unido a otras normativas como los desarrollos autonómicos
correspondientes así como a los reglamentos y ordenanzas de vertido locales
(municipal o supramunicipal y mancomunado) con una tendencia muy clara a
copiarse los unos de los otros, y dejando aparte los problemas específicos de
cada situación local concreta, convierten la panorámica actual en farragosa (e
incluso contradictoria, a veces) y sobre todo, en algo difícil de cumplir tanto
por parte de la Administración en sus distintos niveles como por el propio
administrado.
3.
Productos
en el mercado, frecuentemente utilizados
y potencialmente contaminantes.
Fármacos,
cosméticos y drogas: englobamos en este apartado tres tipos de sustancias
1. Fármacos,
como aquellas sustancias químicas y principios activos empleados para prevenir,
tratar, diagnosticar, detectar, aliviar o curar enfermedades de las personas y
los animales.
2. Cosméticos,
como productos que se utilizan para la higiene corporal o con la finalidad de
mejorar la belleza, especialmente del rostro (productos de maquillaje).
3. Drogas,
que según la OMS, son sustancias que introducidas en el organismo por cualquier
vía de administración (esnifada, inyectada, fumada o tragada) pueden alterar de
algún modo el Sistema Nervioso Central del individuo siendo además susceptibles
de generar una dependencia, ya sea psicológica o física.
Como es evidente, estos compuestos se incorporan a las
redes de saneamiento a través su excreción por la orina y las heces, bien en su
forma original, bien como sustancias metabolizadas (metabolitos).
También lo hacen a través de la higiene corporal, tras la utilización de
productos vía tópica, como las cremas, geles, champús, etc., o por enjuagues de
los envases que se han utilizado para su administración.
Admitida sin límite lógicamente, la vía fisiológica,
estos productos pueden también acceder a las redes de saneamiento por la
eliminación inadecuada de fármacos obsoletos o caducados, bien directamente por
vertido de los mismos (cosa prohibida en las Ordenanzas de Vertidos) o bien
englobados en la basura, pudiendo llegar a las EDAR en aquellos casos en que se
traten lixiviados de vertederos de RSU. Existen familias de estos contaminantes
cuya reducción en las estaciones depuradoras es nula o muy escasa y en otras es
total. De forma resumida se concluye que el rendimiento de eliminación es:
- Muy
bajo < 20%: ansiolíticos, fármacos de uso psiquiátrico
(antiepilépticos) y
Beta-bloqueantes
- Bajo
20-40 %: antibióticos y antiinflamatorios
- Medio
40-65 %: desinfectantes
- Alto
65-85 %: drogas de abuso
- Muy
alto 85-100 %: analgésicos, cafeína, hormonas y antilipídicos (reductor de
colesterol)
Por lo que muchos de ellos pueden acabar llegando hasta
los medios receptores libres (ríos, lagos, acuíferos, mares, etc...) o aparecer
en los biosólidos generados en las EDAR.
Aunque todavía no existen demasiadas referencias sobre la
presencia y efectos de estos contaminantes emergentes en sistemas de
saneamiento y medios receptores, ya se han detectado algunas de estas
sustancias, principalmente anti-inflamatorios como ibuprofeno, diclofenaco,
etc.., antibióticos del tipo de metrodinazol, ofloxacin, etc.., así como de otros
compuestos (analgésicos, fármacos cardiovasculares, anti-epilépticos,
anti-conceptivos, etc..) en varios ríos españoles y EDAR, si bien a
concentraciones muy bajas (≈1 µg/L). Estos niveles no son capaces de generar
problemas de salud pública, pero sí que pueden afectar a varios organismos
acuáticos (peces, anfibios, larvas de insectos, moluscos...) a los que acarrean
problemas de crecimiento, desarrollo, disfunciones sexuales y taras genéticas
más o menos graves que podrían avanzar en la cada trófica hasta organismos
superiores. Como información complementaria sobre el tema debe citarse la
reciente detección de niveles relativamente importantes de cocaína en varios
ríos españoles o la de ibuprofeno en otros.
Todo ello ha dado pié a que la CE esté empezando a
introducir limitaciones a algunas de estas sustancias o productos.
Fármacos y drogas presentes más habituales
presentes en el agua residual
|
Pinturas
y disolventes
La
generación de pequeñas cantidades de pinturas, disolventes y barnices en
nuestros hogares como consecuencia de pequeños trabajos domésticos de bricolaje
es algo habitual. En este sentido, las pinturas y barnices se componen de
variadas sustancias químicas del tipo de disolventes orgánicos, diluyentes,
aceites, pigmentos orgánicos y metales pesados. Como puede deducirse, su
vertido directo a los alcantarillados no es en absoluto deseable.
Si
bien lo anterior es totalmente cierto, no lo es menos que se trata de residuos
peligrosos y que su gestión debe ser como tales. Y aquí radica un problema
importante para evitar su vertido directo: en muchas ciudades, los Puntos
Verdes y similares no cuentan con la catalogación de Gestores de RP, ni como
Centros de Almacenamiento Temporal de RP, por lo cual el ciudadano de a pié no
puede optar más que por verter vía desagüe estos restos aplicando una dilución
discrecional con agua de grifo, o bien optar por una inertización doméstica con
arena o serrín para proceder a su vertido como residuo sólido.
Jabones
y detergentes
En
la vida diaria se entiende por detergentes únicamente a las sustancias que
disuelven las grasas o la materia orgánica gracias a su tensoactividad. Aunque
los jabones comparten estas propiedades, los jabones no son considerados en la
práctica como detergentes. Los jabones deben su tensoactividad a la propiedad
de sus moléculas de tener una parte hidrófila y otra lipófila y
poder emulsionar la suciedad insoluble en agua. Aparecieron en el
mercado doméstico productos detergentes de origen industrial que fueron
incluyendo mezclas de tensoactivos con otras sustancias, (coadyuvantes, como
los polifosfatos, silicatos, carbonatos y perboratos, y agentes auxiliares que
incluyen entre otros enzimas, sustancias fluorescentes, estabilizadores de
espuma, colorantes y perfumes). Los primeros detergentes de este tipo,
derivados del benceno se utilizaron ampliamente en los años 40 y 50,
pero no eran solubles ni biodegradables, lo que los hacía ecológicamente
dañinos. Una segunda generación de detergentes, los alquilsulfonatos
lineales, resultan menos tóxicos al ser más biodegradables.
Los
detergentes para ropa se pueden clasificar en tres grupos:
·
Detergentes en polvo
·
Detergentes líquidos
·
Detergentes en pastillas
Durante
muchos años los detergentes en polvo han ocupado la mayor parte del mercado de
los detergentes textiles, si bien la categoría de los detergentes líquidos está
creciendo cada vez más. Estos detergentes en polvo son uno de los elementos importantes, unido a
la presencia de aceites y sólidos, en la formación de precipitados compactos
que taponan las instalaciones de saneamiento.
Los
consumidores utilizan temperaturas de
lavado cada vez menores, bien para proteger los tejidos y los colores, bien
para ahorrar energía y proteger el ambiente. Por este motivo durante las
últimas décadas los fabricantes de detergentes se han visto forzados a
modificar severamente la composición de sus productos. Han respondido a estos
cambios añadiendo a sus productos enzimas, agentes oxidantes y fosfonatos.
La Comisión Europea propone la limitación de
fosfatos en los detergentes para la ropa. Aunque se trata de una buena iniciativa, el
borrador de ley no incluye en sus nuevas medidas a los detergentes utilizados
en el ámbito profesional ni a los detergentes lavavajillas, argumentando que no
existen alternativas viables desde el punto de vista técnico y económico que
garanticen unos buenos resultados. Las principales fuentes de contaminación de
las aguas por fosfatos son, por este orden: la agricultura, el vertido de aguas
residuales y los detergentes.
La
Comisión Europea propuso el día 4 de noviembre de 2010 la prohibición del uso
de fosfatos y la limitación del contenido de otros compuestos del fósforo en
los detergentes para la
ropa. Con la futura aprobación de la ley se pretende reducir
la cantidad de fosfatos en las aguas residuales, así como mejorar la calidad
del agua en general. El borrador de ley no afecta a los detergentes para
lavavajillas, ni a los detergentes que se utilizan en el ámbito profesional
debido a que en la UE aún no existen alternativas viables desde el punto de
vista técnico ni económico. Sin embargo, los Estados Miembros cuentan con la
posibilidad de regular el contenido en fosfatos de estos detergentes en circunstancias
específicas.
El
Vicepresidente de la
Comisión Europea , Antonio Tajani, Comisario de Industria y
Emprendimiento, afirma: “La propuesta de la Comisión de prohibir los fosfatos
en los detergentes para la ropa logrará que los ciudadanos europeos se beneficien
de una mayor calidad de agua en sus lagos, ríos y mares, mientras que las
empresas europeas seguirán liderando el este sector. La Comisión se mantendrá
al tanto de los progresos de la industria en el desarrollo de alternativas
viables desde el punto de vista técnico y económico para los detergentes para
lavavajillas.”
Los
fosfatos, al igual que los nitratos, si se vierten de forma excesiva en el
agua, pueden aumentar la cantidad de nutrientes hasta un nivel insostenible, e
incluso pueden provocar el crecimiento de las algas en perjuicio de otras
formas de vida acuática. Este fenómeno es conocido como eutrofización o, más
comúnmente, como mareas rojas o mareas verdes. Los mayores responsables del
vertido de fosfatos a las aguas superficiales son la agricultura y las aguas
residuales, con los detergentes en tercera posición.
Los
fosfatos se utilizan principalmente en detergentes para garantizar una limpieza
eficaz en aguas duras. Los fosfatos provenientes de los detergentes que acaban
vertiéndose en las aguas residuales tienen que eliminarse en plantas de
tratamiento de aguas mediante unos procedimientos químicos o biológicos muy
costosos. Por otro lado, no todas las plantas de tratamiento en la UE están
equipadas con la necesaria tecnología para llevar a cabo esta tarea.
El
borrador de ley pretende armonizar las medidas en todos los estados miembros de
la UE. La Unión
Europea y los países vecinos quieren que sus aguas sean de la mayor calidad
posible, así como evitar la eutrofización. Algunos estados miembros de la UE
ya cuentan con restricciones nacionales que limitan las cantidades máximas,
mientras que otros estados se confían a la acción voluntaria de los fabricantes
de detergentes. En algunas regiones, las medidas que toman los países de forma individual
no son suficientes para mantener la calidad del agua en unos niveles
aceptables. Este es el caso del río Danubio y del Mar Báltico, con 16% y 24% de
concentración de fosfatos procedentes de los detergentes respectivamente.
En
el caso de los detergentes para la ropa ya existen alternativas a los fosfatos
eficientes desde el punto de vista económico. Sin embargo, para los detergentes
lavavajillas y los detergentes utilizados en el ámbito profesional es necesaria
una mayor investigación e innovación que logren encontrar alternativas
adecuadas a los fosfatos sin reducir su eficacia. Esta carencia de alternativas
supone una oportunidad para la industria.
Algunas
alternativas a los fosfatos, aunque en una composición química distinta,
también contienen fósforo y, en concentraciones más elevadas, pueden suponer
riesgos medioambientales. Por este motivo, la normativa propone un límite de
0,5% de contenido en fósforo sobre el peso total del producto en un detergente
para ropa en el mercado de la
UE. Esta medida se aplicará a partir del 1 de enero de 2013,
lo que permitirá a los fabricantes de detergentes minimizar el coste de la
modificación de la composición de sus detergentes para ropa durante el ciclo de
vida normal del producto.
El
borrador de ley prevé la necesidad de revisar la situación de los detergentes
para lavavajillas hasta el 31 de diciembre de 2014.
La
propuesta beneficiaría no solamente a las plantas de tratamiento de aguas
residuales mediante la reducción del coste de la eliminación del fosfato, sino
también a los consumidores, que son quienes pagan por el tratamiento de las
aguas residuales, y al medioambiente.
El
Artículo 16 de la Normativa (EC) No 648/2004 sobre detergentes obliga a la Comisión Europea
a hacer entrega de un informe sobre el uso de fosfatos en los detergentes, así
como a presentar, en los casos en que esté justificado, una propuesta
legislativa con la previsión de la eliminación gradual o restricción de ciertos
usos. Basándose en el informe de 2007 (COM (2007) 234), completado mediante un
análisis detallado de diversas posibilidades para llevar a cabo los cambios, se
ha llegado a la conclusión de que la limitación de los fosfatos en el
territorio europeo, así como de otros compuestos del fósforo en los detergentes
para ropa, reduciría la contribución de los fosfatos provenientes de los
detergentes a la eutrofización de las aguas de la UE y reduciría el coste de la
eliminación del fósforo de las aguas residuales en las plantas de tratamiento.
La imposición de un límite en otros tipos de detergentes tales como los
detergentes para lavavajillas o los detergentes profesionales se ha considerado
prematuro, debido a la falta de alternativas viables desde el punto de vista
económico y técnico
Los
detergentes líquidos por su parte son cada vez mejor aceptados entre los
consumidores. Estos detergentes suelen tener una efectividad inferior a la de
sus homólogos en polvo. Esto se debe a la dificultad para incorporar en ellos
ingredientes como las zeolitas, los fosfatos y ciertos agentes blanqueantes.
Los fabricantes intentan compensar estos problemas técnicos aumentando la
concentración de tensoactivos en la fórmula. En los últimos años se está
produciendo un proceso de concentración de los ingredientes en las
formulaciones de los detergentes líquidos. Está demostrado que los detergentes concentrados tienen una
eficacia similar a la de sus homólogos convencionales, siendo los concentrados
más respetuosos con el medio ambiente.
A
pesar de llevar varios años en el mercado europeo los detergentes en pastillas
no han conseguido una cuota de mercado significativa. La mayor ventaja de los
estos detergentes es su comodidad de uso: se dosifican con facilidad, ocupan
poco y es fácil saber cuántas dosis quedan. Uno de los requisitos para formular
un detergente en pastillas es que se desintegre rápido al contacto con el agua
de lavado. Para ello los fabricantes suelen añadir ingredientes efervescentes,
dispersantes o sales de disolución rápida.
Otros
productos de limpieza
La lejía es un compuesto
químico para la limpieza y desinfección de superficies, cuyo
ingrediente activo, el hipoclorito de sodio. Es ampliamente utilizado como
agente blanqueador y tiene una acción bactericida excelente. Oxida la materia
orgánica. Es tóxico y corrosivo.
El
amoníaco es un producto de limpieza. Su efectividad consiste en sus propiedades
como desengrasante lo que lo hace útil para eliminar manchas difíciles. Se
utiliza como limpia-hogar diluido en agua. También es efectivo para
la limpieza de manchas en ropa, telas, alfombras, etc. El amoníaco es
capaz de quitar el brillo al barniz y la cera por lo que se utiliza en tareas
de decapado de muebles. Durante su utilización debe evitarse mezclarlo
con lejía, porque contiene hipoclorito sódico, que reacciona con el
amoníaco produciendo tricloraminas, gas irritante y muy tóxico.
El ácido clorhídrico, ácido muriático, agua fuerte o salfumán, es una disolución acuosa del
gas cloruro de hidrógeno.
Es muy corrosivo y ácido. Se emplea comúnmente como reactivo químico y se
trata de un ácido fuerte que se disocia completamente en disolución
acuosa. Una disolución concentrada de ácido clorhídrico tiene
un pH inferior a 1; una disolución de HCl 0,1 M da un pH de 1 (Con 40
ml es suficiente para matar a un ser humano, en un litro de agua. Al disminuir
el pH provoca la muerte de toda la flora y fauna). El cloruro de hidrógeno
tiene numerosos usos. Se usa, por ejemplo, para limpiar.
El hidróxido de sodio o hidróxido sódico, también conocido
como sosa cáustica o soda cáustica. A temperatura
ambiente, el hidróxido de sodio es un sólido blanco cristalino sin olor que
absorbe humedad del aire (higroscópico). Es una sustancia manufacturada. Cuando
se disuelve en agua o se neutraliza con un ácido libera una gran cantidad de
calor que puede ser suficiente como para encender materiales combustibles. El
hidróxido de sodio es muy corrosivo. Generalmente se usa en forma sólida o como
una solución de 50%. El hidróxido de sodio se usa para fabricar jabones, papel,
explosivos, pinturas y productos de petróleo. También se usa en el
procesamiento de textiles de algodón, lavandería y blanqueado, revestimiento de
óxidos, galvanoplastia y extracción electrolítica. Se encuentra comúnmente en
limpiadores de desagües y hornos.
Algunas
cosas que hay que conocer referentes a estos productos y que hay que procurar
evitar:
Productos detergentes, desinfectantes, los tensoactivos contenidos en los
detergentes y otros productos disuelven la grasa y facilitan su arrastre en el
agua. Sin embargo, interaccionan en el medio ambiente pudiendo formar espumas,
disminuyendo la difusión del oxígeno atmosférico y aumentando la toxicidad de
algunos compuestos en el agua.
Algunos
tensoactivos pueden comportarse como disruptores endocrinos (alteradores del
sistema hormonal). Además los detergentes pueden contener formadores de
complejos que disminuyen la dureza del agua mejorando la actividad del
detergente -a menudo fosfatos- y por multitud de aditivos. El fósforo se
elimina parcialmente en la depuración. Pequeñas cantidades vertidas al medio
puede generar eutrofización si las aguas se estancan o se regeneran poco.
El formaldehido es una sustancia
corrosiva para los ojos, la piel y tracto respiratorio. La inhalación de este
gas puede causar edema pulmonar. La exposición a niveles elevados puede
producir muerte. Los efectos pueden aparecer de forma no inmediata. El contacto
repetido o prolongado puede producir sensibilización cutánea y respiratoria. La
sustancia es probablemente carcinógena para los humanos y puede causar daño
genético. Posibilidad de urticaria inmunológica de contacto.
La lejía y los polvos, los
compuestos clorados como el hipoclorito sódico, que se encuentran en la mayoría
de las lejías, emiten vapores tóxicos que irritan las mucosas, pudiendo dañar
los pulmones. La lejía quema la piel y es tóxica por ingesta. Una vez en el
medio ambiente puede formar sustancia organocloradas. Algunos polvos
limpiadores contienen amoníaco, y por eso no deben mezclarse con lejía, pues
estos emiten aminas cloradas tóxicas en forma de gases. La lejía y el amoníaco
contaminan el agua y destruyen las bacterias beneficiosas que descomponen las
aguas residuales. También perjudican los procesos de descomposición que tienen
lugar en los tanques sépticos.
Toallitas
húmedas, bastoncillos y otros textiles
Las
toallitas y bastoncillos para higiene personal han pasado a ser productos de
uso muy extensivo en nuestros hogares. En este sentido, su evacuación directa
vía saneamiento doméstico suele ser una práctica habitual y ello está
presentando graves problemas, tanto en la funcionalidad de las instalaciones de
saneamiento (colectores, bombeos…) como en el encarecimiento del mantenimiento
de la explotación de nuestras instalaciones de depuración. Se da la
circunstancia de que los fabricantes de estos productos los presentan como “responsables
y respetuosos con el medio ambiente” al estar fabricados de materias primas
naturales de origen orgánico, no blanqueadas con cloro, libres de dioxinas y
colorantes, y biodegradables, con lo que pueden por lo tanto desecharse incluso
a través del WC.
Pero
debe matizarse que si bien y efectivamente son productos biodegradables, este
comportamiento se produce tras un determinado tiempo de residencia en el
agua, por lo que a los sistemas de saneamiento llegan tal cual se tiran y
debido a las características físicas del producto con “gran superficie y
poder de absorción”, se potencia la posibilidad de quedar atrapadas por
cualquier rugosidad del colector, pequeños obstáculos depositados en ellos
(piedras, raíces, etc.) o en tramos del colector con poca pendiente o con
ángulos pronunciados, o en los propios bombeos de las redes de saneamiento.
El
resultado es que con el tiempo se van produciendo unas notables acumulaciones y
tapones de considerable tamaño que en días de fuerte aumento de caudal (labores
de mantenimiento, lluvias, etc..) son arrastrados hasta las EDAR, generando
problemas en los elementos de elevación y compactación de las instalaciones
(bombeos, filtros y tamices), daños en los sistemas hidráulicos y por consiguiente,
una mayor incidencia en el día a día de la explotación de la depuradora con
considerables sobre-costes técnicos y económicos asociados.
Trituradores
de basura
Los
trituradores de basura son unos dispositivos para desechar por el fregadero
residuos orgánicos, que terminan en la
red de saneamiento, en lugar de ir al cubo de basura para recibir un
tratamiento adecuado. Esta práctica poco ecológica supone transferir los restos
sólidos orgánicos a las redes de saneamiento, lo que provoca un aumento
considerable de la contaminación de las aguas residuales, que sobrecarga las
estaciones depuradoras y favorece los atascos en las redes de alcantarillado.
Por
este motivo, es una práctica habitual en la mayor parte de los Reglamentos y
Ordenanzas de Vertidos de España la prohibición del uso de trituradores y,
desde AEAS (Asociación Española de Abastecimiento y Saneamiento), se elaboró en
2009 una nota informativa para los
asociados en la desaconsejaba encarecidamente a sus asociados la instalación de
trituradores.
Sin
embargo, en la Unión Europea, se está desarrollando un Proyecto Europeo,
denominado ReWiSe, cuyo objetivo es sustituir la recogida de materia orgánica sólida por una
recogida de aguas residuales en los que se incorporan estos restos. La idea se
completa con la implantación de digestores en las EDAR para generar biogás y
así aprovechar la energía contenida en la materia orgánica. Puede ser una buena
idea si el diseño del saneamiento es nuevo y no se contradice con los planes de
recogida y tratamiento de basura doméstica local, autonómica o estatal.
Por
otro lado, en el borrador del Plan Nacional Integrado de Residuos 2007-2015 se
recopila la composición media de los RSU (de la que se deduce que el 44% son
materias orgánicas, y por tanto potencialmente biodegradables). En este
sentido, el Plan Nacional estima que se generan en el Estado 1,437 kg hab/día
de basura, de la que 0,632 kg hab/día sería materia biodegradable. Lo anterior
representa en términos globales una cantidad de 10.003.462 Tm/año.
Triturador
de residuos domésticos
Supongamos
por ejemplo una población de 100.000 habitantes, que genera unos 25.000 m3
de agua residual al día, la cual implica (datos de AEAS, 2.009) un total de
18.675 kg de DQO. Esta misma población, de generalizarse el uso de los
trituradores de basura, aportaría 63.200 kg de materia biodegradable al agua
residual, lo que suponiendo una tasa de conversión del 25% en DQO,
prácticamente duplicaría la carga de entrada a la EDAR urbana (18.765+15.800)
kg/d de DQO, así como la generación extra de biosólidos y su posterior
tratamiento y gestión. ¿Estaría la EDAR en disposición de depurar este efluente?
Además, pensemos en el impacto que el alto contenido de restos orgánicos
tendría en la explotación y mantenimiento de colectores, bombeos, tanques de
tormenta y otros elementos de la red de saneamiento con aparición de
obstrucciones, putrefacciones y malos olores, etc. Finalmente, el sobre-coste
económico para vehicular estas aguas residuales más cargadas tampoco sería
desdeñable.
En
resumen y no parece muy lógico y aún
menos sostenible, tirar una basura ya sólida (restos de alimentos con un 50% de
sequedad) al agua residual para que ésta, con una concentración de sólidos
menor del 0,2% llegue a la EDAR, y una vez en proceso volver a separar del agua
residual la materia orgánica que se le ha añadido previamente por trituración
de la basura doméstica: existirán sobre-costes de energía eléctrica, de
reactivos químicos, de personal, etc., para obtener de nuevo un residuo (fango
al 20-30% de sequedad) que deberá ser eliminado como si hubiera ido al cubo de
basura.
Aceites
vegetales usados. Grasas alimentarias y aceites de automoción.
El
empleo de aceites vegetales, especialmente oliva y girasol, así como de grasas
animales en alimentación, es una práctica ligada a la cultura mediterránea. La
eliminación de los aceites de fritura agotados es una de las prácticas
periódicas más cotidianas en nuestros hogares (así como en instalaciones de
hostelería y restauración) y proceder a su evacuación directa por el desagüe
doméstico puede provocar serios problemas en los SISP.
Los
aceites-grasas en unión de restos de los detergentes y jabones de uso
doméstico, llegan a provocar en zonas de los colectores sujetas a velocidades
de circulación bajas (poca pendiente, codos, estrechamiento de colectores,
bombeos…) así como en los desagües generales de las viviendas, las denominadas “bolas
de grasa” capaces de generar
situaciones de atascos en colectores y elementos anexos, roturas y puestas en
carga de los mismos dificultando el intercambio gaseoso entre agua residual y
el aire en contacto con ella aumentando la progresiva anoxia de aquélla a lo
largo de los colectores, lo que en muchas ocasiones (especialmente en tiempo
seco) promueve la aparición de malos olores en las ciudades. Asimismo el agua
residual urbana llega a la EDAR con mínimos contenidos en oxígeno, cuando no en
anaerobiosis, lo que supone mayores requerimientos de aireación a lo largo de
su depuración en planta: respecto a esto, hay que tener en cuenta que cada
gramo de aceite supone un aumento de la DQO del agua residual de unos 2,5 g.
Por
otro lado, los aceites ya en la EDAR, dificultan el pre-tratamiento del agua
(por su asociación con las arenas de ésta) generando problemas de decantación,
incrementando los residuos producidos en depuración y en su caso, favoreciendo
también el incremento del consumo de aire (u oxígeno) en las balsas de
aireación. En éstas, actúan agresivamente frente a los microorganismos
depuradores obstaculizando su aireación celular y por tanto, su rendimiento
depurador. Finalmente, no es raro que cuando se procede a la aireación del agua
en la planta los aceites, en unión de restos de detergentes y jabones, generen
la aparición incontrolada de espumas de bastante incidencia negativa sobre la
explotación y también con un indudable efecto estético negativo.
Las grasas alimentarias
tienen su principal diferencia con los aceites de oliva y de semillas en su
mayor facilidad de solidificación. En este sentido se pueden reseñar idénticas
consideraciones a las efectuadas en el caso anterior. Sí debe hacerse hincapié
en su mayor capacidad de generar obstrucciones, dado que su acceso a los
saneamientos ya suele producirse en forma sólida, mientras los aceites de
fritura suelen llegar emulsionados generalmente.
Esto provoca que la
generación de residuos en una estación depuradora se multiplique por 20
respecto a una gestión en origen.
Por citar un ejemplo, en la
foto adjunta se observa la capa de grasa amarillenta formada en un
desarenador-desengrasador de una depuradora, originada por una fuga de 2.000 litros de aceite
usado de fritura. Para evitar problemas en la depuradora, hubo que retirar el
aceite mediante camiones succionadores, para su tratamiento en Gestor
Autorizado de Residuos, generándose 40.000 litros de
residuo oleo-acuoso.
Los aceites de automoción no
se pueden catalogar como residuos específicamente domésticos, sí bien es cierto
que, en muchas ocasiones, pueden acceder a los saneamientos a consecuencia de
prácticas privadas. En este caso, y además de las incidencias negativas que se
han expuesto en los puntos anteriores, debe indicarse que su afección es aún
más negativa al tratarse de residuos con una fracción importante de compuestos
orgánicos con potencial biotóxico y muy poco biodegradable.
En este sentido, los aceites
de motor usados tiene la consideración de Residuo Peligroso por su
contenido en disolventes orgánicos, metales pesados (cadmio, plomo, arsénico,
cobre), hidrocarburos, azufre y cenizas.
Biocidas y plaguicidas
Son productos químicos que
bien mediante contaminación difusa o bien por vertido directo pueden alcanzar
las redes de alcantarillado. La legislación española los divide en dos grupos, biocidas
y fitosanitarios, según su uso, si bien alguna de las sustancias activas
puede encontrarse en ambos apartados aunque en distintas concentraciones y
presentaciones. El grupo de biocidas autorizados para control de plagas en
salud pública viene regulado por el “Registro de plaguicidas no agrícolas o
biocidas” del Ministerio de Sanidad mientras el grupo de fitosanitarios o
plaguicidas agrícolas se regula mediante el “Registro de Productos
Fitosanitarios” del Ministerio de Agricultura, y Medio Ambiente. Dichos
registros especifican usos autorizados, estableciendo dosis de producto que se
pueden utilizar en cada uso, así como la gestión que se debe llevar a cabo con
sus envases y residuos.
Entre los biocidas podemos
encontrar variadas sustancias, desde el conocido cloro, hasta compuestos más
complejos tales como derivados órgano-fosforados, piretrinas y piretroides,
sales de amonio cuaternario, derivados cumarínicos, fenoles y otros productos
variados de síntesis. Los usos autorizados para estos son la desinfección,
desinsectación y desratización en general de los cascos urbanos, y en
particular para la industria alimentaria, hostelería, centros de enseñanza,
sanidad, y dependencias públicas y privadas. La desinsectación y desratización
de redes de alcantarillado, así como la desinfección de superficies suelen
presentar las más altas tasas de emisión a colectores y saneamientos públicos.
También con los productos de
limpieza y desinfección de las piscinas tanto públicas como privadas.
En cuanto a los productos
fitosanitarios encontramos productos químicamente simples como el azufre,
sulfato de cobre y bórax y, más complejos, tales como derivados
órgano-fosforados, órgano-nitrogenados, fenoles y una gran variedad de otros
productos orgánicos. Los usos autorizados para ellos se limitan al control de
plagas en zonas agrícolas, recreativas y forestales y los tratamientos
post-cosecha. En este sentido, el vertido directo de los caldos agotados en
aplicaciones post-cosecha y sus enjuagues y limpiezas, así como limpiezas de
depósitos de fumigación, fumigación aérea, y fumigación de cunetas, jardines y
parterres urbanos, son las fuentes más habituales de su ingreso en las redes de
saneamiento.
Así pues, dada la
biotoxicidad de estas sustancias que son muy poco biodegradables, son capaces
de atravesar las EDAR e ingresar en el medio natural bien como efluente
depurado, bien a través de la aplicación de fangos de depuradora en
agricultura. Por todo ello, aun siendo conscientes de la necesidad de
utilización de muchas de estas sustancias, se debe instaurar una cultura de
buenas prácticas en su empleo, atendiendo a lo establecido en sus fichas de uso
y etiquetas las cuáles debieran ser más explícitas en relación con la
inconveniencia de su eliminación vía saneamiento. Además, siempre debiera
sopesarse el empleo de otras alternativas más compatibles con el entorno para
el control de plagas.
Efluentes
de equipos domésticos de tratamiento de aguas
Es
cierto que el agua de consumo, pese a cumplir con los límites paramétricos
establecidos en el RD 140/2003, tiene diferentes características físico-químicas
en función de su procedencia: puede ser más o menos dura, tener más o menos
sales (conductividad, cloruros, sulfatos, nitratos) y presentar más o menos
sabor al desinfectante empleado. Así pues, toda esta situación podría generar
problemas variados para el consumidor, como por ejemplo, incrustaciones en
electrodomésticos y redes interiores de aguas, y sobre todo situaciones de
aparición de olor y sabor en el agua que no gustan especialmente a los
consumidores haciéndole tener además la percepción errónea de que recibe un
agua de mala calidad.
Respecto
al olor y al sabor son parámetros tremendamente subjetivos, capaces de
confundir y distorsionar la realidad de la calidad e incluso de generar ciertos
episodios de psicosis colectiva. En este sentido y según un reciente estudio de
la OCU, el 80% de los equipos domiciliarios de ósmosis instalados en nuestro
país se fundamentaba en problemas de olor y sabor, mientras que de un panel de
64 muestras estudiadas, todas ellas (es decir, el 100%) cumplían con la
normativa.
De
lo dicho se deduce que básicamente olor y sabor son los responsables de que el
usuario doméstico se incline por la compra de diferentes equipos que
aparentemente le van a solucionar los problemas. Sería importante que los
usuarios, previamente a la compra de cualquier sistema, se informaran acerca de
las características del agua concreta que consumen y de si verdaderamente
necesitan instalar equipos de estas características.
Conviene
ahora destacar la reciente información difundida por la OCU en el sentido de
recomendar que en los restaurantes de nuestro país se pongan a disposición del
cliente jarras de agua de grifo para su consumo, apoyando esta actuación la
excelente calidad global del agua en España.
En
cualquier caso, existen muchos modelos y sistemas de tratamiento doméstico de
aguas en el mercado siendo los más utilizados la ósmosis, los filtros de carbón
activo y los descalificadores por resinas de intercambio iónico (solos o en
conjunto). Salvando la ósmosis, el resto de los equipos sólo garantizan la
eliminación del sabor asociada a la del desinfectante residual, lo que pudiera
llegar a representar un verdadero problema para el propio usuario ya que
después de un cierto tiempo, el agua sin desinfectante residual expuesta a la
intemperie puede volver a re-contaminarse por la flora microbiana ambiental con
el consiguiente potencial riesgo sanitario asociado.
Si
bien la ósmosis opera con un alto volumen de agua de desecho frente a la
realmente empleada (entre el 50 y 90%) y que elimina el 90% de la contaminación
química y casi el 100% de la bacteriológica, de generalizarse el uso de agua
osmotizada para consumo, no es previsible una contribución suplementaria
preocupante a la contaminación emergente y de sustancias prioritarias al
saneamiento por este motivo, habida cuenta de los bajos caudales que se
manejarían y de las mínimas concentraciones de productos existentes en el agua
de limpieza y regeneración de estos sistemas.
Finalmente
y tomando ahora en consideración el empleo indiscriminado de descalcificadores
domésticos para reducción de la salinidad del agua, si toda el agua consumida
en una población se descalcificase domiciliariamente, se podría llegar a
incrementar la conductividad media del agua residual urbana hasta en un 10%, lo
que según qué casos, podría acarrear problemas de depuración en EDAR biológicas
así como una paulatina salinización en el cauce público que reciba el propio
vertido ya depurado.
No
sería descartable el incremento de problemas de corrosión en equipos de redes y
las EDAR al estar en contacto estos con un fluido mucho más agresivo desde el
punto de vista químico.
4.
Contaminantes específicos derivados de estos productos.
·
Los parámetros físico-químicos son contaminantes
característicos de las aguas residuales urbanas, como la materia orgánica
(Demanda Química de Oxígeno, Carbono Orgánico Total), nutrientes (nitrógeno y
fósforo) y otras sustancias o compuestos
procedentes de la actividad doméstica.
·
En el caso de los cloruros, además de ser un
anión presente de manera natural en las aguas y generado por la actividad
doméstica, también pueden proceder de equipos domésticos de tratamiento y
acondicionamiento de agua potable, sal utilizada para evitar placas de hielo,
drenajes de aguas salobres, infiltración salina en zonas costeras, pozos en
acuíferos litoral, etc. Los sólidos en suspensión son, en la actualidad, uno de
los principales problemas de gestión en el saneamiento de aguas urbanas.
Los sólidos en suspensión: el
empleo de fibras textiles, como por ejemplo, toallitas húmedas, pañales,
bastoncillos, etc., vendidos como biodegradables y por tanto susceptibles de
ser vertidos a través de los sanitarios se acaban convirtiendo como ya hemos
mencionado anteriormente en verdaderos bloques que por sí solos o mezclados con
otros residuos como detergentes y aceites acaban obstruyendo el alcantarillado
o causando problemas en los tratamientos primarios de la EDAR. Otro elemento a
considerar son los sólidos triturados procedentes de los residuos de comida que no son vertidos a través de la
basura domiciliaria y que se incorporan a la red de agua residual.
·
Los metales pesados
son un grupo de elementos químicos que presentan una densidad relativamente
alta y cierta toxicidad para el ser humano. Muchos de los metales que tienen
una densidad alta no son especialmente tóxicos y algunos son elementos
esenciales en el ser humano, independientemente de que a determinadas
concentraciones puedan ser tóxicos en alguna de sus formas. Sin embargo, hay
una serie de elementos que en alguna de sus formas pueden representar un serio
problema medioambiental y es común referirse a ellos con el término genérico de
"metales pesados".
La peligrosidad de los metales pesados es mayor al no ser química
ni biológicamente degradables. Una vez emitidos, principalmente debido a la
actividad industrial y minera, pueden permanecer en el ambiente durante cientos
de años, contaminando el suelo y acumulándose en las plantas y los tejidos
orgánicos. Además, su concentración en los seres vivos aumenta a lo largo de la
cadena alimentaria. Los metales pesados tóxicos más conocidos son el mercurio,
el plomo y el cadmio.
Existen numerosos materiales y productos de uso cotidiano que
pueden provocar la presencia de metales en las aguas residuales urbanas, como
es el caso de tuberías para la conducción del agua (cobre, plomo, zinc, cromo),
productos de limpieza y aseo personal, envases, etc... Asimismo actividades
urbanas como el tráfico o incluso la escorrentía del agua de lluvia que ha
estado en contacto con materiales metálicos existentes en las ciudades (cubiertas
metálicas, mobiliario urbano, materiales de construcción, etc.) pueden provocar
la presencia de metales en los sistemas de saneamiento.
·
Los Hidrocarburos Policíclicos Aromáticos son
un grupo numeroso de sustancias que, químicamente son derivados poliméricos del
benceno. Históricamente fueron los primeros agentes químicos en
ser reconocidos como causantes de tumores malignos en humanos. Se forman
básicamente cuando la materia orgánica se somete a una temperatura alta durante
un tiempo suficiente. Los HAPs se
encuentran en el petróleo el carbón y
en depósitos de alquitrán y también como productos de la utilización de
combustibles (ya sean fósiles o biomasa). Como contaminantes han despertado
preocupación debido a que algunos compuestos han sido entendidos e
identificados como cancerígenos, mutágenos y
teratógenos. Estos se asocian
principalmente a procesos de combustión, por lo que su presencia en aguas
residuales urbanas se debe en gran medida a las emisiones de HPAs provocadas
por el tráfico o la combustión de fuel o gasóleos en calderas. Se han detectado
en proporciones similares tanto en colectores urbanos como mixtos.
Su concentración aumenta en
las redes de saneamiento y depuradoras, tras los periodos de lluvia, por el
lavado de vías de circulación, y se acumulan principalmente en los fangos,
subproducto del proceso de tratamiento del agua residual
·
Los Compuestos Orgánicos
Volátiles (COVs ó VOCs): son sustancias químicas que contienen carbono y se encuentran en todos los
elementos vivos. Los compuestos orgánicos volátiles, a veces llamados VOC (por sus
siglas en inglés), o COV (por sus siglas en español), se convierten fácilmente
en vapores
o gases. Junto con el carbono, contienen elementos como hidrógeno, oxígeno, flúor,
cloro, bromo, azufre o nitrógeno. Los COV son liberados por la quema de combustibles,
como madera, gasolina, carbón o gas natural. También son liberados por disolventes
o pinturas y
otros productos empleados y almacenados en la casa y el lugar de trabajo.
Algunos ejemplos de compuestos orgánicos volátiles son:
o
Artificiales: benceno,
tolueno y nitrobenceno
Otros ejemplos de compuestos orgánicos volátiles son formaldehído, clorobenceno, disolventes como tolueno,
xileno, acetona y percloroetileno o
tetracloroetileno, el principal disolvente usado en la industria de
lavado en seco. Muchos compuestos orgánicos volátiles se usan comúnmente en
disolventes de pintura y de laca, repelente de
polillas, aromatizantes del aire, materiales empleados en maderas, sustancias
en aerosol, disolventes de grasa, productos de uso automotor y disolventes para
la industria de Lavado
en seco.
Incluyen una amplia variedad
de compuestos orgánicos, con diferentes usos. En el caso del cloroformo, su
presencia se debe principalmente a que se genera como subproducto de la
cloración de aguas potables. También cabe destacar la detección de determinados
compuestos utilizados como disolventes o desengrasantes, como es el caso de
xilenos, tolueno, tricloroetileno, tetracloroetileno, etc.
·
Los plaguicidas agrupan a numerosas
sustancias y grupos de sustancias que son utilizadas para el tratamiento de
plagas, fungicidas o eliminación de hierbas por lo que se les asocia con la
actividad agrícola o actividades industriales relacionadas con fabricación de
estos productos. En el caso de aguas residuales urbanas, puede detectarse la
presencia del alguno de estos productos procedentes principalmente de
actividades ligadas al control de plagas en parques, jardines, campañas de
desinsectación o desratización, etc. En zonas con actividad agrícola pueden
detectarse estos compuestos por escorrentías o malas prácticas agrícolas.
Muchos de estos compuestos son utilizados en épocas del año concretas para el
tratamiento de determinados cultivos, por lo que pueden detectarse con carácter
estacional.
·
Otros:
o
Alquilfenoles: la presencia de alquilfenoles
en aguas residuales urbanas se debe principalmente a la degradación de otros compuestos, como
los polietoxilatos de alquilfenol, utilizados en detergentes, también son utilizados
como piroretardantes, plastificantes e incluso en algunos productos cosméticos.
o
Organo-estannicos: los compuestos organoestánnicos son utilizados como
ingredientes activos para el control de organismos en productos textiles,
madera, pinturas antialgas para embarcaciones, etc.
o
Otros compuestos orgánicos: cabe destacar la
detección de di(2-etilhexil)ftalato tanto en aguas urbanas como mixtas. Estos
compuestos son utilizados para dar flexibilidad a los plásticos, incluso se han
utilizado en chupetes y otros artículos para niños. En el caso de los
bromodifeniléteres, se han detectado únicamente en un sistema de saneamiento,
por lo que el resultado no se puede considerar representativo. El resto de
compuestos analizados no se detectan.
5.
Recomendaciones.
• Reducir
el consumo de agua.
•
El saneamiento público no debe ser un pozo
ciego donde se eche todo aquello que nos sobra en el hogar puesto que las
depuradoras urbanas tampoco pueden depurar todo lo que les llega. Se debe
fomentar desde las Administraciones Públicas una política eficaz de segregación
de residuos de forma que se facilite su gestión y su valorización posterior.
•
Han de implantarse acciones coordinadas de
educación ambiental y control en origen, a fin de sustituir progresivamente los
compuestos químicos más contaminantes presentes en los productos de uso
domiciliario por otros más sostenibles.
•
Los desagües domésticos deben recoger
esencialmente, restos fisiológicos y restos de actividades domésticas de
imposible segregación: alimentación, aseo y limpieza doméstica. Otro tipo de
desechos domésticos sólidos, tales como toallitas, bastoncillos, algodón de
desmaquillar, etc., deben ser separados y enviados a gestión convencional como
Residuo Sólido Urbano.
•
En relación con la venta y publicidad de
determinados productos de papel y textil que son vertidos al inodoro, deberían
de realizarse campañas coordinadas entre los fabricantes de dichos productos y
los gestores de los sistemas de saneamiento con el fin de evitar publicidad
engañosa y lesiva para los intereses comunes.
•
Los trituradores domésticos deberían de estar
prohibidos a través de las ordenanzas municipales de vertido al alcantarillado.
Los sistemas de saneamiento españoles no están diseñados para asumir el
incremento de carga que estos representan. Determinados diseños urbanísticos
nuevos que impliquen saneamientos nuevos en donde se quiera utilizar estos
equipos de trituración, debería de realizarse con una adecuada coordinación con
los gestores de la red de saneamiento y depuración y con los de recogida y
tratamiento de residuo doméstico.
•
Todos los restos de comida deben ir al cubo
de la basura de restos orgánicos. Una forma de evitar que los restos sólidos se
cuelen por el desagüe es mediante la utilización de pequeñas rejillas para los
agujeros del lavadero y fregadero.
•
Desechos líquidos del tipo de aceites,
disolventes, pinturas, restos de fitosanitarios domésticos y abonos e
insecticidas, deben ser enviados a Centros Públicos de Recogida Selectiva. Los
centros de recogida son instalaciones de recepción selectiva de residuos
municipales, orientados a residuos especiales en pequeñas cantidades (pinturas,
disolventes, baterías, etc.), residuos voluminosos (muebles, electrodomésticos,
etc.), vegetales, escombros, así como otras fracciones que se pueden recoger
selectivamente.
La legislación nacional aplicable a
estos residuos es: Ley 10/1998, de 21 de abril, de residuos. Ley 11/1997, de 24
de abril, de envases y residuos de envases y el Reglamento que la desarrolla,
aprobado por Real Decreto 782/1998 y las posteriores modificaciones de ambos.
Real Decreto 653/2003, de 30 de mayo, sobre incineración de residuos. Real
Decreto 1481/2001, de 27 de diciembre, por el que se regula la eliminación de
residuos mediante depósito en vertedero. Ley 16/2002, de 1 de julio, de
prevención y control integrados de la contaminación. Plan Nacional Integrado de
Residuos 2008-2015, Resolución 20 de enero de 2009.
Nunca deberían usarse espacios públicos como sumideros indiscriminados de basuras.
También debe de evitarse tirar por el desagüe
el aceite de las latas de atún y otras conservas, en su lugar deberían de ser
gestionados por las empresas especializadas o se pueden guardar en botes de
cristal y ser llevados a un punto de recogida y reciclaje.
• Los
posos de café y té deben ir siempre al cubo de la basura.
• Los pelos: uno de los
problemas domésticos más habituales es que las cañerías se obstruyan por pelos.
En el mercado pueden encontrarse muchos productos para solucionar los atascos,
aunque también hay otras alternativas. Si la se utiliza un limpiador, hay que
leer las instrucciones del envase al detalle. Estos productos contienen
elementos químicos muy fuertes y su mal uso puede ocasionar serios problemas.
Habrá que proteger la piel y ojos usando guantes y lentes de seguridad.
Después, es necesario hacer correr mucha agua por la tubería. Los remedios
caseros suelen ser muy eficaces, especialmente para pequeños atascos. Un método
sencillo es limpiar las tuberías afectadas con una mezcla de levadura química y
vinagre a continuación, se vierte una
olla de agua hirviendo. También muy eficaz es el tradicional desatascador. Si
no se consigue quitar la obstrucción con el desatascador, hay que dar un paso
más y limpiar el sifón
•
Debe abogarse por un uso racional de los fármacos y por su eliminación correcta a través de
los puntos “SIGRE”, Sistema Integrado de Gestión de Residuos de los
Medicamentos y de sus Envases, habilitados a tal efecto en las farmacias. En la
actualidad, cerca de 21.000 farmacias disponen de un Punto SIGRE, donde
pueden depositarse los envases y restos de medicamentos de origen doméstico. Deberá
de hacerse un seguimiento intensivo en de la legislación europea en relación
con la fabricación y consumo de determinadas sustancias farmacéuticas muy
comunes, ya que sus metabolitos van a ser limitados. Al punto Sigre no deben
llevarse nunca gasas, apósitos, agujas y objetos cortantes, radiografías o
termómetros.
•
La contaminación difusa procedente de viales,
calles, parques y espacios públicos en general, puede minimizarse en gran
medida llevando a cabo las correctas, adecuadas y periódicas medidas de
mantenimiento y limpieza por parte las Administraciones competentes. Se
limitarían así las consecuencias de episodios climatológicos catastróficos.
•
En las redes de saneamiento unitarias deben
fomentarse la construcción de depósitos anti-DSU con el fin de reducir vertidos
contaminantes en los episodios de lluvia.
• Productos
de limpieza del hogar:
§ En
la limpieza del horno usar productos menos agresivos. Primero tratar de usar
recipientes altos para que se ensucie menos el horno. Luego, al limpiarlo, se
puede aplicar sal sobre algún líquido que se haya derramado cuando aún está
caliente. Además, mientras el horno está templado se puede usar una mezcla de
vinagre, limón y algo de jabón para limpiarlo. Para la suciedad incrustada se
puede utilizar una disolución de bicarbonato sódico.
§ Evitar
o al menos reducir el consumo de productos muy agresivos como limpiadores de
alfombras y tapicerías, desatascadores químicos, abrillantadores, etc. Si no
queda otro remedio, lo ideal es utilizar dosis muy pequeñas. En ocasiones es
posible sustituir estos productos por otros menos contaminantes para el agua,
como son el jabón de taco, vinagre, bicarbonatos y estropajos.
§ Utilizar
las dosis justas de lavavajillas al fregar platos a mano. Además se debería de
comprobar que el producto es biodegradable. Debe evitar echarse continuamente
jabón en el estropajo ya que esto provoca el uso de más jabón del que se
necesita. Una alternativa es el uso de lavavajillas ecológicos, aunque su uso
no está muy generalizado todavía.
§ El
jabón para el lavavajillas automático no debe contener cloro ni fosfatos.
Además es recomendable renovar las sales con la frecuencia que indique el
fabricante. Por otra parte hay que tener en cuenta que las zonas con alto
contenido en cal el cristal puede quedar blanquecino, lo que no implica que
esté sucio y haya que volverlo a lavar; simplemente frotando con un trapo puede
ser suficiente. Obviamente el lavavajillas debe
ponerse cuando esté lleno, con esto se ahorra agua.
§ Los
limpiadores específicos para el inodoro con acción desincrustante pueden ser
sustituidos por vinagre puro o en su defecto Bórax. La lejía hay que utilizarla
con moderación. Un limpia-hogar general biodegradable puede ser suficiente para
desinfectar y contiene agentes menos agresivos incluso para el inodoro. Hay que
procurar evitar el uso de bloques de inodoro ya que básicamente solo sirven
para perfumar el baño y colorear el agua, en contra, resultan altamente
contaminantes.
§ Para
fregar el suelo, en muchas ocasiones, es suficiente agua caliente y algo de
jabón para lavavajillas. Para el suelo de parquet, suficiente con agua y
vinagre y lo mismo para azulejos y baldosas.
§ Para
los cristales puede ser suficiente utilizar papel de periódico mojado y seco si
el cristal no está muy sucio, sino, utilizar limpia-hogar multiusos suave o
líquido de lavavajillas.
§ Elegir
detergentes sin fosfatos, ni blanqueantes químicos y que se degraden
rápidamente. No mucha cantidad porque no consiguen una mayor limpieza ni olor
en la ropa.
• Corresponsabilidad
en la publicidad y esta debería ser fundamentalmente verídica, no confusa y
realista tanto desde un punto de vista social, económico y medioambiental.
• Se considera importante fomentar el proceso de dar acceso a la
información sobre las sustancias y sus
posibles efectos al medio ambiente y en particular a las aguas, facilitando
información accesible a los sectores industriales y no industriales así como a
otros mecanismos y servicios de divulgación más educativos y lúdicos.
• Definir
una Instrucción Técnica sobre el uso de sustancias a nivel d servicios
municipales/ supramunicipales mediante la aplicación de medidas en los procesos
de licitación de los servicios.
• Fomentar
la concienciación en materia de hábitos de uso de sustancias a nivel
domiciliario y definir una metodología de cuantificación del uso de sustancias
generadas a nivel domiciliario.
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