jueves, 13 de diciembre de 2012

Manual de Buenas Prácticas Urbanas en Sistemas Públicos de Saneamiento





Los vertidos por los desagües urbanos de determinados productos y desperdicios, crean atascos y desbordes en los alcantarillados y dificulta el tratamiento del agua residual. El Saneamiento no es un basurero.





Índice
1.     Introducción
2.     Legislación y marco legislativo
3.     Productos en el mercado potencialmente contaminantes a través de los desagües urbanos:
3.1.             Fármacos, cosméticos y drogas
3.2.             Pinturas y disolventes
3.3.             Jabones y detergentes.
3.4.             Otros productos de limpieza.
3.5.             Toallitas húmedas, bastoncillos y otros textiles.
3.6.             Trituradores de basura.
3.7.             Aceites vegetales usados
3.8.             Grasas alimentarias y aceites de automoción
3.9.             Biocidas y plaguicidas
4.     Equipos domésticos de tratamiento de agua
5.     Contaminantes físico químicos específicos derivados de estos productos
5.1.             Parámetros físico-químicos
5.2.             Metales
5.3.             Hidrocarburos Aromáticos Policíclicos
5.4.             Orgánicos Volátiles.
5.5.             Otros.
6.     Recomendaciones y conclusiones




1.   Introducción
Se ha admitido históricamente que el principal problema en cuanto a contaminación aportada, y después detectada en nuestros saneamientos públicos es la derivada de los vertidos industriales. Aunque esto continúa siendo cierto, no lo es menos que cada vez se encuentran más contaminantes (muchos de los cuáles presentan poca capacidad de ser depurados en nuestras EDAR convencionales) y en concentraciones progresivamente más altas, cuya procedencia está ligada al consumo y prácticas esencialmente domésticas y domiciliarias.
Los gestores de las redes de saneamiento y EDAR estamos detectando un problema que va a más, derivado del mal uso generalizado de determinados productos muy utilizados por los usuarios domésticos y que son vertidos al alcantarillado urbano a través de los diversos desagües domésticos.
Figura 1. Desagües domésticos


Por otro lado, se lanzan continuas campañas publicitarias en las que, bajo el prisma de unas prácticas más respetuosas con el medio ambiente, se recomienda al ciudadano el uso del saneamiento domiciliario como elemento integrador de todos aquellos residuos tanto sólidos como líquidos de los que necesita desprenderse (trituradores de basura). En este caso y sin prejuzgar el objetivo ambiental propuesto, se obvian los efectos desfavorables asociados a estas actuaciones: obstrucciones en colectores y redes de saneamiento, sobre-cargas en EDAR, sobre-producción de lodos, mayor consumo energético y por todo ello mayor coste del proceso de depuración. También podemos fijarnos de la eliminación rutinaria vía desagüe de disolventes y compuestos orgánicos, detergentes no biodegradables, pinturas, lacados, aceites de fritura y otras grasas, higiene personal y productos empleados en jardinería como abonos y fitosanitarios. A última hora y presionados por la CE hay que sumar los productos orgánicos que aparecen a través de los metabolitos  vía excreciones (ibuprofeno, codeína, determinadas hormonas, etc.) y las drogas (cocaína, heroína, diseño, etc.).
Las continuas campañas  de los últimos años vinculadas al consumo del agua y las subidas del  precio  de ésta, ha sensibilizado u obligado al consumidor, tanto urbano como industrial, a reducir su consumo, lo que ha implicado una bajada sistemática del caudal de entrada en las EDAR. No obstante y si tenemos en cuenta que el consumo doméstico, de todo tipo, no ha bajado proporcionalmente al caudal, el resultado ha sido un incremento de la carga contaminante.

2.   Legislación y marco legislativo
El continuo y en ocasiones drástico cambio legislativo acontecido en nuestro Estado con la integración en la actual Unión Europea, en 1.985, que ha abarcado todos los ámbitos y especialmente el que nos ocupa, cuales son las aguas residuales, así como la evolución tanto a nivel cualitativo como cuantitativo del mismo, ha supuesto muy repetidas modificaciones y un desarrollo intenso de todos los aspectos implicados en la materia.
En este sentido y con particular incidencia para los saneamientos españoles, las aguas residuales depuradas que posteriormente son vertidas a cauce público, están caracterizadas por los conocidos límites de vertido los cuáles comprenden diferentes parámetros y sustancias a su vez con distintos requerimientos en su concentraciones finales. Pues bien, estos límites de vertido han sufrido sucesivas adaptaciones trasladando esta situación a los vertidos residuales en general (tanto industriales como urbanos –industriales más domésticos estos segundos-) y muy particularmente los relativos a los sistemas de saneamiento y depuración integrados de aguas residuales.
Lo que comenzó en los primeros Reglamentos y Ordenanzas publicadas en España limitando unos pocos parámetros, ha acabado en la actualidad y, fundamentalmente como consecuencia del referido más arriba gran desarrollo legislativo europeo (dentro del marco comunitario) desde la publicación de la Directiva Marco del Agua 2000/60/CE, en más de un centenar de parámetros  contemplados y limitados en la diferente legislación, y que se hallan relacionados directa o indirectamente con el agua residual.
Otro de los elementos importantes que ha dado pié a este ingente desarrollo normativo ha sido la aparición de los denominados contaminantes emergentes o no convencionales. Entre ellos pueden citarse a los productos farmacéuticos, las sustancias prioritarias y preferentes (adoptamos la denominación derivada de la normativa europea), disruptores endocrinos, compuestos fitosanitarios y plaguicidas, etc.
Con respecto a sustancias farmacéuticas, disruptores endocrinos, analgésicos, medicamentos, etc., se establecen desde la Unión Europea restricciones a su presencia en nuestras aguas depuradas cuando son sustancias habitualmente consumidas por el ciudadano en su ámbito doméstico (a veces más consumidas de lo aconsejable) y lo van a seguir siendo, por lo cual acabarán indefectiblemente en el agua residual urbana sin que los gestores y/o explotares de los sistemas de saneamiento y depuración puedan hacer algo más que recibirlas junto con el resto de los componentes de nuestras aguas residuales urbanas.
Como conclusión, casi se podría afirmar que en España hemos pasado en los últimos treinta años de medir la contaminación en el agua residual en gramos/litro a partes por trillón, de no tener alcantarillado a tratamientos como la ósmosis inversa y la ultrafiltración, de no depurar nuestras aguas residuales a estar en condiciones de dar un agua residual depurada de una calidad superior a la de muchos de nuestros ríos y consiguientemente, de estar en posición de reutilizar estas aguas depuradas para diferentes fines.
Como ya se ha comentado en el apartado anterior, es a partir de la Directiva Marco cuando se ha publicado un rosario de normas de diferente nivel que han sido traspuestas por los gobiernos estatales y que tienen una incidencia total en la calidad del agua residual, desde que ésta se vierte al alcantarillado hasta que se depura, y finalmente se vierte a nuestros cauces públicos.
De entre las normativas, probablemente las que más incidencia práctica tengan sean las cuatro siguientes:
      Real Decreto 508/2007 de 20 de abril E-PRTR.
      Real Decreto 995/2000 de 2 de junio Sustancias Prioritarias.
      Real Decreto 60/2011 de 21 de enero sobre criterios de Calidad Ambiental.
      Real Decreto 1620 de 7 de diciembre de 2007 de Reutilización.
Las consecuencias derivadas de las anteriores normas estatales, unido a otras normativas como los desarrollos autonómicos correspondientes así como a los reglamentos y ordenanzas de vertido locales (municipal o supramunicipal y mancomunado) con una tendencia muy clara a copiarse los unos de los otros, y dejando aparte los problemas específicos de cada situación local concreta, convierten la panorámica actual en farragosa (e incluso contradictoria, a veces) y sobre todo, en algo difícil de cumplir tanto por parte de la Administración en sus distintos niveles como por el propio administrado.



 3.   Productos en el mercado, frecuentemente  utilizados y potencialmente contaminantes.

Fármacos, cosméticos y drogas: englobamos en este apartado tres tipos de sustancias

1.     Fármacos, como aquellas sustancias químicas y principios activos empleados para prevenir, tratar, diagnosticar, detectar, aliviar o curar enfermedades de las personas y los animales.

2.     Cosméticos, como productos que se utilizan para la higiene corporal o con la finalidad de mejorar la belleza, especialmente del rostro (productos de maquillaje).

3.     Drogas, que según la OMS, son sustancias que introducidas en el organismo por cualquier vía de administración (esnifada, inyectada, fumada o tragada) pueden alterar de algún modo el Sistema Nervioso Central del individuo siendo además susceptibles de generar una dependencia, ya sea psicológica o física.

Como es evidente, estos compuestos se incorporan a las redes de saneamiento a través su excreción por la orina y las heces, bien en su forma original, bien como sustancias metabolizadas (metabolitos). También lo hacen a través de la higiene corporal, tras la utilización de productos vía tópica, como las cremas, geles, champús, etc., o por enjuagues de los envases que se han utilizado para su administración.
Admitida sin límite lógicamente, la vía fisiológica, estos productos pueden también acceder a las redes de saneamiento por la eliminación inadecuada de fármacos obsoletos o caducados, bien directamente por vertido de los mismos (cosa prohibida en las Ordenanzas de Vertidos) o bien englobados en la basura, pudiendo llegar a las EDAR en aquellos casos en que se traten lixiviados de vertederos de RSU. Existen familias de estos contaminantes cuya reducción en las estaciones depuradoras es nula o muy escasa y en otras es total. De forma resumida se concluye que el rendimiento de eliminación es:
  • Muy bajo < 20%: ansiolíticos, fármacos de uso psiquiátrico (antiepilépticos) y  Beta-bloqueantes
  • Bajo 20-40 %: antibióticos y antiinflamatorios
  • Medio 40-65 %: desinfectantes
  • Alto 65-85 %: drogas de abuso
  • Muy alto 85-100 %: analgésicos, cafeína, hormonas y antilipídicos (reductor de colesterol)

Por lo que muchos de ellos pueden acabar llegando hasta los medios receptores libres (ríos, lagos, acuíferos, mares, etc...) o aparecer en los biosólidos generados en las EDAR.
Aunque todavía no existen demasiadas referencias sobre la presencia y efectos de estos contaminantes emergentes en sistemas de saneamiento y medios receptores, ya se han detectado algunas de estas sustancias, principalmente anti-inflamatorios como ibuprofeno, diclofenaco, etc.., antibióticos del tipo de metrodinazol, ofloxacin, etc.., así como de otros compuestos (analgésicos, fármacos cardiovasculares, anti-epilépticos, anti-conceptivos, etc..) en varios ríos españoles y EDAR, si bien a concentraciones muy bajas (≈1 µg/L). Estos niveles no son capaces de generar problemas de salud pública, pero sí que pueden afectar a varios organismos acuáticos (peces, anfibios, larvas de insectos, moluscos...) a los que acarrean problemas de crecimiento, desarrollo, disfunciones sexuales y taras genéticas más o menos graves que podrían avanzar en la cada trófica hasta organismos superiores. Como información complementaria sobre el tema debe citarse la reciente detección de niveles relativamente importantes de cocaína en varios ríos españoles o la de ibuprofeno en otros.
Todo ello ha dado pié a que la CE esté empezando a introducir limitaciones a algunas de estas sustancias o productos.

 Fármacos y drogas presentes más habituales presentes en el agua residual






Pinturas y disolventes

La generación de pequeñas cantidades de pinturas, disolventes y barnices en nuestros hogares como consecuencia de pequeños trabajos domésticos de bricolaje es algo habitual. En este sentido, las pinturas y barnices se componen de variadas sustancias químicas del tipo de disolventes orgánicos, diluyentes, aceites, pigmentos orgánicos y metales pesados. Como puede deducirse, su vertido directo a los alcantarillados no es en absoluto deseable.

Si bien lo anterior es totalmente cierto, no lo es menos que se trata de residuos peligrosos y que su gestión debe ser como tales. Y aquí radica un problema importante para evitar su vertido directo: en muchas ciudades, los Puntos Verdes y similares no cuentan con la catalogación de Gestores de RP, ni como Centros de Almacenamiento Temporal de RP, por lo cual el ciudadano de a pié no puede optar más que por verter vía desagüe estos restos aplicando una dilución discrecional con agua de grifo, o bien optar por una inertización doméstica con arena o serrín para proceder a su vertido como residuo sólido.



Jabones y detergentes

En la vida diaria se entiende por detergentes únicamente a las sustancias que disuelven las grasas o la materia orgánica gracias a su tensoactividad. Aunque los jabones comparten estas propiedades, los jabones no son considerados en la práctica como detergentes. Los jabones deben su tensoactividad a la propiedad de sus moléculas de tener una parte hidrófila  y otra lipófila y poder emulsionar la suciedad insoluble en agua. Aparecieron en el mercado doméstico productos detergentes de origen industrial que fueron incluyendo mezclas de tensoactivos con otras sustancias, (coadyuvantes, como los polifosfatos, silicatos, carbonatos y perboratos, y agentes auxiliares que incluyen entre otros enzimas, sustancias fluorescentes, estabilizadores de espuma, colorantes y perfumes). Los primeros detergentes de este tipo, derivados del benceno se utilizaron ampliamente en los años 40 y 50, pero no eran solubles ni biodegradables, lo que los hacía ecológicamente dañinos. Una segunda generación de detergentes, los alquilsulfonatos lineales, resultan menos tóxicos al ser más biodegradables.

Los detergentes para ropa se pueden clasificar en tres grupos:

·         Detergentes en polvo
·         Detergentes líquidos
·         Detergentes en pastillas

Durante muchos años los detergentes en polvo han ocupado la mayor parte del mercado de los detergentes textiles, si bien la categoría de los detergentes líquidos está creciendo cada vez más. Estos detergentes en polvo  son uno de los elementos importantes, unido a la presencia de aceites y sólidos, en la formación de precipitados compactos que taponan las instalaciones de saneamiento.

Los consumidores utilizan  temperaturas de lavado cada vez menores, bien para proteger los tejidos y los colores, bien para ahorrar energía y proteger el ambiente. Por este motivo durante las últimas décadas los fabricantes de detergentes se han visto forzados a modificar severamente la composición de sus productos. Han respondido a estos cambios añadiendo a sus productos enzimas, agentes oxidantes y fosfonatos.

La Comisión Europea propone la limitación de fosfatos en los detergentes para la ropa. Aunque se trata de una buena iniciativa, el borrador de ley no incluye en sus nuevas medidas a los detergentes utilizados en el ámbito profesional ni a los detergentes lavavajillas, argumentando que no existen alternativas viables desde el punto de vista técnico y económico que garanticen unos buenos resultados. Las principales fuentes de contaminación de las aguas por fosfatos son, por este orden: la agricultura, el vertido de aguas residuales y los detergentes.

La Comisión Europea propuso el día 4 de noviembre de 2010 la prohibición del uso de fosfatos y la limitación del contenido de otros compuestos del fósforo en los detergentes para la ropa. Con la futura aprobación de la ley se pretende reducir la cantidad de fosfatos en las aguas residuales, así como mejorar la calidad del agua en general. El borrador de ley no afecta a los detergentes para lavavajillas, ni a los detergentes que se utilizan en el ámbito profesional debido a que en la UE aún no existen alternativas viables desde el punto de vista técnico ni económico. Sin embargo, los Estados Miembros cuentan con la posibilidad de regular el contenido en fosfatos de estos detergentes en circunstancias específicas.

El Vicepresidente de la Comisión Europea, Antonio Tajani, Comisario de Industria y Emprendimiento, afirma: “La propuesta de la Comisión de prohibir los fosfatos en los detergentes para la ropa logrará que los ciudadanos europeos se beneficien de una mayor calidad de agua en sus lagos, ríos y mares, mientras que las empresas europeas seguirán liderando el este sector. La Comisión se mantendrá al tanto de los progresos de la industria en el desarrollo de alternativas viables desde el punto de vista técnico y económico para los detergentes para lavavajillas.”

Los fosfatos, al igual que los nitratos, si se vierten de forma excesiva en el agua, pueden aumentar la cantidad de nutrientes hasta un nivel insostenible, e incluso pueden provocar el crecimiento de las algas en perjuicio de otras formas de vida acuática. Este fenómeno es conocido como eutrofización o, más comúnmente, como mareas rojas o mareas verdes. Los mayores responsables del vertido de fosfatos a las aguas superficiales son la agricultura y las aguas residuales, con los detergentes en tercera posición.

Los fosfatos se utilizan principalmente en detergentes para garantizar una limpieza eficaz en aguas duras. Los fosfatos provenientes de los detergentes que acaban vertiéndose en las aguas residuales tienen que eliminarse en plantas de tratamiento de aguas mediante unos procedimientos químicos o biológicos muy costosos. Por otro lado, no todas las plantas de tratamiento en la UE están equipadas con la necesaria tecnología para llevar a cabo esta tarea.

El borrador de ley pretende armonizar las medidas en todos los estados miembros de la UE. La Unión Europea y los países vecinos quieren que sus aguas sean de la mayor calidad posible, así como evitar la eutrofización. Algunos estados miembros de la UE ya cuentan con restricciones nacionales que limitan las cantidades máximas, mientras que otros estados se confían a la acción voluntaria de los fabricantes de detergentes. En algunas regiones, las medidas que toman los países de forma individual no son suficientes para mantener la calidad del agua en unos niveles aceptables. Este es el caso del río Danubio y del Mar Báltico, con 16% y 24% de concentración de fosfatos procedentes de los detergentes respectivamente.

En el caso de los detergentes para la ropa ya existen alternativas a los fosfatos eficientes desde el punto de vista económico. Sin embargo, para los detergentes lavavajillas y los detergentes utilizados en el ámbito profesional es necesaria una mayor investigación e innovación que logren encontrar alternativas adecuadas a los fosfatos sin reducir su eficacia. Esta carencia de alternativas supone una oportunidad para la industria.

Algunas alternativas a los fosfatos, aunque en una composición química distinta, también contienen fósforo y, en concentraciones más elevadas, pueden suponer riesgos medioambientales. Por este motivo, la normativa propone un límite de 0,5% de contenido en fósforo sobre el peso total del producto en un detergente para ropa en el mercado de la UE. Esta medida se aplicará a partir del 1 de enero de 2013, lo que permitirá a los fabricantes de detergentes minimizar el coste de la modificación de la composición de sus detergentes para ropa durante el ciclo de vida normal del producto.

El borrador de ley prevé la necesidad de revisar la situación de los detergentes para lavavajillas hasta el 31 de diciembre de 2014.

La propuesta beneficiaría no solamente a las plantas de tratamiento de aguas residuales mediante la reducción del coste de la eliminación del fosfato, sino también a los consumidores, que son quienes pagan por el tratamiento de las aguas residuales, y al medioambiente.

El Artículo 16 de la Normativa (EC) No 648/2004 sobre detergentes obliga a la Comisión Europea a hacer entrega de un informe sobre el uso de fosfatos en los detergentes, así como a presentar, en los casos en que esté justificado, una propuesta legislativa con la previsión de la eliminación gradual o restricción de ciertos usos. Basándose en el informe de 2007 (COM (2007) 234), completado mediante un análisis detallado de diversas posibilidades para llevar a cabo los cambios, se ha llegado a la conclusión de que la limitación de los fosfatos en el territorio europeo, así como de otros compuestos del fósforo en los detergentes para ropa, reduciría la contribución de los fosfatos provenientes de los detergentes a la eutrofización de las aguas de la UE y reduciría el coste de la eliminación del fósforo de las aguas residuales en las plantas de tratamiento. La imposición de un límite en otros tipos de detergentes tales como los detergentes para lavavajillas o los detergentes profesionales se ha considerado prematuro, debido a la falta de alternativas viables desde el punto de vista económico y técnico


Los detergentes líquidos por su parte son cada vez mejor aceptados entre los consumidores. Estos detergentes suelen tener una efectividad inferior a la de sus homólogos en polvo. Esto se debe a la dificultad para incorporar en ellos ingredientes como las zeolitas, los fosfatos y ciertos agentes blanqueantes. Los fabricantes intentan compensar estos problemas técnicos aumentando la concentración de tensoactivos en la fórmula. En los últimos años se está produciendo un proceso de concentración de los ingredientes en las formulaciones de los detergentes líquidos. Está demostrado  que los detergentes concentrados tienen una eficacia similar a la de sus homólogos convencionales, siendo los concentrados más respetuosos con el medio ambiente.

A pesar de llevar varios años en el mercado europeo los detergentes en pastillas no han conseguido una cuota de mercado significativa. La mayor ventaja de los estos detergentes es su comodidad de uso: se dosifican con facilidad, ocupan poco y es fácil saber cuántas dosis quedan. Uno de los requisitos para formular un detergente en pastillas es que se desintegre rápido al contacto con el agua de lavado. Para ello los fabricantes suelen añadir ingredientes efervescentes, dispersantes o sales de disolución rápida.

  
Otros productos de limpieza

La lejía es un compuesto químico para la limpieza y desinfección de superficies, cuyo ingrediente activo, el hipoclorito de sodio. Es ampliamente utilizado como agente blanqueador y tiene una acción bactericida excelente. Oxida la materia orgánica. Es tóxico y corrosivo.

El amoníaco es un producto de limpieza. Su efectividad consiste en sus propiedades como desengrasante lo que lo hace útil para eliminar manchas difíciles. Se utiliza como limpia-hogar diluido en agua. También es efectivo para la limpieza de manchas en ropa, telas, alfombras, etc. El amoníaco es capaz de quitar el brillo al barniz y la cera por lo que se utiliza en tareas de decapado de muebles. Durante su utilización debe evitarse mezclarlo con lejía, porque contiene hipoclorito sódico, que reacciona con el amoníaco produciendo tricloraminas, gas irritante y muy tóxico.

El ácido clorhídrico, ácido muriático,  agua fuerte o salfumán, es una disolución acuosa del gas cloruro de hidrógeno. Es muy corrosivo y ácido. Se emplea comúnmente como reactivo químico y se trata de un ácido fuerte que se disocia completamente en disolución acuosa. Una disolución concentrada de ácido clorhídrico tiene un pH inferior a 1; una disolución de HCl 0,1 M da un pH de 1 (Con 40 ml es suficiente para matar a un ser humano, en un litro de agua. Al disminuir el pH provoca la muerte de toda la flora y fauna). El cloruro de hidrógeno tiene numerosos usos. Se usa, por ejemplo, para limpiar.

El hidróxido de sodio  o hidróxido sódico, también conocido como sosa cáustica o soda cáustica. A temperatura ambiente, el hidróxido de sodio es un sólido blanco cristalino sin olor que absorbe humedad del aire (higroscópico). Es una sustancia manufacturada. Cuando se disuelve en agua o se neutraliza con un ácido libera una gran cantidad de calor que puede ser suficiente como para encender materiales combustibles. El hidróxido de sodio es muy corrosivo. Generalmente se usa en forma sólida o como una solución de 50%. El hidróxido de sodio se usa para fabricar jabones, papel, explosivos, pinturas y productos de petróleo. También se usa en el procesamiento de textiles de algodón, lavandería y blanqueado, revestimiento de óxidos, galvanoplastia y extracción electrolítica. Se encuentra comúnmente en limpiadores de desagües y hornos.

Algunas cosas que hay que conocer referentes a estos productos y que hay que procurar evitar:

Productos detergentes, desinfectantes, los tensoactivos contenidos en los detergentes y otros productos disuelven la grasa y facilitan su arrastre en el agua. Sin embargo, interaccionan en el medio ambiente pudiendo formar espumas, disminuyendo la difusión del oxígeno atmosférico y aumentando la toxicidad de algunos compuestos en el agua.

Algunos tensoactivos pueden comportarse como disruptores endocrinos (alteradores del sistema hormonal). Además los detergentes pueden contener formadores de complejos que disminuyen la dureza del agua mejorando la actividad del detergente -a menudo fosfatos- y por multitud de aditivos. El fósforo se elimina parcialmente en la depuración. Pequeñas cantidades vertidas al medio puede generar eutrofización si las aguas se estancan o se regeneran poco.

El formaldehido es una sustancia corrosiva para los ojos, la piel y tracto respiratorio. La inhalación de este gas puede causar edema pulmonar. La exposición a niveles elevados puede producir muerte. Los efectos pueden aparecer de forma no inmediata. El contacto repetido o prolongado puede producir sensibilización cutánea y respiratoria. La sustancia es probablemente carcinógena para los humanos y puede causar daño genético. Posibilidad de urticaria inmunológica de contacto.

La lejía y los polvos, los compuestos clorados como el hipoclorito sódico, que se encuentran en la mayoría de las lejías, emiten vapores tóxicos que irritan las mucosas, pudiendo dañar los pulmones. La lejía quema la piel y es tóxica por ingesta. Una vez en el medio ambiente puede formar sustancia organocloradas. Algunos polvos limpiadores contienen amoníaco, y por eso no deben mezclarse con lejía, pues estos emiten aminas cloradas tóxicas en forma de gases. La lejía y el amoníaco contaminan el agua y destruyen las bacterias beneficiosas que descomponen las aguas residuales. También perjudican los procesos de descomposición que tienen lugar en los tanques sépticos.


                             Toallitas húmedas, bastoncillos y otros textiles

Las toallitas y bastoncillos para higiene personal han pasado a ser productos de uso muy extensivo en nuestros hogares. En este sentido, su evacuación directa vía saneamiento doméstico suele ser una práctica habitual y ello está presentando graves problemas, tanto en la funcionalidad de las instalaciones de saneamiento (colectores, bombeos…) como en el encarecimiento del mantenimiento de la explotación de nuestras instalaciones de depuración. Se da la circunstancia de que los fabricantes de estos productos los presentan como “responsables y respetuosos con el medio ambiente” al estar fabricados de materias primas naturales de origen orgánico, no blanqueadas con cloro, libres de dioxinas y colorantes, y biodegradables, con lo que pueden por lo tanto desecharse incluso a través del WC.

Pero debe matizarse que si bien y efectivamente son productos biodegradables, este comportamiento se produce tras un determinado tiempo de residencia en el agua, por lo que a los sistemas de saneamiento llegan tal cual se tiran y debido a las características físicas del producto con “gran superficie y poder de absorción”, se potencia la posibilidad de quedar atrapadas por cualquier rugosidad del colector, pequeños obstáculos depositados en ellos (piedras, raíces, etc.) o en tramos del colector con poca pendiente o con ángulos pronunciados, o en los propios bombeos de las redes de saneamiento.

El resultado es que con el tiempo se van produciendo unas notables acumulaciones y tapones de considerable tamaño que en días de fuerte aumento de caudal (labores de mantenimiento, lluvias, etc..) son arrastrados hasta las EDAR, generando problemas en los elementos de elevación y compactación de las instalaciones (bombeos, filtros y tamices), daños en los sistemas hidráulicos y por consiguiente, una mayor incidencia en el día a día de la explotación de la depuradora con considerables sobre-costes técnicos y económicos asociados.





















  
Trituradores de basura

Los trituradores de basura son unos dispositivos para desechar por el fregadero residuos orgánicos, que  terminan en la red de saneamiento, en lugar de ir al cubo de basura para recibir un tratamiento adecuado. Esta práctica poco ecológica supone transferir los restos sólidos orgánicos a las redes de saneamiento, lo que provoca un aumento considerable de la contaminación de las aguas residuales, que sobrecarga las estaciones depuradoras y favorece los atascos en las redes de alcantarillado.

Por este motivo, es una práctica habitual en la mayor parte de los Reglamentos y Ordenanzas de Vertidos de España la prohibición del uso de trituradores y, desde AEAS (Asociación Española de Abastecimiento y Saneamiento), se elaboró en 2009 una nota informativa  para los asociados en la desaconsejaba encarecidamente a sus asociados la instalación de trituradores.

Sin embargo, en la Unión Europea, se está desarrollando un Proyecto Europeo, denominado ReWiSe, cuyo objetivo es sustituir  la recogida de materia orgánica sólida por una recogida de aguas residuales en los que se incorporan estos restos. La idea se completa con la implantación de digestores en las EDAR para generar biogás y así aprovechar la energía contenida en la materia orgánica. Puede ser una buena idea si el diseño del saneamiento es nuevo y no se contradice con los planes de recogida y tratamiento de basura doméstica local, autonómica o estatal.

Por otro lado, en el borrador del Plan Nacional Integrado de Residuos 2007-2015 se recopila la composición media de los RSU (de la que se deduce que el 44% son materias orgánicas, y por tanto potencialmente biodegradables). En este sentido, el Plan Nacional estima que se generan en el Estado 1,437 kg hab/día de basura, de la que 0,632 kg hab/día sería materia biodegradable. Lo anterior representa en términos globales una cantidad de 10.003.462 Tm/año.


Triturador de residuos domésticos

Supongamos por ejemplo una población de 100.000 habitantes, que genera unos 25.000 m3 de agua residual al día, la cual implica (datos de AEAS, 2.009) un total de 18.675 kg de DQO. Esta misma población, de generalizarse el uso de los trituradores de basura, aportaría 63.200 kg de materia biodegradable al agua residual, lo que suponiendo una tasa de conversión del 25% en DQO, prácticamente duplicaría la carga de entrada a la EDAR urbana (18.765+15.800) kg/d de DQO, así como la generación extra de biosólidos y su posterior tratamiento y gestión. ¿Estaría la EDAR en disposición de depurar este efluente? Además, pensemos en el impacto que el alto contenido de restos orgánicos tendría en la explotación y mantenimiento de colectores, bombeos, tanques de tormenta y otros elementos de la red de saneamiento con aparición de obstrucciones, putrefacciones y malos olores, etc. Finalmente, el sobre-coste económico para vehicular estas aguas residuales más cargadas tampoco sería desdeñable.

En resumen y  no parece muy lógico y aún menos sostenible, tirar una basura ya sólida (restos de alimentos con un 50% de sequedad) al agua residual para que ésta, con una concentración de sólidos menor del 0,2% llegue a la EDAR, y una vez en proceso volver a separar del agua residual la materia orgánica que se le ha añadido previamente por trituración de la basura doméstica: existirán sobre-costes de energía eléctrica, de reactivos químicos, de personal, etc., para obtener de nuevo un residuo (fango al 20-30% de sequedad) que deberá ser eliminado como si hubiera ido al cubo de basura.




 Aceites vegetales usados. Grasas alimentarias y aceites de automoción.

El empleo de aceites vegetales, especialmente oliva y girasol, así como de grasas animales en alimentación, es una práctica ligada a la cultura mediterránea. La eliminación de los aceites de fritura agotados es una de las prácticas periódicas más cotidianas en nuestros hogares (así como en instalaciones de hostelería y restauración) y proceder a su evacuación directa por el desagüe doméstico puede provocar serios problemas en los SISP.

Los aceites-grasas en unión de restos de los detergentes y jabones de uso doméstico, llegan a provocar en zonas de los colectores sujetas a velocidades de circulación bajas (poca pendiente, codos, estrechamiento de colectores, bombeos…) así como en los desagües generales de las viviendas, las denominadas “bolas de grasa”  capaces de generar situaciones de atascos en colectores y elementos anexos, roturas y puestas en carga de los mismos dificultando el intercambio gaseoso entre agua residual y el aire en contacto con ella aumentando la progresiva anoxia de aquélla a lo largo de los colectores, lo que en muchas ocasiones (especialmente en tiempo seco) promueve la aparición de malos olores en las ciudades. Asimismo el agua residual urbana llega a la EDAR con mínimos contenidos en oxígeno, cuando no en anaerobiosis, lo que supone mayores requerimientos de aireación a lo largo de su depuración en planta: respecto a esto, hay que tener en cuenta que cada gramo de aceite supone un aumento de la DQO del agua residual de unos 2,5 g.

Por otro lado, los aceites ya en la EDAR, dificultan el pre-tratamiento del agua (por su asociación con las arenas de ésta) generando problemas de decantación, incrementando los residuos producidos en depuración y en su caso, favoreciendo también el incremento del consumo de aire (u oxígeno) en las balsas de aireación. En éstas, actúan agresivamente frente a los microorganismos depuradores obstaculizando su aireación celular y por tanto, su rendimiento depurador. Finalmente, no es raro que cuando se procede a la aireación del agua en la planta los aceites, en unión de restos de detergentes y jabones, generen la aparición incontrolada de espumas de bastante incidencia negativa sobre la explotación y también con un indudable efecto estético negativo.
Las grasas alimentarias tienen su principal diferencia con los aceites de oliva y de semillas en su mayor facilidad de solidificación. En este sentido se pueden reseñar idénticas consideraciones a las efectuadas en el caso anterior. Sí debe hacerse hincapié en su mayor capacidad de generar obstrucciones, dado que su acceso a los saneamientos ya suele producirse en forma sólida, mientras los aceites de fritura suelen llegar emulsionados generalmente.
Esto provoca que la generación de residuos en una estación depuradora se multiplique por 20 respecto a una gestión en origen.
Por citar un ejemplo, en la foto adjunta se observa la capa de grasa amarillenta formada en un desarenador-desengrasador de una depuradora, originada por una fuga de 2.000 litros de aceite usado de fritura. Para evitar problemas en la depuradora, hubo que retirar el aceite mediante camiones succionadores, para su tratamiento en Gestor Autorizado de Residuos, generándose 40.000 litros de residuo oleo-acuoso.
Los aceites de automoción no se pueden catalogar como residuos específicamente domésticos, sí bien es cierto que, en muchas ocasiones, pueden acceder a los saneamientos a consecuencia de prácticas privadas. En este caso, y además de las incidencias negativas que se han expuesto en los puntos anteriores, debe indicarse que su afección es aún más negativa al tratarse de residuos con una fracción importante de compuestos orgánicos con potencial biotóxico y muy poco biodegradable.
En este sentido, los aceites de motor usados tiene la consideración de Residuo Peligroso por su contenido en disolventes orgánicos, metales pesados (cadmio, plomo, arsénico, cobre), hidrocarburos, azufre y cenizas.


                                                      Biocidas y plaguicidas

Son productos químicos que bien mediante contaminación difusa o bien por vertido directo pueden alcanzar las redes de alcantarillado. La legislación española los divide en dos grupos, biocidas y fitosanitarios, según su uso, si bien alguna de las sustancias activas puede encontrarse en ambos apartados aunque en distintas concentraciones y presentaciones. El grupo de biocidas autorizados para control de plagas en salud pública viene regulado por el “Registro de plaguicidas no agrícolas o biocidas” del  Ministerio de Sanidad  mientras el grupo de fitosanitarios o plaguicidas agrícolas se regula mediante el “Registro de Productos Fitosanitarios” del Ministerio de Agricultura, y Medio Ambiente. Dichos registros especifican usos autorizados, estableciendo dosis de producto que se pueden utilizar en cada uso, así como la gestión que se debe llevar a cabo con sus envases y residuos.
Entre los biocidas podemos encontrar variadas sustancias, desde el conocido cloro, hasta compuestos más complejos tales como derivados órgano-fosforados, piretrinas y piretroides, sales de amonio cuaternario, derivados cumarínicos, fenoles y otros productos variados de síntesis. Los usos autorizados para estos son la desinfección, desinsectación y desratización en general de los cascos urbanos, y en particular para la industria alimentaria, hostelería, centros de enseñanza, sanidad, y dependencias públicas y privadas. La desinsectación y desratización de redes de alcantarillado, así como la desinfección de superficies suelen presentar las más altas tasas de emisión a colectores y saneamientos públicos.
También con los productos de limpieza y desinfección de las piscinas tanto públicas como privadas.
En cuanto a los productos fitosanitarios encontramos productos químicamente simples como el azufre, sulfato de cobre y bórax y, más complejos, tales como derivados órgano-fosforados, órgano-nitrogenados, fenoles y una gran variedad de otros productos orgánicos. Los usos autorizados para ellos se limitan al control de plagas en zonas agrícolas, recreativas y forestales y los tratamientos post-cosecha. En este sentido, el vertido directo de los caldos agotados en aplicaciones post-cosecha y sus enjuagues y limpiezas, así como limpiezas de depósitos de fumigación, fumigación aérea, y fumigación de cunetas, jardines y parterres urbanos, son las fuentes más habituales de su ingreso en las redes de saneamiento.
Así pues, dada la biotoxicidad de estas sustancias que son muy poco biodegradables, son capaces de atravesar las EDAR e ingresar en el medio natural bien como efluente depurado, bien a través de la aplicación de fangos de depuradora en agricultura. Por todo ello, aun siendo conscientes de la necesidad de utilización de muchas de estas sustancias, se debe instaurar una cultura de buenas prácticas en su empleo, atendiendo a lo establecido en sus fichas de uso y etiquetas las cuáles debieran ser más explícitas en relación con la inconveniencia de su eliminación vía saneamiento. Además, siempre debiera sopesarse el empleo de otras alternativas más compatibles con el entorno para el control de plagas.




Efluentes de equipos domésticos de tratamiento de aguas

Es cierto que el agua de consumo, pese a cumplir con los límites paramétricos establecidos en el RD 140/2003, tiene diferentes características físico-químicas en función de su procedencia: puede ser más o menos dura, tener más o menos sales (conductividad, cloruros, sulfatos, nitratos) y presentar más o menos sabor al desinfectante empleado. Así pues, toda esta situación podría generar problemas variados para el consumidor, como por ejemplo, incrustaciones en electrodomésticos y redes interiores de aguas, y sobre todo situaciones de aparición de olor y sabor en el agua que no gustan especialmente a los consumidores haciéndole tener además la percepción errónea de que recibe un agua de mala calidad.

Respecto al olor y al sabor son parámetros tremendamente subjetivos, capaces de confundir y distorsionar la realidad de la calidad e incluso de generar ciertos episodios de psicosis colectiva. En este sentido y según un reciente estudio de la OCU, el 80% de los equipos domiciliarios de ósmosis instalados en nuestro país se fundamentaba en problemas de olor y sabor, mientras que de un panel de 64 muestras estudiadas, todas ellas (es decir, el 100%) cumplían con la normativa.

De lo dicho se deduce que básicamente olor y sabor son los responsables de que el usuario doméstico se incline por la compra de diferentes equipos que aparentemente le van a solucionar los problemas. Sería importante que los usuarios, previamente a la compra de cualquier sistema, se informaran acerca de las características del agua concreta que consumen y de si verdaderamente necesitan instalar equipos de estas características.

Conviene ahora destacar la reciente información difundida por la OCU en el sentido de recomendar que en los restaurantes de nuestro país se pongan a disposición del cliente jarras de agua de grifo para su consumo, apoyando esta actuación la excelente calidad global del agua en España.

En cualquier caso, existen muchos modelos y sistemas de tratamiento doméstico de aguas en el mercado siendo los más utilizados la ósmosis, los filtros de carbón activo y los descalificadores por resinas de intercambio iónico (solos o en conjunto). Salvando la ósmosis, el resto de los equipos sólo garantizan la eliminación del sabor asociada a la del desinfectante residual, lo que pudiera llegar a representar un verdadero problema para el propio usuario ya que después de un cierto tiempo, el agua sin desinfectante residual expuesta a la intemperie puede volver a re-contaminarse por la flora microbiana ambiental con el consiguiente potencial riesgo sanitario asociado.

Si bien la ósmosis opera con un alto volumen de agua de desecho frente a la realmente empleada (entre el 50 y 90%) y que elimina el 90% de la contaminación química y casi el 100% de la bacteriológica, de generalizarse el uso de agua osmotizada para consumo, no es previsible una contribución suplementaria preocupante a la contaminación emergente y de sustancias prioritarias al saneamiento por este motivo, habida cuenta de los bajos caudales que se manejarían y de las mínimas concentraciones de productos existentes en el agua de limpieza y regeneración de estos sistemas.

Finalmente y tomando ahora en consideración el empleo indiscriminado de descalcificadores domésticos para reducción de la salinidad del agua, si toda el agua consumida en una población se descalcificase domiciliariamente, se podría llegar a incrementar la conductividad media del agua residual urbana hasta en un 10%, lo que según qué casos, podría acarrear problemas de depuración en EDAR biológicas así como una paulatina salinización en el cauce público que reciba el propio vertido ya depurado.

No sería descartable el incremento de problemas de corrosión en equipos de redes y las EDAR al estar en contacto estos con un fluido mucho más agresivo desde el punto de vista químico.



 4.   Contaminantes  específicos derivados de  estos productos.

·         Los parámetros físico-químicos son contaminantes característicos de las aguas residuales urbanas, como la materia orgánica (Demanda Química de Oxígeno, Carbono Orgánico Total), nutrientes (nitrógeno y fósforo) y otras sustancias o compuestos  procedentes de la actividad doméstica.

·         En el caso de los cloruros, además de ser un anión presente de manera natural en las aguas y generado por la actividad doméstica, también pueden proceder de equipos domésticos de tratamiento y acondicionamiento de agua potable, sal utilizada para evitar placas de hielo, drenajes de aguas salobres, infiltración salina en zonas costeras, pozos en acuíferos litoral, etc. Los sólidos en suspensión son, en la actualidad, uno de los principales problemas de gestión en el saneamiento de aguas urbanas. 

Los sólidos en suspensión: el empleo de fibras textiles, como por ejemplo, toallitas húmedas, pañales, bastoncillos, etc., vendidos como biodegradables y por tanto susceptibles de ser vertidos a través de los sanitarios se acaban convirtiendo como ya hemos mencionado anteriormente en verdaderos bloques que por sí solos o mezclados con otros residuos como detergentes y aceites acaban obstruyendo el alcantarillado o causando problemas en los tratamientos primarios de la EDAR. Otro elemento a considerar son los sólidos triturados procedentes de los residuos de  comida que no son vertidos a través de la basura domiciliaria y que se incorporan a la red de agua residual.
·         Los metales pesados son un grupo de elementos químicos que presentan una densidad relativamente alta y cierta toxicidad para el ser humano. Muchos de los metales que tienen una densidad alta no son especialmente tóxicos y algunos son elementos esenciales en el ser humano, independientemente de que a determinadas concentraciones puedan ser tóxicos en alguna de sus formas. Sin embargo, hay una serie de elementos que en alguna de sus formas pueden representar un serio problema medioambiental y es común referirse a ellos con el término genérico de "metales pesados".
La peligrosidad de los metales pesados es mayor al no ser química ni biológicamente degradables. Una vez emitidos, principalmente debido a la actividad industrial y minera, pueden permanecer en el ambiente durante cientos de años, contaminando el suelo y acumulándose en las plantas y los tejidos orgánicos. Además, su concentración en los seres vivos aumenta a lo largo de la cadena alimentaria. Los metales pesados tóxicos más conocidos son el mercurio, el plomo y el cadmio.
Existen numerosos materiales y productos de uso cotidiano que pueden provocar la presencia de metales en las aguas residuales urbanas, como es el caso de tuberías para la conducción del agua (cobre, plomo, zinc, cromo), productos de limpieza y aseo personal, envases, etc... Asimismo actividades urbanas como el tráfico o incluso la escorrentía del agua de lluvia que ha estado en contacto con materiales metálicos existentes en las ciudades (cubiertas metálicas, mobiliario urbano, materiales de construcción, etc.) pueden provocar la presencia de metales en los sistemas de saneamiento.
·         Los Hidrocarburos Policíclicos Aromáticos son un grupo numeroso de sustancias que, químicamente son derivados poliméricos del benceno. Históricamente fueron los primeros agentes químicos  en ser reconocidos como causantes de tumores malignos en humanos. Se forman básicamente cuando la materia orgánica se somete a una temperatura alta durante un tiempo suficiente. Los HAPs se encuentran en el petróleo el carbón y en depósitos de alquitrán y también como productos de la utilización de combustibles (ya sean fósiles o biomasa). Como contaminantes han despertado preocupación debido a que algunos compuestos han sido entendidos e identificados como  cancerígenos,  mutágenos y  teratógenos. Estos se asocian principalmente a procesos de combustión, por lo que su presencia en aguas residuales urbanas se debe en gran medida a las emisiones de HPAs provocadas por el tráfico o la combustión de fuel o gasóleos en calderas. Se han detectado en proporciones similares tanto en colectores urbanos como mixtos.

Su concentración aumenta en las redes de saneamiento y depuradoras, tras los periodos de lluvia, por el lavado de vías de circulación, y se acumulan principalmente en los fangos, subproducto del proceso de tratamiento del agua residual
·         Los Compuestos Orgánicos Volátiles (COVs ó VOCs): son sustancias químicas que contienen carbono y se encuentran en todos los elementos vivos. Los compuestos orgánicos volátiles, a veces llamados VOC (por sus siglas en inglés), o COV (por sus siglas en español), se convierten fácilmente en vapores o gases. Junto con el carbono, contienen elementos como hidrógeno, oxígeno, flúor, cloro, bromo, azufre o nitrógeno. Los COV son liberados por la quema de combustibles, como madera, gasolina, carbón o gas natural. También son liberados por disolventes o pinturas y otros productos empleados y almacenados en la casa y el lugar de trabajo.
Algunos ejemplos de compuestos orgánicos volátiles son:
o    Naturales: isopreno, pineno y limoneno
o    Artificiales: benceno, tolueno y nitrobenceno
Otros ejemplos de compuestos orgánicos volátiles son  formaldehído, clorobenceno, disolventes como tolueno, xileno, acetona y percloroetileno o  tetracloroetileno, el principal disolvente usado en la industria de lavado en seco. Muchos compuestos orgánicos volátiles se usan comúnmente en disolventes de pintura y de laca, repelente de polillas, aromatizantes del aire, materiales empleados en maderas, sustancias en aerosol, disolventes de grasa, productos de uso automotor y disolventes para la industria de Lavado en seco.
Incluyen una amplia variedad de compuestos orgánicos, con diferentes usos. En el caso del cloroformo, su presencia se debe principalmente a que se genera como subproducto de la cloración de aguas potables. También cabe destacar la detección de determinados compuestos utilizados como disolventes o desengrasantes, como es el caso de xilenos, tolueno, tricloroetileno, tetracloroetileno, etc.

·         Los plaguicidas agrupan a numerosas sustancias y grupos de sustancias que son utilizadas para el tratamiento de plagas, fungicidas o eliminación de hierbas por lo que se les asocia con la actividad agrícola o actividades industriales relacionadas con fabricación de estos productos. En el caso de aguas residuales urbanas, puede detectarse la presencia del alguno de estos productos procedentes principalmente de actividades ligadas al control de plagas en parques, jardines, campañas de desinsectación o desratización, etc. En zonas con actividad agrícola pueden detectarse estos compuestos por escorrentías o malas prácticas agrícolas. Muchos de estos compuestos son utilizados en épocas del año concretas para el tratamiento de determinados cultivos, por lo que pueden detectarse con carácter estacional.

·         Otros:

o    Alquilfenoles: la presencia de alquilfenoles en aguas residuales urbanas se debe principalmente  a la degradación de otros compuestos, como los polietoxilatos de alquilfenol, utilizados en detergentes, también son utilizados como piroretardantes, plastificantes e incluso en algunos productos cosméticos.

o    Organo-estannicos: los compuestos organoestánnicos son utilizados como ingredientes activos para el control de organismos en productos textiles, madera, pinturas antialgas para embarcaciones, etc.

o    Otros compuestos orgánicos: cabe destacar la detección de di(2-etilhexil)ftalato tanto en aguas urbanas como mixtas. Estos compuestos son utilizados para dar flexibilidad a los plásticos, incluso se han utilizado en chupetes y otros artículos para niños. En el caso de los bromodifeniléteres, se han detectado únicamente en un sistema de saneamiento, por lo que el resultado no se puede considerar representativo. El resto de compuestos analizados no se detectan.



5.   Recomendaciones.

       Reducir el consumo de agua.

       El saneamiento público no debe ser un pozo ciego donde se eche todo aquello que nos sobra en el hogar puesto que las depuradoras urbanas tampoco pueden depurar todo lo que les llega. Se debe fomentar desde las Administraciones Públicas una política eficaz de segregación de residuos de forma que se facilite su gestión y su valorización posterior.

       Han de implantarse acciones coordinadas de educación ambiental y control en origen, a fin de sustituir progresivamente los compuestos químicos más contaminantes presentes en los productos de uso domiciliario por otros más sostenibles.

       Los desagües domésticos deben recoger esencialmente, restos fisiológicos y restos de actividades domésticas de imposible segregación: alimentación, aseo y limpieza doméstica. Otro tipo de desechos domésticos sólidos, tales como toallitas, bastoncillos, algodón de desmaquillar, etc., deben ser separados y enviados a gestión convencional como Residuo Sólido Urbano.

       En relación con la venta y publicidad de determinados productos de papel y textil que son vertidos al inodoro, deberían de realizarse campañas coordinadas entre los fabricantes de dichos productos y los gestores de los sistemas de saneamiento con el fin de evitar publicidad engañosa y lesiva para los intereses comunes.

       Los trituradores domésticos deberían de estar prohibidos a través de las ordenanzas municipales de vertido al alcantarillado. Los sistemas de saneamiento españoles no están diseñados para asumir el incremento de carga que estos representan. Determinados diseños urbanísticos nuevos que impliquen saneamientos nuevos en donde se quiera utilizar estos equipos de trituración, debería de realizarse con una adecuada coordinación con los gestores de la red de saneamiento y depuración y con los de recogida y tratamiento de residuo doméstico.

       Todos los restos de comida deben ir al cubo de la basura de restos orgánicos. Una forma de evitar que los restos sólidos se cuelen por el desagüe es mediante la utilización de pequeñas rejillas para los agujeros del lavadero y fregadero.

       Desechos líquidos del tipo de aceites, disolventes, pinturas, restos de fitosanitarios domésticos y abonos e insecticidas, deben ser enviados a Centros Públicos de Recogida Selectiva. Los centros de recogida son instalaciones de recepción selectiva de residuos municipales, orientados a residuos especiales en pequeñas cantidades (pinturas, disolventes, baterías, etc.), residuos voluminosos (muebles, electrodomésticos, etc.), vegetales, escombros, así como otras fracciones que se pueden recoger selectivamente.

La legislación nacional aplicable a estos residuos es: Ley 10/1998, de 21 de abril, de residuos. Ley 11/1997, de 24 de abril, de envases y residuos de envases y el Reglamento que la desarrolla, aprobado por Real Decreto 782/1998 y las posteriores modificaciones de ambos. Real Decreto 653/2003, de 30 de mayo, sobre incineración de residuos. Real Decreto 1481/2001, de 27 de diciembre, por el que se regula la eliminación de residuos mediante depósito en vertedero. Ley 16/2002, de 1 de julio, de prevención y control integrados de la contaminación. Plan Nacional Integrado de Residuos 2008-2015, Resolución 20 de enero de 2009.

Nunca deberían usarse espacios públicos como sumideros indiscriminados de basuras.

También debe de evitarse tirar por el desagüe el aceite de las latas de atún y otras conservas, en su lugar deberían de ser gestionados por las empresas especializadas o se pueden guardar en botes de cristal y ser llevados a un punto de recogida y reciclaje.

       Los posos de café y té deben ir siempre al cubo de la basura.

       Los pelos: uno de los problemas domésticos más habituales es que las cañerías se obstruyan por pelos. En el mercado pueden encontrarse muchos productos para solucionar los atascos, aunque también hay otras alternativas. Si la se utiliza un limpiador, hay que leer las instrucciones del envase al detalle. Estos productos contienen elementos químicos muy fuertes y su mal uso puede ocasionar serios problemas. Habrá que proteger la piel y ojos usando guantes y lentes de seguridad. Después, es necesario hacer correr mucha agua por la tubería. Los remedios caseros suelen ser muy eficaces, especialmente para pequeños atascos. Un método sencillo es limpiar las tuberías afectadas con una mezcla de levadura química y vinagre  a continuación, se vierte una olla de agua hirviendo. También muy eficaz es el tradicional desatascador. Si no se consigue quitar la obstrucción con el desatascador, hay que dar un paso más y limpiar el sifón

       Debe abogarse por un uso racional de los fármacos y por su eliminación correcta a través de los puntos “SIGRE”, Sistema Integrado de Gestión de Residuos de los Medicamentos y de sus Envases, habilitados a tal efecto en las farmacias. En la actualidad, cerca de 21.000 farmacias disponen de un Punto SIGRE, donde pueden depositarse los envases y restos de medicamentos de origen doméstico. Deberá de hacerse un seguimiento intensivo en de la legislación europea en relación con la fabricación y consumo de determinadas sustancias farmacéuticas muy comunes, ya que sus metabolitos van a ser limitados. Al punto Sigre no deben llevarse nunca gasas, apósitos, agujas y objetos cortantes, radiografías o termómetros.

       La contaminación difusa procedente de viales, calles, parques y espacios públicos en general, puede minimizarse en gran medida llevando a cabo las correctas, adecuadas y periódicas medidas de mantenimiento y limpieza por parte las Administraciones competentes. Se limitarían así las consecuencias de episodios climatológicos catastróficos.

       En las redes de saneamiento unitarias deben fomentarse la construcción de depósitos anti-DSU con el fin de reducir vertidos contaminantes en los episodios de lluvia.

       Productos de limpieza del hogar:

§  En la limpieza del horno usar productos menos agresivos. Primero tratar de usar recipientes altos para que se ensucie menos el horno. Luego, al limpiarlo, se puede aplicar sal sobre algún líquido que se haya derramado cuando aún está caliente. Además, mientras el horno está templado se puede usar una mezcla de vinagre, limón y algo de jabón para limpiarlo. Para la suciedad incrustada se puede utilizar una disolución de bicarbonato sódico.
§  Evitar o al menos reducir el consumo de productos muy agresivos como limpiadores de alfombras y tapicerías, desatascadores químicos, abrillantadores, etc. Si no queda otro remedio, lo ideal es utilizar dosis muy pequeñas. En ocasiones es posible sustituir estos productos por otros menos contaminantes para el agua, como son el jabón de taco, vinagre, bicarbonatos y estropajos.
§  Utilizar las dosis justas de lavavajillas al fregar platos a mano. Además se debería de comprobar que el producto es biodegradable. Debe evitar echarse continuamente jabón en el estropajo ya que esto provoca el uso de más jabón del que se necesita. Una alternativa es el uso de lavavajillas ecológicos, aunque su uso no está muy generalizado todavía.
§  El jabón para el lavavajillas automático no debe contener cloro ni fosfatos. Además es recomendable renovar las sales con la frecuencia que indique el fabricante. Por otra parte hay que tener en cuenta que las zonas con alto contenido en cal el cristal puede quedar blanquecino, lo que no implica que esté sucio y haya que volverlo a lavar; simplemente frotando con un trapo puede ser suficiente. Obviamente el lavavajillas debe  ponerse cuando esté lleno, con esto se ahorra agua.
§  Los limpiadores específicos para el inodoro con acción desincrustante pueden ser sustituidos por vinagre puro o en su defecto Bórax. La lejía hay que utilizarla con moderación. Un limpia-hogar general biodegradable puede ser suficiente para desinfectar y contiene agentes menos agresivos incluso para el inodoro. Hay que procurar evitar el uso de bloques de inodoro ya que básicamente solo sirven para perfumar el baño y colorear el agua, en contra, resultan altamente contaminantes.
§  Para fregar el suelo, en muchas ocasiones, es suficiente agua caliente y algo de jabón para lavavajillas. Para el suelo de parquet, suficiente con agua y vinagre y lo mismo para azulejos y baldosas.
§  Para los cristales puede ser suficiente utilizar papel de periódico mojado y seco si el cristal no está muy sucio, sino, utilizar limpia-hogar multiusos suave o líquido de lavavajillas.
§  Elegir detergentes sin fosfatos, ni blanqueantes químicos y que se degraden rápidamente. No mucha cantidad porque no consiguen una mayor limpieza ni olor en la ropa.

       Corresponsabilidad en la publicidad y esta debería ser fundamentalmente verídica, no confusa y realista tanto desde un punto de vista social, económico y medioambiental.
       Se considera importante fomentar el proceso de dar acceso a la información  sobre las sustancias y sus posibles efectos al medio ambiente y en particular a las aguas, facilitando información accesible a los sectores industriales y no industriales así como a otros mecanismos y servicios de divulgación más educativos y lúdicos.
       Definir una Instrucción Técnica sobre el uso de sustancias a nivel d servicios municipales/ supramunicipales mediante la aplicación de medidas en los procesos de licitación de los servicios.
       Fomentar la concienciación en materia de hábitos de uso de sustancias a nivel domiciliario y definir una metodología de cuantificación del uso de sustancias generadas a nivel domiciliario.



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