Hasta los años 90, la
mayoría de los municipios vertían directamente a los ríos sin tratamiento
Hoy, un total de 500 instalaciones depuran el líquido antes de devolverlo a
los río
ANTONIO
MADRIDEJOS / BARCELONA
JUEVES, 21 DE JULIO DEL 2016 -
En los años 70, el color de muchos ríos catalanes variaba
en función de la actividad de las empresas que directamente, sin tratamiento
previo, vertían sus residuos al cauce. En ocasiones era posible observar tanto
en el Llobregat como en
el Besòs acumulaciones
de espuma de más de un metro de grosor. La vida había desaparecido en muchos
tramos… La situación en la actualidad es otra: perfecta no, pero sí
diametralmente opuesta.
Si el cambio ha sido posible es
gracias a un enorme esfuerzo económico, técnico y humano, fundamentalmente
a partir de 1990, cuyo máximo exponente ha sido la construcción de 500 depuradoras,
exactamente 500, que han permitido depurar las aguas residuales antes
de su regreso al río. La última se inauguró la pasado fin de semana en Capçanes, un
pequeño municipio delPriorat con 400 habitantes.
“Ha sido un esfuerzo infinito, pero finalmente hemos
logrado que el 97% de la población catalana disponga de sistemas de
tratamiento”, destaca Jordi Agustí, director de la Agència Catalana de l’Aigua(ACA), dependiente del
Departament de Territori de la Generalitat. Ya no queda ni un pueblo de más de
2.000 habitantes sin depuradora. Faltan mayoritariamente en núcleos
aislados, con una media de 300 habitantes, varios de los cuales son
urbanizaciones. Aunque no serán grandes obras, la ACA calcula que para
completar el 3% que falta serán necesarias unas mil "microsoluciones".