Los
Areneros.
De pie bajo sus
rudimentarias barcas o balsas de tablones sujetos con cuerdas y bidones,
sacaban la arena con unos grandes legones de largo mango, hasta cargar la
plataforma flotante. Después, vuelta a la orilla, donde descargaban al carro
con mula, para emprender el regreso chorreando a la obra que hacían. Las calles
de nuestros pueblos y ciudades fueron habitualmente escenario de su paso,
generalmente acompañado de las campanillas de los carromatos.
"Creo que el agua se queda quieta y no va a ningún
lado. Oír esto es lindo.
Es más lindo que oír los ruidos.
Claro, oír el
silencio tiene que ser lindo.
Y sacar la arena
desde donde se deba sacar. No es cuestión de sacar y sacar. No.
Hay que sacar la
que el río no necesita. Y para esto hay que conocer bien el río, que es una
cosa viva y está en su cauce como un cuerpo vivo en el aire, y se va por donde
necesita ir.
Y Perico hace en la
vida lo que desea hacer. Va por ella como un río por la tierra."
Juan José Morosoli
(1899-1957)
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