Lavanderas.-
Aunque ya a
principios del siglo XIX, se idearon las primeras lavadoras de manivela (la
ropa se metía en una caja de madera con agua y se hacía girar con una
manivela), eran pocas por no decir casi ninguna, las familias que
disponían de ellas.
A orillas de la
corriente, arrodilladas sobre una piedra o madera, se daban en primer lugar a
la tarea de enjabonar la ropa, golpearla con un mazo sobre la piedra y
frotarla con ceniza para quitarle la mayor suciedad
posible
Han existido hasta
mediados del siglo XX. Durante muchos siglos hicieron de las riberas de los
ríos su lugar de trabajo colectivo. Para algunas, este fue el único medio de
vida. Para otras, una manera de ayudar a la economía familiar. Este oficio
empleó a muchas que lo necesitaban o a otras que no tenían otra alternativa de
aproximación al agua.
La ausencia de agua
corriente en muchas viviendas hacía este oficio indispensable.
Lavanderas Madrid principios siglo XX
En
Galicia y hasta hace bien poco, las lavanderas, en los meses de invierno,
solían lavar las tripas de la matanza de los cerdos en los ríos. Práctica que
se ha perdido debido a que se ha prohibido esta actividad
Relato de la
Asociación de Amigos de Muro en Cameros: La Fuentezuela fue un lavadero
cubierto al que las mujeres de Muro bajaban a lavar la ropa y las tripas de la
matanza puesto que decían que salía el agua templada y no dañaba tanto las
manos. Su construcción se remonta al año 1733”
Las lavanderas del río
Allí en ese campestre ambiente donde la
paz en el alma pernocta,
verás mujeres muy sonrientes que van río a lavar su
ropa.
Y aprovechando la luz solar sobre las
piedras calientes ponen la ropa a secar como el común de la gente.
Las manos de las lavanderas son manos
duras y trabajadoras a orillas del río mojan sus penas y a veces, cantan
si se enamoran.
Otra actividad que realizaban
las lavanderas el lavado de la lana recién esquilada y que posteriormente sería
utilizada para prendas y colchones

Asociación de
mujeres "Cuato de la Riera", Tineo
Mujeres lavando la lana en Noguera de
Albarracín
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Bien entrada la primavera,
se esquilaban las ovejas y se podía comprar a los pastores la lana que se medía
por talegas. Las mujeres se encargaban de lavarla, secarla y “esmotarla” para
que se pudiera utilizar, y poco más o menos se hacía así: primero se calentaba
agua y se la añadía un poco de jabón y/o ceniza, se ponía la lana en un barreño
o en un cofio y se escaldaba con el agua caliente, se le daba unos buenos
meneos y se dejaba toda la noche y al día siguiente había que ir al río o la
acequia para lavarla. Después se iba tendiendo sobre las estepas hasta que se
secara y una vez seca se iba pendiendo en unas cestas de mimbre y luego había
que esmotarla, es decir limpiarla de todas las motas que tenía y al mismo
tiempo ahuecarla.
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