Los
Molineros
¿”Verdad, viejo molinero, que añoras tus
buenos tiempos? ¡Aquellos molinos con algunos de más de un siglo de existencia!
A un lado las picarescas lavanderas con sus 'dimes y diretes', a otro la
pequeña y rubosa fábrica de luz, escondida entre breñas y peñascos, cual
doncella recatada; aquí la fuente cantarina, que sabe de gargantas anhelantes,
allá el puentecillo romano, majestuoso sobre el río, con la torre de la iglesia
al fondo, sobre el contraste de fachadas blanqueadas y el cielo esplendoroso de
nuestra Alhama.
La corriente del río, que primero queda cautiva en la presa, se encauza después, para que las mujeres laven, para que los mozos refresquen en el estío y para que la rueda del molino se hunda en el agua rodando despacio, arrastrando los complejos engranajes, haciendo girar las piedras que muelen. (Autor desconocido)
La corriente del río, que primero queda cautiva en la presa, se encauza después, para que las mujeres laven, para que los mozos refresquen en el estío y para que la rueda del molino se hunda en el agua rodando despacio, arrastrando los complejos engranajes, haciendo girar las piedras que muelen. (Autor desconocido)
Los molinos
constituyen un destacable ejemplo de arquitectura popular, donde la piedra se
convierte en el material básico. La mayor parte de ellos fueron emplazados
aisladamente fuera de los cascos urbanos, a una distancia de los mismos que va
desde los quinientos metros a varios kilómetros. Los edificios solían ser de una
planta con un sobrado, ampliándose una segunda planta de adobe en alguno de
ellos. La mayoría de ellos también eran utilizados como vivienda temporalmente,
por lo que disponían de cocina. Y como era preciso atender a las caballerías
que transportaban la harina y el grano también se disponían construcciones
anejas destinadas a cuadras y pajares. Algunos molinos cuentan además con
gallinero, palomar y pocilga.
Casi todos los
molinos utilizaban directamente el agua del río como fuente de energía, algunos
utilizan el agua de un manantial.
Normalmente el pleno
rendimiento del molino solía durar ocho meses al año, desde todos los Santos (1
de noviembre) hasta San Juan (24 de junio), dependiendo después del agua que
dejaba el estiaje. Su funcionamiento solía ser de doce a catorce horas al día,
si bien en la descripción de Ensenada se dice que algunos molinos molían día y
noche,
El oficio de molinero
solía compatibilizarse con otros oficios o trabajos, como los de panadero,
labrador o arriero; algunos tenían colmenas y otros trataban con lana o hacían
al-bardas. Y es que como los molinos sólo funcionaban ocho meses al año, ello
permitía realizar otras actividades. Además, las numerosas recuas de burros,
mulas y caballos de que disponían los molineros para transportar el grano y la
harina podían utilizarse en verano para la arriería o trajinar. Asimismo, para
mejorar su economía familiar el molinero solía cultivar una pequeña huerta y
criar algún cerdo.
Hasta principios de
siglo la explotación de los molinos fue una actividad rentable para algunos
molineros, y así en el censo electoral de Diputados de 1862 figuran como
electores varios molineros, por pagar 400 reales de contribuciones directas.
Esta capacidad contributiva y posición social hizo posible que algunos
molineros también fueran alcaldes o concejales. Ello abundaba la idea de que
los molinos creaban riqueza en el pueblo.
El oficio de
molinero, quien en muchos casos vivía en el molino, suponía realizar el duro
trabajo, subiendo y bajando pesados sacos de trigo y harina continuamente. El
molinero también debía cuidar los elementos mecánicos del molino, tenía que
controlar la regular entrada del agua, picar las muelas de piedra rehaciendo
las estrías para lo que tenía que desmontar las pesadas piedras, debía revisar
y reparar frecuentemente los mecanismos del molino que eran de madera, además
de reforzar la pesquera ante los destrozos de la crecida y limpiar el caz y los
desagües.
Es posible que la
figura del molinero parezca ahora algo romántica, pero hay que reconocer que
sus condiciones de trabajo le hacían ser víctima de enfermedades provocadas por
la insalubridad del agua estancada por el azud y el polvo de la harina. Además,
el lugar de trabajo era pequeño, incómodo, sombrío y ruidoso, con una jornada
ilimitada. No obstante, también hay que decir que existían innumerables
compensaciones y que el resto de los trabajadores del medio rural tampoco
vivían en mejores condiciones.
A pesar de su
trabajo, los molineros y el molino no gozaban de buena fama para la clase
dominante. Para Suarez de Figueroa, “clérigos, frailes, monjas, caballeros y
señores, plebeyos, ricos y pobres de toda suerte: todos son engañados y robados
por los molineros”, en el cancionero popular asturiano se constituye la idea
del molino como refugio: “Los molinos no son casas, porque están por los
vegueros, son cuartitos retirados para los mozos solteros”.
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