Los
Aguadores.
Para conducir el agua
potable de las casas, los aguadores guiaban dos o tres borriquillos de los
cuales llevaban unas angarillas con cántaros de barro y con ellos subían los
conductores a las habitaciones y llenaban las tinajas o cacharros que para el
objeto tenían destinados los vecinos. Estos modestos traficantes del agua se
hallaban agremiados y cobraban una tarifa en función de la cantidad
suministrada. Posteriormente apareció otra clase de aguadores con un carro de
cubo y una caballería hacían el servicio del transporte hasta los domicilios.
Los aguadores en algunos lugares de Madrid, aunque cueste creerlo, estuvieron cumpliendo su función hasta finales de los años setenta. Su labor se desarrollaba en aquellos lugares que carecían del líquido elemento vendiéndola a los vecinos que por diversas circunstancias no podían acudir a la fuente pública más próxima.
El agua para el
consumo se obtenía de diversas fuentes de un único grifo pertenecientes a la
red del Canal de Isabel II que estaban estratégicamente distribuidas en estos
barrios suburbiales, pero en número más bien escaso, lo que daba lugar a filas
bastante largas de señoras haciendo turno para llenar los recipientes con
esperas interminables porque la presión en estos puntos de suministro era baja.
Esto suponía un duro trabajo para las féminas al tener que recorrer un largo
camino hasta llegar a casa acarreando cántaras y cubos llenos de agua.
Aguadores de Madrid
Algunas fuentes tenían a su alrededor terreno sin edificar y era utilizado para secar la ropa colgada en precarios tendederos por aquellas mujeres madrugadoras antes de que otras se les adelantaran, que hacían allí mismo la colada lavando en un barreño con jabón “lagarto” restregando las prendas sobre una tabla de madera.
Es aquí donde
entraban en función los aguadores o aguadoras pues los había de ambos sexos.
Unos iban provistos de una carretilla de madera con dos huecos donde colocaban
las cántaras y una goma para conectarlas al grifo y llenar los recipientes sin
tener que sacarlos de donde estaban alojados. Otros llevaban la ayuda de un
borrico que tenía sobre el lomo un serón donde cabían cuatro cántaras, dos a
cada lado. Pero la imagen más curiosa es la de algunas mujeres que con rara
habilidad llevaban un cántaro a la cabeza y otro en el costado, andando como si
tal cosa, que nos traslada mentalmente a aquellas zonas desérticas de África.
Común a todos los aguadores era el cazo medidor para echar el agua.
Los aguadores
cumplían la función de servir el agua a quién no podía esperar las colas, bien
fuera por cargas familiares, por motivos laborales, por ser personas mayores,
por no poder coger pesos, o por infinidad de motivos, teniendo, por tanto, una
clientela casi fija. Su llegada a la fuente era motivo de conflictos con las
personas que allí esperaban pues tenían prioridad sobre la vecindad y como el
fluido del agua en el único caño era lento y los recipientes a llenar eran
varios y además grandes, la discusión estaba servida ... Su trabajo era
especialmente complicado los días de lluvia o posteriores ya que al recorrer
zonas carentes de urbanización el desplazamiento por esos andurriales llenos de
barro resultaba muy difícil.
El
oficio de aguador en Baleares ya se realizaba antes de las décadas de los años sesenta
y setenta del siglo XIX, ya que Bolaños carecía de fuente pública, y aunque
muchas casas tenían pozos propios, esta agua no era siempre apta para el consumo. A lo más que llegó el pueblo fue a tener un pozo de nieve donde se almacenaba el agua helada del invierno durante todo el año.
Alforjas con cántaros de agua preparadas para su transporte
El
aguador se encargaba de transportar el agua al pueblo mediante unas cubas de madera que se llevaban con un carro y una mula. Estas cubas tenían una capacidad de quinientos litros aproximadamente, que equivaldría a cuarenta cántaros. El precio del cántaro oscilaba alrededor de 5 céntimos en la década de los treinta y 30 céntimos en la de los cincuenta.
Algunos ejemplos de aguadores en nuestro pueblo son: Severo Aranda “el martuso”, Ramón Chacón “el comino” y Agustín Torres “manzanares”.
La figura del aguador desapareció en la década de los sesenta cuando se instaló el agua potable en el pueblo y una fuente pública en la plaza
La figura del aguador desapareció en la década de los sesenta cuando se instaló el agua potable en el pueblo y una fuente pública en la plaza
No hay comentarios:
Publicar un comentario